Cada 21 de marzo celebramos el Día Mundial de la Poesía.
Es por ello que, para festejar la fecha, en Revista Única te compartimos a algunas de las muchas mujeres poetas que han hecho historia.
Porque además de todo, también conmemoramos el mes de la mujer.
Aunque no podemos decir que la poesía es un asunto de mujeres, porque en realidad es un asunto de la humanidad.
Y para comenzar con este recuento de mujeres poetas en la historia, te compartimos esta cita de Virginia Woolf:
Me atrevería a aventurar que Anónimo, que tantas obras ha escrito sin firmar, era a menudo una mujer
Virginia Woolf
Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695)

Sor Juana es la última gran poeta de los Siglos de Oro de la literatura en español. Su vida intelectual fue muy intensa y abarcó todos los saberes de la época.
Escribió numerosos poemas líricos, cortesanos y filosóficos, comedias teatrales, obras religiosas y villancicos para las principales catedrales del Virreinato.
Procura desmentir los elogios
Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
este en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido:
es un vano artificio
del cuidado;
es una flor al viento
delicada;
es un resguardo inútil para el hado;
es una necia diligencia
errada;
es un afán caduco, y,
bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
Mujeres poetas en la historia: Emily Dickinson (1830-1886)

Una de las poetas más importantes de todos los tiempos, una mujer experta en poemas-revolución con líneas cortas, puntuación poco clara y rimas imperfectas.
En su momento, editaron muchísimo sus poemas para adaptarlos a las normas de la época, pero aún así, siempre fueron una maravilla.
Sin duda, Emily tenía que estar en esta lista de mujeres poetas que dejaron una huella imborrable en la historia mundial.
Cuando cuento las semillas
Cuando cuento las semillas
sembradas allá abajo
para florecer así, lado a lado;
cuando examino a la gente
que tan bajo yace
para llegar tan alto;
cuando creo que el jardín
que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja.
Mujeres poetas en la historia: Gabriela Mistral (1889-1957)
Chilena de nacimiento, su huella fue tal que se llevó el Premio Nobel de Literatura.
Una de las mujeres más influyentes en el mundo de la literatura y una de las chilenas más importantes de todos los tiempos.
Por esa razón, Gabriela Mistral es una de las mujeres poetas que no sólo marcó a su país, sino al mundo entero.
Doña Primavera
Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.
Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.
Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!
Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo…
No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?
¿Cómo va a encontralas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?
De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.
Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas…
Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:
Rosas de alegría, rosas de perdón, rosas de cariño,
y de exultación.
Mujeres poetas en la historia: Sylvia Plath (1932-1963)
Poeta estadounidense que dejó una gran obra tanto en prosa como en poemas, estando considerada además una de las mayores mujeres especializadas en la llamada poesía confesional.
Tenía una pluma privilegiada y una personalidad única, pero lamentablemente se suicidó cuando tenía tan sólo 30 años.
Aquí te compartimos uno de sus poemas, porque, sin duda, Plath es una de las mujeres poetas más importantes de todos los tiempos.
Carta de amor
No es fácil expresar lo que has cambiado.
Si ahora estoy viva entonces muerta he estado,
aunque, como una piedra, sin saberlo,
quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.
No me moviste un ápice, tampoco
me dejaste hacia el cielo alzar los ojos
en paz, sin esperanza, por supuesto,
de asir los astros o el azul con ellos.
No fue eso. Dormí: una serpiente
como una roca entre las rocas hiende
el intervalo del invierno blanco,
cual mis vecinos, nunca disfrutando
del millón de mejillas cinceladas
que a cada instante para fundir se alzan
las mías de basalto.
Como ángeles
que lloran por la gente tonta hacen
lágrimas que se congelan. Los muertos
tenían yelmos helados. No les creo.
Me dormí como un dedo curvo yace.
Lo primero que vi fue puro aire
y gotas que se alzaban de un rocío
límpidas como espíritus.
Y miro densas y mudas piedras en tomo a mí,
sin comprender. Reluzco y me deshojo
como mica que a sí misma se escancie,
igual que un líquido entre patas de ave,
entre tallos de planta.
Mas no pienses
que me engañaste, eras transparente.
Árbol y piedra nítidos, sin sombras.
Mi dedo, cual cristal de luz sonora.
Yo florecía como rama en marzo:
una pierna y un brazo y otro brazo.
De piedra a nube iba yo ascendiendo.
A una especie de dios ya me asemejo,
hiende el aire la veste de mi alma
cual pura hoja de hielo.
Es una dádiva.
Alejandra Pizarnik (1936-1972)
Alejandra Pizarnik dejó un gran legado que incluía un diario de casi 1000 páginas, poemas, cartas, relatos y varias novelas cortas.
Su obra está marcada por el surrealismo y trató especialmente temas como la muerte, la naturaleza o la infancia.
La poeta se suicidó a los 36 años.
Hija del viento
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Y como un regalo extra, compartimos a una gran poeta que, además, es poblana.
Elena Garro (1916-1998)
No podemos hablar de mujeres poetas en la historia sin hablar de Elena Garro.
Ella fue una poeta poblana, mayormente conocida por su prosa, sus novelas, y por la pasada represión política de su obra en respuesta a su activismo social y su perspectiva feminista.
Sin embargo, su poesía no es muy conocida, ya que fue compilada y publicada por la Dra. Patricia Rosas Lopátegui por primera vez en 2016 con Cristales de tiempo.
El extranjero
Allá donde encontramos lo perdido.
Allá donde se va lo que se tuvo.
Allá donde los muertos están muertos
y hay días en que renacen y repiten
los actos anteriores a su muerte.
Allá donde lloradas lágrimas se vuelven
a llorar sin llanto
y en donde labios intangibles se buscan
y se encuentran ya sin cuerpo.
Allá donde pronto somos niños
y tenemos casa
y en donde las ciudades son fotografías
y sus monumentos residen en el aire
y hay pedazos de jardines atados a unos ojos.
Allá donde los árboles están en el vacío
donde hay amores y parientes mezclados
con objetos familiares.
Allá donde las fiestas suceden a los duelos
los nacimientos a las muertes
los días de lluvia
a los días de sol.
Allá, solitario, sin tiempo, sin infancia,
cometa sin orígenes, extranjero al paisaje
paseándote entre extraños.
Allá resides tú,
donde reside la memoria.
Foto de portada: NuestrasVoces.
Elvira Sastre (1992)
Elvira Sastre nació en Segovia, España, en 1992.
A los quince años inauguró el blog Relocos y Recuerdos, donde comenzó todo.
Pronto sus poemas y escritos cobraron gran relevancia y a la fecha cuenta con más de diez obras publicadas, entre poemarios y audiollibros.
En 2019, Elvira Sastre ganó el premio Biblioteca Breve por su primera novela ‘Días sin ti’.
Es por ello que, si hablamos de mujeres poetas en la historia, Elvira debe estar dentro.
El lugar que tú ocupas
Por suerte,
existes.
Y por suerte, también,
no solo existes,
sino que te colocas aquí,
justo al lado de todo lo que está lejos,
para estar cerca.
Y por suerte, aún más,
no solo existes
y te colocas aquí,
sino que es en ese exacto lugar
en el que me haces creer
que merezco habitarlo,
conocer los rincones que lo atajan
y saber mirarte también
cuando cierro los ojos.
Como un sueño.
Como el sueño que aparece
en el momento preciso
en el lugar que tú ocupas.
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