Se hizo un poco de justicia, ayer entró una notificación a mi telegram que decía: Saúl Huerta el diputado que violó a un menor ha sido condenado a 22 años de prisión.
No me sentí contenta, pues mi mente viajó hacia los menores que este personaje violentó.
En Puebla, existen decenas y quizás cientos de víctimas de violencia sexual, sé de muchos casos, pero el silencio siempre es mayor por diversas circunstancias: vergüenza y miedo de la víctima o el poder de los violentadores para que el proceso sea largo y si es posible archivar el caso.
¿Cuántos jueces nos quedan a deber juicios justos y objetivos?
¿Cuántos gobernantes protegen a sus amigos desde el poder?
¿Cuántos médicos legistas, diputados, ministerios públicos, jueces, psicólogos y abogados se convierten en aliados de victimarios?
La lista, de revelarse, sería larga, pues son muchos los que han solapado estas bajezas desde hace tiempo.
Ahí está Félix Salgado Macedonio, denunciado por violación y hasta logró imponer a su hija como gobernadora de Guerrero y él despacha como vice gobernador desde el senado: tiene fuero y poder.
Los 22 años de sentencia que le dictaron a Saúl Huerta parecen muchos, pero son pocos para el daño de por vida que les causó a sus víctimas.
¿Cuántos Saúles Huerta más habrá en el congreso?
¿Cuántos más habrá escondiéndose bajo el fuero que da ‘la charola’ y el poder?
¿Cuántas víctimas guardan un terrible silencio?
¿Cuántas hablaron y sufrieron indiferencia, escepticismo e incredulidad?
