Revista Única te habla de varias curiosidades en la vida del gran genio de la música, Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy recordamos a un genio de la música hablamos de Wolfgang Amadeus Mozart quien murió el 5 o 6 de diciembre de 1791 en realidad la fecha varia de acuerdo a los biógrafos pero el músico nació el 27 de enero de 1756 en Salzburgo (Austria).
Desde muy pequeño mostró grandes facultades para el piano y el violín, y a los 5 años ya había compuesto pequeñas obras que tocaba con su familia en galas europeas. En su vida tuvo muchos datos curiosos te contamos:
Mozart fue un niño prodigio ya que a los 3 años, distinguía con facilidad las sucesiones armónicas del clavicordio y tocaba de oído muchas melodías al piano.
Inició su carrera musical a los 5 años, tocando junto a su hermana en las más prestigiosas cortes de Europa. El músico compuso su primera sinfonía a los 8 años y su primera ópera completa a los 14. Además, 33 de sus 68 sinfonías las escribió entre los 8 y los 19.
Su hermana Nannerl era cuatro años más grande que Wolfgang, desde pequeña mostró gran habilidad para tocar diversos instrumentos.
Nannerl sentía deseos de componer música como su hermano, pero su condición de mujer no se lo permitió, así que se dedicó a dar clases de piano para niñas.
El nombre real de su hermana Nannerl era Maria Anna Walburga Ignatia Mozart. Wolfgang y Nannerl fueron los únicos dos sobrevivientes de siete hermanos.
A pesar de que mucha gente lo conocía como Wolfgang Amadeus, su nombre de pila era Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus. Mozart prefirió la traducción latina de su último nombre, Theophilus, que es de origen griego y significa “amor de Dios”.
A fin de presentar a Mozart al mundo, su familia emprendió grandes giras ofreciendo recitales ante importantes personajes del siglo XVIII, como el emperador Maximiliano José II, la emperatriz María Teresa, el rey de Francia, Luis XV, y el rey de Inglaterra, Jorge III, todo esto cuando apenas tenía entre seis y siete años.
A los 8 años Mozart le pidió a María Antonieta de Austria (futura reina de Francia) que se casara con él.
Mozart ganó la plaza de Maestro de Concierto en Salzburgo, su ciudad de nacimiento, en 1769. Sin embargo, no recibía sueldo por ser menor de edad.
En el año de 1770, con sólo 14 años (cuando la edad mínima exigida por el reglamento era de 20), fue admitido en la Academia Filarmónica de Bolonia, donde completó el examen de admisión en solo media hora, mientras que al resto de aspirantes les costó tres.
Una muestra de la prodigiosa memoria musical sería la anécdota ocurrida cuando contaba con tan sólo catorce años, durante un viaje a Roma con su padre.
Este pidió a la Biblioteca Vaticana la partitura del Miserere, de Gregorio Allegri, compositor del siglo XV, que sólo se cantaba en Roma durante la Semana Santa.
Le denegaron la partitura porque estaba considerada como exclusiva y no se permitía su difusión. Al día siguiente, el adolescente Mozart acudió a la iglesia donde se ejecutaba la pieza y tras escucharla, volvió a su hotel y la reprodujo totalmente.
Sólo necesitó volver al día siguiente para hacer algunas correcciones. La pieza dejó de ser secreta desde entonces.
Mozart no soportaba el sonido de la flauta y, por ello, solamente compuso conciertos para este instrumento por encargo. Según solía decir el genio de Salzburgo, “lo único peor que una flauta son dos flautas”.
Es de mencionar que en un momento determinado sustituyó la flauta por el clarinete, instrumento que sí le encantaba, sobre todo después de haber sido ampliadas sus posibilidades por un clarinetista de la época que añadió unas llaves al instrumento para aumentar su versatilidad.
A partir del concierto para clarinete K.622, de Mozart, empezó a utilizarse este instrumento en las orquestas.
