viernes, julio 26, 2024
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El templo de la Compañía y su historia

¿Sabías que la tumba de la China Poblana se encuentra en el templo de la Compañía?

El templo de la Compañía como es conocido popularmente debido a que fue fundado por los jesuitas pero en realidad es el templo Expiatorio del Espíritu Santo, se ubica en la 4 sur y avenida Juan de Palafox y Mendoza, en el Centro Histórico. El edificio se finalizó en el siglo XVIII y destaca por su magnificencia, su fachada blanca realza el pórtico de cantera gris a la entrada de estilo italiano enmarcado por dos torres campanario. Su interior es de estilo neoclásico, y destaca el retablo de mármol y las esculturas de los 12 apóstoles. En su sacristía se encuentra el tesoro artístico en los lienzos de Carnero y un trabajo de marquetería de la tradición mudéjar.

Aquí tienes que visitar la tumba de Catarina de San Juan mejor conocida como la China Poblana, que se encuentra empotrada en la pared de la antesala de la sacristía, ella fue una niña esclava de nombre Mirrha traída de la India a Puebla, que fue bautizada con el nombre de Catarina de San Juan, al morir su amo fue casada con un esclavo filipino conservando su virginidad, en su viudez ya a los 50 años se entregó a una vida de prácticas místicas, sus confesores apuntaron las muchas visiones y apariciones que relataba en su pobre español pues nunca llegó a dominar el idioma, adoptó la manera de vestir de las monjas capuchinas como es el sayal y vestido pardo de lana, lo cual contradice que su forma de vestir dio origen al modelo de la China Poblana, cuyo vestido alegre y policromo era muy popular entre las mujeres del siglo XIX. Catarina murió agobiada por la edad y víctima de constantes visiones místicas en una covacha de la casa ubicada en la actual avenida Juan de Palafox y Mendoza a un costado del templo de la Compañía llamada hoy Casa de la China Poblana.

Cuentan que el pueblo la empezó a venera como santa, hasta que la Santa Inquisición de México, por edicto 1691 prohibió sus imágenes y posteriormente, el libro que se escribió de ella por contenerse en él revelaciones, visiones y apariciones inútiles, inverosímiles, llenas de contradicciones, impropias, indecentes y temerarias. La lápida está inscrita en latín y su traducción es: “A Dios óptimo Todopoderoso. Guarda éste sepulcro a la venerable en Cristo Virgen Catarina de San Juan, que la tierra del Mogor dio al mundo y la Puebla de los Ángeles al cielo. Después que había vivido 82 años, amada principalmente de Dios, no menos de los hombre, humilde y pobre en la esclavitud, aunque ilustre por su sangre real, acaeció su fallecimiento, seguido de gran aclamación por parte del pueblo y del clero en la víspera de los tres Santos Reyes, el año de 1688”.

En relación a la historia se dice que los primeros jesuitas llegaron a la Puebla de los Ángeles en 1572 a petición de algunos obispos, como el de Yucatán, para la instrucción de los naturales. Para la década de 1580 ya poseían los terrenos donde fueron su colegio y el templo primigenio que le serviría. Los padres que se mantenían de limosnas recibieron en 1587 una muy importante donación del capitán Melchor de Covarrubias quien era un español comerciante en grana habitante de la ciudad desde 1581 y miembro de una distinguida e influyente familia. Covarrubias recibió el título de fundador del templo y del Colegio del Espíritu Santo. A su muerte ocurrida el 25 de mayo, de 1592, la orden heredó el resto de sus bienes.

Por esto los jesuitas emprendieron los trabajos para la construcción del nuevo templo en 1583 concluyéndolo en 1600, año de su consagración. En 1666, el padre Pedro Valencia, rector del Colegio contrató a Diego Marín maestro dorador y arquitecto para blanquear, dorar y decorar sus bóvedas con obras de yesería al estilo manierista. En el contrato de obra se especifica entre otras cosas: “en la bóveda que cae sobre el presbiterio y altar mayor de relieve el Espíritu Santo y a los lados 2 escudos con las armas de Don Melchor de Covarrubias insigne fundador de dicho colegio”. Para 1759 el primer edificio no sobrepasaba en mucho al caserío de su alrededor, contaba con una sola torre y gozaba de licencia para usar parte de la plazuela de enfrente como cementerio, según los planos de Medina.

Y los trabajos de ornamentación del maestro Diego Marín no subsistieron pues fueron sustituida por las obras de edificación de la iglesia definitiva, que se construyo en 1746 a cargo del maestro arquitecto José Miguel de Santa María, considerado este último un verdadero maestro de la arquitectura barroca poblana. De Santa María era un mestizo, natural de la ciudad que llegó a ser maestro mayor y que al morir pocos meses después de dedicado el templo fue de los primeros en ser enterrados en ella. Concluida la reedificación del suntuoso templo fue bendecida por el obispo Francisco Fabían y Fuero en 1767, pocos meses antes de la expulsión de los jesuitas no solo de la Nueva España sino de la misma España.

Fue clausurado por varios años, después sirvió de parroquia del Sagrario a fines del siglo XVII, y ya a principios del siguiente siglo fueron concluidas sus torres por instancias del obispo Manuel González del Campillo. El retablo que data de 1927 fue diseñado por el arquitecto Luis G. Olvera. El templo permaneció en manos de los padres jesuitas desde 1888 hasta 1978, cuando fue cedido al arzobispado. En la actualidad sirve a la Catedral como auxiliar para administrar el Sacramento de la Confirmación.

El edificio consta de 3 naves y un pórtico al frente resguardado con herrería de forja poblana en sus 5 arcos, 3 delante y 2 a los lados. El arco central es trilobulado por prolongaciones de dovelas, a semejanza de los del patio de la Inquisición en México. La sacristía esta decorada con grandes lienzos de finales del siglo XVII, pintados al óleo por José Rodríguez Carnero y un conjunto de cajoneras con relieves completan el mobiliario de la sala. Sobre las 3 puertas del pórtico frontal se leen los monogramas MAR (María) IHS (Jesús) y Josep (José). Arriba de la ventana del segundo cuerpo en el centro de la fachada esta el escudo de la Compañía del Santísimo nombre de Jesús con una corona de 2 ramas, una de vid y la otra de laurel. A fines del siglo XIX fueron colocadas las estatuas de su fundador y 3 santos jesuitas: San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Luis Gonzaga y San Juan Berchmans.

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