¿Después de una excitante faena tu príncipe azul cae rendido? Hoy en Revista Única te contamos porqué los hombres se duermen después del sexo.
¿Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus? En lo referido a dormirse después de tener sexo, está claro que son géneros totalmente distintos.
Puede parecer una ciencia exacta y ser motivo de disputa conyugal, pero el hombre parece estar condicionado para dormirse después de tener sexo.
Este drama que ha perseguido al género masculino desde décadas, puede ser tildado de insensibilidad o egoísmo, pero la realidad es que la respuesta es irremediable y son las hormonas las responsables de hacer que los hombres caigan traspuestos tras alcanzar el clímax.
En defensa del hombre, hay que explicar que esta somnolencia no es una característica unica del varón, pues las mujeres también caen en un cierto letargo tras la actividad sexual. Sin embargo, la forma en la que las hormonas de unos y otras responden varía enormemente.
Si a ellos les produce una sensación de sopor que les hace buscar la almohada, a ellas les provoca una imperiosa necesidad de abrazar, mantener contacto físico o hablar con su pareja.
Ya con el conflicto armado entre sábanas, conviene romper dar un punto a favor del hombre en este tema y demostrar que la biología y la química orgánica son las culpables de este desapasionado sueño.
Normalmente la llegada al orgasmo supone desatar un cóctel hormonal que se puede calificar como un episodio narcoléptico con varias protagonistas que dejan al varón en estado pasmado y, como es evidente, esto puede interpretarse como un desplante ante la negativa a cooperar en arrumacos o charla tras terminar la faena.
Sin embargo, aunque la respuesta viene de nuestro cerebro, poco o nada tiene que ver de intencionada, sino que es un producto natural de ese torrente de hormonas que de repente relajan y dejan bajo mínimos la actividad del hombre.
La química orgánica que duerme a los hombres tras el sexo
Si te entran ganas de dormir después de hacer el amor la explicación está en el baile de hormonas que, tras la eyaculación, hace que nuestro cerebro se ponga en rompan filas.
Se habla de distintas sustancias (todas naturales, claro) como la serotonina, el óxido nitroso, la prolactina y, especialmente, la oxitocina y la vasopresina, que van a ser las grandes culpables de que no necesitemos contar ovejitas después de hacer el amor.
De hecho, la prolactina está muy relacionada con lo que conocemos como período refractario, que no es otra cosa que el tiempo que un hombre vuelve a recuperar la erección.
Curiosamente, cuanto mayor sea la presencia de esta hormona, más tiempo se tarda en ponerse de nuevo firmes.
Eso no quiere decir que debamos focalizarnos en ella como culpable de nuestras siestecitas postcoitales, sino en las dos últimas hormonas mencionadas las que más culpa tienen de que caigamos en los brazos de Morfeo: oxitocina y vasopresina.
Dos químicos naturales que se secretan en gran medida después del orgasmo y que además también se vinculan a menudo con la melatonina, la hormona primaria que regula nuestros ritmos circadianos.
En este sentido, la oxitocina se vincula a la reducción de los niveles de estrés, por lo cual puede entender que nos induzca a un mayor estado de relación y somnolencia, tal y como explica un estudio de la Universidad de Sídney.
Aun así, ciertas teorías apuntan también a otras razones por las cuales los hombres caen rendidos después de practicar sexo.
De hecho, Mark Leyner y Billy Goldberg, autores de un best seller bautizado con el obvio nombre de ¿Por qué los hombres se quedan dormidos después de darse un revolcón?, apuntaban también al «esfuerzo físico durante el sexo y después del clímax».
Aquí la justificación apuntaría a un agotamiento muscular, producto de la ausencia del glucógeno (que el hombre quemaría durante el acto) y a una mayor masa muscular, razón por la que también se cansarían antes.
Pero ¿ellas no se duermen?
Se duermen también, pero menos, y sobre todo no caen en el mismo sopor por una realidad triste: no siempre alcanzan el orgasmo, algo que es más sencillo para el hombre.
También afectaría que las mujeres no tengan ese período refractario que exige un determinado tiempo para volver a estar en plenitud para practicar el sexo.
Lo mismo que sucede debido a ese carácter multiorgásmico que el género femenino sí tiene en comparación con los hombres.
De hecho, aunque incluso la mujer alcance el orgasmo, su respuesta será diferente a la aparente indiferencia del hombre, ya que la secreción de oxitocina y vasopresina buscará complicidad, compañía y ese momento de arrumacos.
Aun así, en el caso de que cualquiera de los dos contendientes se duerma, no se trata de intentar hacerle culpable y, en el caso de que sea una actitud reiterada o molesta, hablarlo fuera de la cama para procurar ponerle remedio.