viernes, marzo 29, 2024
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Sor Juana Inés de la Cruz, una mujer que vivió para el estudio y sus grandes obras literarias

Considerada por muchos la Décima Musa.

Nuestro personaje de este día es la gran escritora conocida como la décima musa ella es Sor Juana Inés de la Cruz, nació en la Hacienda de San Miguel de Nepantla, en el actual Estado de México, un 12 de noviembre de 1651, algunos dicen que fue en 1648 y de acuerdo con el testimonio de un acta de bautismo encontrada en 1652. Su nombre Juana Inés Ramírez de Asbaje. De acuerdo a la Vida, biografía escrita por el sacerdote jesuita Diego Calleja e incluida al comienzo de la Fama y obras póstumas publicadas en 1700. Es de mencionar que sus abuelos maternos probablemente provenían de Sanlúcar de Barrameda, en Andalucía, ellos eran Pedro Ramírez de Santillana y Beatriz Rendón y se instalaron entre los pueblos de Huichapan y Yecapixtla.

Del matrimonio nacieron once hijos, entre ellos la que fuera madre de la poetisa, Isabel Ramírez quien después conoció en San Miguel Nepantla al capitán (de origen vasco) Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca, con quien procreó a tres mujeres: María, Josefa y Juana Inés. Tiempo después el capitán De Asbaje desaparece de la vida de Isabel Ramírez, uniéndose esta mujer a otro capitán de nombre Diego Ruiz Lozano, con quien procreó otros hijos: Diego, Antonia e Inés.

La niña Juana Inés creció principalmente entre las haciendas de Nepantla y Panoaya junto a su abuelo materno quien sembraba maíz, trigo y criaba ganado; se sabía que para la labranza ocupaba algunos esclavos (negros y mulatos). Juana Inés pasó su infancia en la Hacienda Panoayan, donde mostró su gran habilidad para el aprendizaje. A los 3 años ya sabía leer, apoyada por los libros de su abuelo, Pedro Ramírez de Santillana. El primer escrito del que se tiene registro de Juana de Asbaje es una loa al Santísimo Sacramento en Amecameca que contiene 360 versos en español y náhuatl, el cual escribió a los 8 años de edad, o eso es lo que se cree. Los abuelos maternos de Juana Inés murieron entre los años 1655 y 1657 y la madre de Sor Juana se hizo cargo por completo de las haciendas. Posteriormente nacen sus tres medios hermanos.

Para 1659, se trasladó con su familia a la Ciudad de México en donde estudió con el bachiller Martín de Olivas y aprendió a hablar latín, según Calleja, en 20 lecciones. En la Ciudad de México llegó a vivir con Juan de Mata y María Ramírez, hermana de su madre. Es de mencionar que 4 años más tarde comenzó a trabajar como empleada doméstica de la marquesa de Mancera, quien después sería su base para ser presentada ante la corte de la Nueva España. Su gran intelecto y dominio de diversos temas pronto la llevaron a ser una de las mujeres más admiradas por los virreyes. Entre 1663 y 1665 fue aceptada como criada de la virreina Leonor de Carreto, marquesa de Mancera. Durante este periodo se hizo conocida en la corte por su sagacidad y erudición.

Es célebre la anécdota de un examen público al que fue sometida cuando tenía alrededor de 17 años para saber si su sabiduría era humana o divina (“adquirida” o “infusa”, según el relato de Calleja). Ante la corte, cuarenta sabios le plantearon una serie de preguntas sobre diversos temas, que ella supo responder. Durante muchos años, la fama de sor Juana se debió a la amplitud y profundidad de sus conocimientos, más que a su obra literaria. En el Teatro de virtudes políticas, impreso en 1680, Carlos de Sigüenza y Góngora subraya “su capacidad en la enciclopedia y universalidad en las letras”.

Puesto que sor Juana deseaba entregarse completamente al estudio y no estaba interesada en el matrimonio, siguió el consejo del padre Antonio Núñez de Miranda, confesor de los virreyes, y entró al Convento de San José de las Carmelitas Descalzas, el 14 de agosto de 1667.Incapaz de resistir la austeridad y disciplina de esta orden, el 18 de noviembre del mismo año la dejó por motivos de salud. Sin embargo, su decisión de entregarse a la religión para seguir con sus estudios no terminaría ahí. En el año de 1668, en febrero, Juana Inés ingresa como novicia al convento de San Jerónimo, de las hijas de Santa Paula (fundado desde 1585) y donde se practicaba la regla de San Agustín. Profesa como religiosa en el convento de San Jerónimo el 24 de febrero de 1669 y toma el nombre de sor Juana Inés de la Cruz.

