Un producto creado «para gustar»
‘New Amsterdam’ está pensada para que nos encariñemos con ella. Cuenta las historias que suceden en el hospital que da nombre a la serie, en Nueva York, que resulta ser el hospital público más antiguo de Estados Unidos.

De hecho, una de las mejores cosas que tiene la serie es la continua denuncia a la dejadez que sufre en la vida real la sanidad norteamericana. El actor Ryan Eggol protagoniza el papel de Max Goodwin, un personaje que llega al New Amsterdam como nuevo Director Médico y, lo primero que le advierten, es el bajo presupuesto con el que cuentan. Pero, pese a todo, él recorre los pasillos del hospital repitiendo como un mantra la misma frase: «¿En qué te puedo ayudar?«, considerando a cada integrante, desde los jefes de cirugía hasta los encargados de limpieza y mantenimiento.
Es una serie rápida, de esas en las que en cada capítulo suceden millones de pequeñas historias. Y en todas, de alguna manera, está involucrado el protagonista (Max Goodwin), cuyos días parece que tienen el doble de horas que el de los demás. Hay que resaltar también que, de todas las especialidades médicas que puede tener un hospital, una de las que más peso tiene en la historia es la de psiquiatría. ‘New Amsterdam’ le dedica a la salud mental casi tanto tiempo como a la física, algo que también es de agradecer en una serie médica, que muchas de ellas tienden a pecar de ser simplemente un catálogo de enfermedades poco comunes.
Una serie inclusiva y con un reparto multirracial.
Otro de los puntos a favor de ‘New Amsterdam’ es que es, a simple vista, de lo más inclusiva. Hay mujeres ocupando altos cargos, incluso mujeres negras, personal médico de todas las razas y pacientes de todas las clases sociales. Sobre todo en un proyecto cuyo argumento está basado en la profesionalidad de los personajes y en su modo de trabajar. A esto se le agrega el drama que va naciendo de la relación de los personajes, pero ¿acaso eso no es el salseo de todas las series de hospitales?

‘New Amsterdam’ es una serie, en definitiva, agradable de ver. Tiene los puntos justos de calidez y comedia como para no tomarse a broma la enfermedad y no llegar a pasarse de cursi. Tiene un ritmo que consigue atraparte para que no sea aburrida. Además, tiene capítulos de 40 minutos ideales para sentarse delante de la tele a desconectar del día y ver cómo trabajan en un hospital.
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