Estos se vieron marcados por el boicot de 58 países que no asistieron entre ellos EU, Alemania Federal y Japón
Este 19 de julio se cumplen 39 años de la inauguración de los Juegos Olímpicos en Moscú 1980, que fueron marcados por el boicot que realizó Estados Unidos a esta competencia, pese a este la ceremonia sería difícil de superar, el espectáculo que presenciaron 16,000 personas que asistieron al estadio Lenin, fue un evento con mucha imaginación, armonía, que deslumbro al mundo. Dejo en el olvido a México con su gran simpatía; Munich y Montreal con su colorido.
Enseñaron al mundo entero en una hora y cuarto actos de música, danza, gimnasia y acrobacia que lucieron inimaginables. El boicot, de los países con banderas olímpicas y los que renunciaron a hacer acto de presencia en la parte de mera representación deportiva quedaron totalmente difuminados. El gran error de muchos países fue no transmitir el acto, ya que merecía ser visto por un mayor número de gente.
Se recuerda que en Navidad de 1979, los tanques soviéticos invadieron Afganistán, y los aviones bombardearon Kabul. Es decir, no sólo había un conflicto en una zona del mundo; aquel conflicto lo protagonizaban los organizadores de los Juegos Olímpicos.
Aquello provocó que la polémica se propagara en todo el planeta. Más cuando Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos, afirmaba «ir a Moscú sería como un sello de aprobación a la política exterior de la Unión Soviética». Palabras que vendrían acompañadas, unas semanas más tarde, por la frase «o retiran los tanques, o retiro los atletas», a lo que Brezhnev, presidente soviético, respondió «este boicot es una clara violación de los derechos humanos», mientras seguían atacando Afganistán.
A la postura estadounidense pronto se unió Alemania, después de que el canciller Schmidt pronunciara la frase célebre «señores, debo recordarles que a Berlín lo defienden los soldados norteamericanos, y no el presidente de la Federación de Balonmano». En total, 58 países –entre los que destacaban, además de Estados Unidos y Alemania, Japón y Canadá– decidieron no acudir a Moscú.
Otros lo hicieron con reticencias. Como España, que al igual que hicieran otros países, desfiló en el Estadio Lenin el día de la inauguración con la bandera olímpica, en señal de protesta; mientras que otros países como Italia, Francia o Gran Bretaña directamente se quedaron en la villa olímpica.
Se recuerda que en este acto fueron un total de ochenta y un países, de los 145 pertenecientes al Comité Olímpico Internacional, tomaron parte en la sesión inaugural de los Juegos. La salida de los participantes, como es tradicional, se inició con la presencia, en primer lugar, de Grecia. Por orden alfabético -ruso- fueron desfilando los deportistas. Dieciséis delegaciones aparecieron sin su bandera nacional. De ellos, siete: Bélgica, Italia, Luxemburgo, Holanda, San Marino, Francia y Suiza lo hicieron sin un solo representante. Gran Bretaña, Irlanda y Portugal -una señorita- aportaron únicamente el abanderado.
Australia, Dinamarca, Nueva Zelanda y Puerto Rico desfilaron con la mayoría de sus representantes. España apareció con la bandera del Comité Olímpico, blanca con el escudo en el centro. Puerto Rico, que se unió al boicot, solo tres hombres, se presentaron porque el boxeador Mercado «se negó en rotundo a secundar las órdenes de Carter». La URSS, que cerró el desfile, pasó por la mitad del estadio a los acordes de la marcha musoliniana Bajo la doble águila.
El desfile de participantes fue el menos lucido de los últimos celebrados. Las marcadas ausencias de Estados Unidos, Alemania Federal, Canadá y Japón, que suele acudir con grandes representaciones, se dejó notar. El desfile deportivo moscovita registró un notable aumento de los países del Tercer Mundo, tanto en nacionalidades como en individuos. Por vez Primera desfiló el equipo olímpico de Zimbabue, compuesto por blancos y negros. El boicot iniciado en Munich por la Confederación Africana de Deportes contra la antigua Rhodesia había desaparecido ya, al haber constituido el equipo representativo sin distinción de razas.
Los espectadores llenaron el estadio Lenin, pese a las previsiones,en contra respondieron con gran calor ante la presencia de los equipos de los países socialistas. En la tribuna de espectadores hubo atletas australianos con su uniforme oficial, o también hubo varios cubanos. Los antillanos no participaron en el desfile, porque tenían las primeras competencias.
Una ovación especial fue para la formación de Afganistán. Las checas portaron ramitos de flores; las polacas destacaron por su belleza; los húngaros fueron los más elegantes; la representación de Guyana fue la de menores efectivos -siete personas en total– entre las que desfilaron completas, y la URSS compuso el mayor equipo, con un total de cien mujeres y 250 hombres. España con Herminio Menéndez como abanderado, desfiló con ocho mujeres y 99 hombres.
El acto se inició con los cuatro sones del carillón del Kremlin, que tuvo el acompañamiento de trompetas. En ese instante hizo su aparición en el palco presidencial el jefe del Estado soviético, Leónidas Breznev. Tras el himno soviético, la orquesta, situada en los bajos del graderío en el que se encuentra el pebetero de la llama olímpica, anunció, con música de Shostakovic, el comienzo de la ceremonia. En la pista de atletismo hicieron su aparición grupos ataviados a la manera de la Grecia antigua. Los jóvenes portaron los cinco anillos simbólicos, y las mujeres rosas de distintos colores.
Tras el desfile de todos los participantes, el presidente del comité organizador pronunció un breve discurso para presentar a lord Killanin. El presidente del Comité Olímpico Internacional acabó su corta alocución invitando a Breznev a inaugurar los Juegos. Breznev cumplió con el protocolo y sus palabras dieron paso al sonido de las trompetas. Lo de más ya es historia esta ceremonia esta considerada como una de las mejores siete ceremonias de inauguración de los Juegos Olímpicos.
Con información de El País, Libertad Digital y Ecu Red