Ahí pudo, además de cumplir funciones como contadora y archivista, dedicarse al estudio y sostener prolíficas amistades con los virreyes marqueses de Mancera (1664-1673), fray Payo Enríquez de Rivera (1673-1680) y con los marqueses de la Laguna y condes de Paredes (1680-1686), Tomás Antonio de la Cerda y María Luisa Manrique de Lara. En el convento de San Jerónimo pasará el resto de su vida la joven monja, aproximadamente 27 años. Una primera enfermedad del tifus la pone en verdadero peligro hacia los años de 1671 o 1672. Su celda se convirtió en el sitio perfecto para continuar con sus estudios y en la que logró escribir poesía, obras de teatro, obras musicales, ensayos, novelas, comedias y hasta un libro de cocina.

Durante su juventud, el prestigio de sor Juana provocó que distintas instituciones le encargaran poemas como el Soneto fúnebre a Felipe iv (1666), un romance al arzobispo fray Payo Enríquez de Rivera (1671), sonetos fúnebres al duque de Veraguas, un soneto acróstico a Martín de Olivas (1673) y sonetos fúnebres por el fallecimiento de la marquesa de Mancera (1674). En 1671 durante los años que estuvo en el convento de San Jerónimo, sobresalió más que en el ejercicio religioso (que cumplía cabalmente) en la escritura y en la administración del convento del que fue contadora durante nueve años. Sor Juana convivió fraternalmente con los marqueses de Mancera, a quienes quería mucho y dedicaba parte de su poesía. Hacia el año de 1674 morirá la que fuera su protectora la marquesa de Mancera, Leonor Carreto (en Tepeaca, Puebla, rumbo a Veracruz).

Su buena relación con la Corte le permitió escribir más cada día. Para 1676 se publicaron algunos de sus villancicos. El año de 1680 será muy significativo para la ciudad virreinal así como para la monja jerónima, ya que compone el Arco Triunfal del “Neptuno alegórico” de los virreyes recién llegados: los marqueses de la Laguna. A partir de este momento la fama de la monja jerónima así como su madurez en las letras van llegando de uno en uno, además de recibir apoyos económicos para sus proyectos personales y conventuales. Esta obra le ganó el favor de los virreyes y propició el comienzo de la intensa amistad entre sor Juana y la virreina. Antes de conocerla, sor Juana había dedicado sus dotes poéticas casi exclusivamente a la redacción de villancicos por encargo.

La condesa de Paredes era una mujer formada en la corte madrileña y estimuló a sor Juana a escribir obras personales según las corrientes literarias de la época. Durante siete años, la amistad con la virreina quedó manifiesta en gran parte de sus poemas de elogio y amor. Gracias al apoyo de los virreyes, ella pudo escribir y representar comedias profanas: en 1683 se representó Los empeños de una casa y en 1689 Amor es más laberinto, escrita por sor Juana y Juan de Guevara para celebrar el cumpleaños del nuevo virrey Gaspar de la Cerda, conde de Galve (1688-1696).

La mayor parte de su obra se publicó en un volumen en Madrid, conocido como la “Inundación Castálida” de 1689. En esta edición española se dan a conocer todos los poemas bellísimos de Sor Juana que ya la habían consagrado más que como monja como una poeta de la vida, del amor y de los requiebros de los desamores; podemos encontrar sus conocidos sonetos, romances, redondillas, endechas, liras y otros géneros líricos. Además realizó tres autos sacramentales deSor Juana: “El cetro de José”, “El mártir del sacramento, San Hermenegildo” y “El divino Narciso” (publicación en 1690). El primero de los autos sacramentales de carácter bíblico, el segundo histórico y el último mitológico.

