San Felipe fue martirizado en Japón.
Cuenta que Felipe grito «Jesús, Jesús, Jesús», momentos antes de su muerte en una cruz y atravesado por dos lanzas durante las persecuciones contra los cristianos en Japón. La fiesta de este mártir se celebra el 5 de febrero fue el primer santo y mártir mexicano y se le nombro patrono de la Ciudad de México. En Puebla existe un templo dedicado al santo esta ubicado en el centro de la junta auxiliar de San Felipe Hueyotlipan, hoy con la contingencia no es posible que se realice una fiesta por esto las celebraciones se realizan solo con 20% de la capacidad del lugar o solo se transmiten vía redes sociales.
Pero ¿quién fue y qué hizo? San Felipe nació en la ciudad de México en el año de 1572 y fue hijo de inmigrantes españoles. Fue un niño inquieto y muy travieso, ponía en aprietos a sus padres y sus familiares cercanos, quienes a veces no veían con buenos ojos sus travesuras. Cuando llegó a la adolescencia decidió ingresar al noviciado de los franciscanos, pero no pudo resistir la austeridad y severidad de las reglas del convento, por lo que se escapó y regresó a la casa paterna. Ejerció por algunos años el oficio de platero, pero como las ganancias eran muy pocas, su padre decidió enviarlo a las Islas Filipinas a probar fortuna.

Así Felipe llegó a la ciudad de Manila donde gozó del imperio de artes, riquezas y placeres que ofrecía la ciudad; pero la angustia, el vacío y el sinsentido de su propia vida golpeaba su corazón de manera constante y en medio de aquel doloroso vacío volvió a oír muy tenue la llamada de Cristo: «Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme» (Mt. 16.24). Por fin Felipe dio un si al llamado de Cristo, ingresó a la Orden de los Franciscanos en Manila e inició el proceso de su conversión. Se entregó a la oración, a los estudios y a la ayuda caritativa y servicial con los hermanos más necesitados y enfermos.
Así un buen día le anunciaron que podía ordenarse sacerdote y por una gracia especial, esa ordenación tendría lugar precisamente en su ciudad natal, en México. Se embarcó junto con Fray Juan Pobre y otros franciscanos rumbo a la Nueva España, pero una gran tempestad arrojó la embarcación a las costas del Japón, lugar donde Fray Pedro Bautista y otros hermanos franciscanos realizaban un arduo trabajo evangelizador.

Felipe se sintió muy feliz con este cambio de destino, ya que era consciente de que era una instancia poderosa para reforzar su «Sí» al Señor en su entrega para la conversión de los japoneses de aquel lugar. Así los esfuerzos de Felipe y sus hermanos dieron frutos; sin embargo, estalló la persecución de Taicosama contra los franciscanos y los catequistas. Así el santo en su calidad de náufrago, hubiera podido evitar honrosamente la prisión y los tormentos como lo habían hecho Fray Juan Pobre y sus compañeros de naufragio.
San Felipe rechazó esta oportunidad y decidió abrazar del todo la cruz de Cristo, permaneciendo hasta el último suplicio junto a San Pedro Bautista y demás misioneros franciscanos que desde hacía años evangelizaban Japón. El santo fue llevado por algunas de las principales ciudades para que se burlaran de él. Sufrió pacientemente que el cortaran, como a todos los demás, una oreja. En la ciudad de Nagasaki, finalmente, San Felipe y otros franciscanos, además de laicos y jesuitas, abrazó la Cruz de la cual fue colgado, suspendido mediante una argolla y atravesado por dos lanzas.
Con esto San Felipe fue el primero en morir el 5 de febrero de 1597, en medio de todos los mártires. Cuando se supo la noticia en México del martirio de San Felipe de Jesús, las autoridades decretaron que se celebrara su testimonio de fe. Pocos años después se convirtió en fiesta nacional y el nombre del santo fue adoptado por barrios y pueblos que lo eligieron como patrono. Fue beatificado con sus compañeros de martirio, el 14 de septiembre de 1627 y canonizado el 8 de junio de 1862.
Finalmente entre 1958 y 1962 se construyó en Japón el conjunto arquitectónico del parque Nishizaka, en Nagasaki, conformado por la Iglesia San Felipe de Jesús y el museo de los 26 mártires. Todo esto en el marco del centenario de la canonización de estos hombres de Dios, gracias a donaciones que fueron enviadas principalmente de México.
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