Al genio se le atribuyen 621 obras (600 de ellas completas), que incluyen 68 sinfonías, 36 sonatas para violín, 27 conciertos para piano, 26 sonatas para piano, 23 cuartetos de cuerda, 6 quintetos de cuerda, etc.
Y él mismo las pasó al papel todas, casi sin tachones ni enmiendas. Algo increíble teniendo en cuenta que solo vivió 35 años.
La velocidad que en ocasiones demostraba Mozart en sus composiciones es un caso único en la Historia. Tal vez se deba a su costumbre y tremenda facilidad de componer “en la cabeza” y no pasarlo al papel hasta estar prácticamente acabada la obra.
Su ópera “La Clemencia de Tito” fue escrita en tan sólo 18 días. La sinfonía 425, conocida como “Linz” se compuso, transcribió y preparó para su estreno en sólo cinco días.
De acuerdo a investigaciones se sabe que padeció el síndrome de Tourete un trastorno nervioso que causa comportamientos compulsivos y obsesivos que se manifiestan por la incapacidad para comportarse adecuadamente en sociedad.
Debido al síndrome de Tourette, Mozart utilizaba de forma compulsiva expresiones vulgares e insultos, como demuestran algunas de sus cartas que aún se conservan.
Cuando se estrenó Las bodas de Fígaro, el Archiduque Fernando le dijo a Mozart: “No sé si le gustará a la gente, mi querido Mozart, es demasiado ruidoso, tiene demasiadas notas”.
A lo que Mozart no pudo evitar corregir a tan importante personaje: “No, mi señor, tiene sólo las necesarias”.
En cierta ocasión le preguntaron a Gioacchino Rossini:
— ¿Quién es el más grande de los músicos?
— Beethoven —respondió el autor de El Barbero de Sevilla.
— ¿Y Mozart? —insistió quien preguntaba
— ¿Mozart? —dijo Rossini— ¡Ah, Mozart es único!
Han llegado a calcular la rapidez y eficacia con la que Mozart escribía su música. Si un copista transcribiera toda su obra, tardaría unos veinticinco años, trabajando unas diez horas diarias.
Descontando cuanto se quiera por aquello de la exageración, se deduce sin duda que Mozart fue el músico más precoz y más rápido de todos los tiempos.
El caso de Mozart se antoja inexplicable. ¿Cómo, si no, podría manifestarse la Divinidad, a no ser por la evidencia de los milagros que se producen en algunos hombres, que no hacen sino asombrarnos y desconcertarnos?” (Johann W. von Goethe).
Para Mozart el número tres fue un número especial, tal vez por su vinculación a la Masonería donde dicho número tiene un especial significado ritual.
En muchas obras del genio, este número tres es frecuente. En la Flauta mágica aparecen tres acordes mayores en la obertura, tres damas servidoras de la Reina de la Noche, tres jóvenes que ayudan al protagonista, tres instrumentos mágicos, tres pruebas iniciáticas, tres templos, etc.
A los 28 años Mozart se unió a la francmasonería, una fraternidad secreta con muchos siglos de historia en la cultura occidental.
Sobre la capacidad memorística que Mozart tenía para la música, se cuenta que un día, cuando le faltaba poco para morir, Schikaneder le sorprendió escribiendo el Requiem, en lugar de La flauta mágica que estaba encargada antes y tenía la fecha de estreno ya comprometida.
El empresario teatral se desesperó e increpó a Mozart: ¿Dónde está mi música?. Mozart señaló su cabeza y dijo: “Aquí es donde la tengo, todo lo demás son sólo garabatos y más garabatos en la partitura”
“El implacable fatalismo de Don Giovanni y la serenidad de La flauta mágica representan, tal vez, lo único genuino que el arte moderno ha aportado después del arte griego. La sublime pureza de algunos pasajes de esta última obra hace que aflore un ámbito de ardiente misticismo. Todo es luz. Sólo luz.” (Romain Rolland).
