Existen una serie de sentimientos que comparten con el amor algunas de sus características y muchas veces hacen difícil saber si realmente estamos enamorados. Para no complicar este análisis sobre el tema, voy a omitir la descripción de las substancias químicas involucradas (la tan popular química del amor y solo la mencionaré al final), porque para demostrarnos que estamos enamorados no es recomendable hacernos un análisis de laboratorio. En cualquier caso, cuando te enamoras, esas substancias -lo sepas o no-, estarán acompañándote porque son el resultado y no la causa de tu enamoramiento.
Hablaré por lo tanto de la fenomenología del amor, esto es, de cómo se vive. En primer lugar hay que decir que el amor es algo que siento, no es algo que pienso; el amor no aparece a través de una decisión voluntaria, es un sentimiento que descubres cuando ya está instalado, esto es cuando ya estás enamorado/a. A continuación leerás una síntesis de los elementos que te ayudarán a identificar si lo que sientes es amor.
Cuando conoces a alguien, puede ser que su forma de ser, sus actitudes o su conversación te gusten, quizás te sientas físicamente atraído, quizás despierte aquel deseo sexual adormecido, quizás te gustaría que esa persona se fijara en alguna de tus cualidades y quisieras apropiarte del tiempo de esa persona. Cualquiera de esas situaciones que despiertan alarmas internas inesperadas, si se amalgaman unas con otras y son consistentes con tus expectativas, te motivarán a tratar de mantener un contacto más estrecho con esa persona; seguramente te sorprenderás pensando más de la cuenta en ella entre otros comportamientos inusuales que tienen el propósito -lo sepas conscientemente o no-, de asegurarte que sigue ahí cerca y que es igualmente receptiva a tus acercamientos.
El amor tiene otros síntomas que irás descubriendo con el trato. Descubrirás que esa persona se vuelve progresivamente muy importante y tratarás sobremanera de agradarla, complacerla y halagarla, lo cuál irá acompañado de una intensa satisfacción solo por el hecho de verla feliz. Las pláticas interminables de todo y nada serán más frecuentes (perderás la noción del tiempo estando con ella). Tu mente generará fantasías de una vida juntos. Te sentirás capaz de sortear cualquier dificultad que te impida estar cerca de esa persona y sufrirás si se aleja. Así descubrirás la parte romántica del amor.
Si lo que sientes es un amor pasional, tu mente construirá involuntariamente una imagen física ideal de esa persona: hermosa/varonil, atractivo/a y deseable, lo que te motivará aún más al acercamiento físico e incrementará tu deseo sexual; y algo muy importante, ninguna otra mujer/hombre, será capaz de despertar ese tipo de deseo. Es más, te darás cuenta que has perdido el interés y la motivación por otros hombres o mujeres de forma involuntaria (no porque sea una decisión consciente con el propósito de asegurarle a esa persona que es única). Tu mente generará fantasías sobre una relación juntos a largo plazo, viviendo felices.
El amor surge involuntariamente, no tiene edad, es ciego, no respeta las diferencias físicas ni grupo étnico, (recuérdese la representación del amor en la mitología griega [Cupido], que aparece representado como un niño con los ojos vendados listo para disparar indiscriminadamente sus flechas de amor). El amor no respeta los convencionalismos sociales; Helena, era una mujer casada cuando se fuga con el bello Paris y ese hecho desencadena la legendaria guerra de Troya; Manuelita Saenz, también una mujer bien casada, se enamora del Libertador Simón Bolívar, John Lennon a pesar de todos los pronósticos, se enamora de Yoko Ono, en Hollywood las parejas desafían todo límite de edad, cultura, grupo étnico, religión, etc.
La elección de esa persona especial, activa un cóctel hormonal que facilita que la mente sobrevalore las características de la otra persona y la vida en común, proporcionándole al vínculo afectivo su fuerza y colorido inicial que desafía todas las posibles trabas.
Cuando el amor triunfa, se conforma la pareja y después del primer o segundo hijo/a, -según las hipótesis de los biólogos evolutivos-, ese cóctel empieza a disminuir y la toma de decisiones queda en control de nuestra corteza prefrontal. Se impone la consciencia y la cultura para mantener esa relación a largo plazo al gusto de ambos o proceder a disolverla.
Se ha hablado mucho de la distinción entre el enamoramiento, que se identifica por los efectos alterados provocados por el coctel químico inicial, del «verdadero» amor, que aparece cuando se toma consciencia del valor que esa persona tiene en nuestra vida y tendemos a hacer todo lo posible por mantener esa relación por decisión. Nos acostumbramos a su presencia, nos hace falta cuando no está, etc. En este momento es claro, que el apoyo químico al vínculo afectivo amoroso, ya cumplió su misión y deja el campo libre a la dinámica social con sus rituales, costumbres, valores y a las decisiones personales que son las que permitirán o no, que esa relación continúe. El enamoramiento da paso al amor de conveniencia/convivencia «en las buenas y en las malas». Una relación de acompañamiento, amistad con sexo eventual, responsabilidades conjuntas, experiencias compartidas, confianza, apoyo, cuidado, etc. etc. que es la parte de la historia más conocida.
Por Mtro. Alfonso Aguirre Sandoval