La activa vida intelectual de sor Juana le produjo diversos conflictos eclesiásticos, pues la ideología de su tiempo excluía a las mujeres del debate teológico y filosófico. En 1690 escribió una crítica al Sermón del Mandato del afamado predicador portugués Antonio Vieyra, el cual fue publicado como Carta atenagórica por el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz. Posteriormente, Fernández de Santa Cruz (firmando con el seudónimo sor Filotea de la Cruz) envió una carta a la monja, donde la exhortaba a concentrarse en las letras divinas y abandonar las humanas. Este fue el detonador de la famosa Respuesta a sor Filotea, fechada en 1691, donde sor Juana expone algunos rasgos de su vida y carácter; en ella se hace patente su erudición e inteligencia, aunque ella argumenta que no está capacitada para dedicarse a la teología.

En la Respuesta a Sor Filotea de 1691, para contestar la carta del Obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, pueden conocerse varios datos biográficos e intelectuales de Sor Juana, aquí ella declara haber escrito por propio gusto un papelillo “que llaman El sueño”, poema filosófico de 975 versos escritos en una silva que sigue los modelos retóricos de la época. Se ha señalado que pudo haber sido a semejanza del de Góngora, “Las soledades”. No obstante, la intención en este poema es la de plasmar un viaje del conocimiento y la impotencia de poder poseer todo al final del mundo iluminado.

Hacia el año de 1692 se publica el segundo volumen de sus obras, y a continuación (1692-1693) escribe sus interesantes “Enigmas para la Casa do placer de las monjas portuguesas”. En 1693 la vida de sor Juana sufrió cambios importantes. Volvió con su confesor de antaño, Núñez de Miranda, de quien se había separado en 1682; abandonó la escritura, y renunció a su biblioteca, aparatos científicos e instrumentos musicales. El dinero obtenido por la venta de sus pertenencias fue dedicado a la manutención de los pobres, pues una serie de hambrunas y epidemias desatadas a partir de 1690 habían generado una crisis social. Mientras que su primer gran editor moderno, el padre Alfonso Méndez Plancarte y otros críticos católicos explican este proceso como una purificación espiritual, otros críticos (Octavio Paz, Elías Trabulse) la atribuyen a una fuerte represión ejercida por su confesor Núñez de Miranda y el arzobispo misógino Francisco de Aguiar y Seijas. Los motivos verdaderos de la renuncia a la literatura y sus posesiones son desconocidos.

Muy pronto en 1693 encontramos ya una separación rotunda y un retiro en la monja escritora, deja ya de acudir al locutorio e inicia un silencio sin retorno. En 1694, sor Juana confirmó sus votos religiosos y protestó defender la Inmaculada Concepción. Puesto que la peste afectó a numerosas monjas recluidas en el Convento de San Jerónimo, y sor Juana cuidaba de ellas, se contagió y murió el 17 de abril de 1695. Se le sepulta en el coro bajo de la iglesia del templo de San Jerónimo, actualmente ex templo de San Jerónimo de la Universidad Claustro de Sor Juana.

En 1700 se publican en Madrid sus Obras póstumas. Los trabajos de excavación dirigidos por el antropólogo físico Arturo Romano Pacheco, en colaboración con la doctora Teresa Jaen dieron como resultado el espléndido descubrimiento de los restos de Sor Juana Inés de la Cruz, el 25 de noviembre de 1978. Después de 32 años, gracias a estudios de antropología física forense, se pudo determinar con alta probabilidad que los restos encontrados en el coro, bajo el ex Convento de San Jerónimo, efectivamente pertenecen a la “Décima Musa”. El 17 de abril de 2015. La Universidad del Claustro de Sor Juana conmemoró el 320 aniversario luctuoso de la “Décima Musa”. Se realizó una procesión con los restos de Sor Juana en un féretro por el patio del Gran Claustro del ex convento de San Jerónimo, mismo que se depositó en un nicho diseñado ex profeso y resguardado por un cristal, en el Soto Coro de El Claustro. Se canceló un timbre postal conmemorativo de la efeméride luctuosa de Sor Juana Inés de la Cruz.

Por su gran talento e inteligencia, sus más grandes críticos le otorgaron el sobrenombre de “La décima musa” por ser una de las mujeres más destacadas del llamado Siglo de Oro de las letras y las artes hispánicas.

El Clautro, Cultura Colectiva y Enciclopedia de Literatura en México

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