Siendo Mozart un adolescente, se le acercó un muchacho de su edad y le preguntó cómo se componía una sinfonía. Mozart le contestó que aún debía dejar pasar muchos años de aprendizaje antes de intentarlo.
El joven, irritado con la respuesta le objetó: “Pero tú ya componías a los diez años”. Mozart, imperturbable contestó: “Sí, pero no tenía que preguntar cómo”.
Se ha especulado mucho sobre la enemistad de Mozart con Salieri, compositor de gran prestigio en aquella época; llegó a decirse incluso que Salieri había envenenado a Mozart.
Pero lo cierto es que las relaciones entre ambos fueron siempre de amistad. Esta falsa idea se popularizó cuando Salieri a punto de morir y con el juicio perdido, manifestó sentirse culpable de la muerte de Mozart.
Tal vez no era más que el recuerdo de no haber podido ayudarle en sus últimos momentos. Se insistió en esta falsa leyenda negra cuando Pushkin escribió su drama “Mozart y Salieri” llevado luego a la ópera por Rimsky-Korsakov, y más recientemente con la película “Amadeus” de Milos Forman.
Mozart murió mientras escribía la que iba a ser su obra más famosa, la Misa de Réquiem. A pedido de su esposa, luego de su muerte, el Réquiem fue finalizado por un alumno de Mozart.
El compositor escribió la obertura de Don Giovanni, la mejor ópera de la historia, en una mañana el día del estreno.
Desde 1786, se redujeron sus conciertos públicos y con ello sus ingresos. Así, las penurias económicas sufridas en la última parte de su vida hicieron que fuese enterrado en una tumba comunitaria (una especie de fosa común) sin ninguna anotación.
Por eso, no hay garantías de que los restos del compositor estén localizados.
Mozart murió a los 35 años de edad en Viena, en circunstancias nunca aclaradas del todo: no se realizó autopsia.
Se han propuesto una multitud de teorías sobre las causas, incluyendo triquinosis, gripe, una extraña afección de riñón y envenenamiento por mercurio (falsamente atribuido a Salieri).
Sin embargo, la versión más ampliamente aceptada es que murió de una fiebre reumática aguda.
Sintiendo su final a la vuelta de la esquina, presentó en Viena uno de sus últimos conciertos en 1791. Unos días antes, un extraño se presentó en su casa y le encargó a Mozart la composición de un réquiem.
Obsesionado con la idea de la muerte tras la despedida de su padre, el músico terminó por creer que esta obra sería la de su propio funeral.
Esta, una de sus grandes composiciones, no pudo ser terminada, puesto que murió en plena escritura. Sus aprendices, por petición de su esposa, la termino uno de sus alumnos.
A pesar de ser un gran genio tuvo un breve funeral en la Iglesia de SanKt Stephen al que acudieron algunos amigos, entre ellos el también compositor Antonio Salieri, varios francmasones y algunos nobles, pero una fuerte lluvia y la ventisca impidieron que el grupo acompañase al féretro al cementerio de Sankt Marrx, a las afueras de la ciudad.
Se dice que su tumba quedó sin señal ni cruz y para 1901, cuando se trató de identificar los restos, no fue posible, por lo que su lugar de entierro es aún un misterio.
Con esto el entierro de Mozart fue un perfecto colofón para tan ajetreada vida. En muchos libros se dice que la comitiva del entierro se dispersó por una fuerte tormenta y terminó por ser arrojado a una fosa común. No se sabe con exactitud.
Dado que Wolfgang Amadeus Mozart tuvo una vida dramática en muchos sentidos –su extraordinaria carrera de niño prodigio, sus luchas para alcanzar la independencia personal y económica, sus problemas financieros, su extraña y temprana muerte–, ha inspirado novelas, óperas, videojuegos y películas: la más famosa, Amadeus (1984, Milos Forman), ganadora de 8 Oscar de Hollywood.
Con información de Muy Historia y hjck.com
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