El Panteón de la Piedad se ubica en la 25 sur y 19 poniente, a unas calles de la avenida Juárez, fue inaugurado el 20 de mayo de 1891 a fines del siglo XIX, por su belleza histórica y arquitectónica es considerado patrimonio de nuestra ciudad, por eso hoy en Revista Única te daremos unos datos interesantes.
Sus mausoleos, esculturas y tumbas están labradas en mármol, mostrando una belleza impresionante, pero con el paso de los años y la falta de mantenimiento, son notarios los deterioros que presenta, incluso por lo viejo de sus árboles, las raíces han levantado tumbas y pasillos.
El mapa del panteón está diseñado de manera similar al del primer cuadro de la capital poblana, cuyas calles están nombradas y ordenadas de norte a sur, poniente y oriente. Los mausoleos monumentales albergaron a familias y personas que formaron la oligarquía de la época.
Cuando se fundó el panteón, la mayoría de los difuntos pertenecían a la vida religiosa, es decir, sacerdotes y monjas, sin embargo, a partir del año 1891 comenzaron a abrirlo para el público en general. Tal es el caso de las tumbas de la familia Presno, filántropos y dueños de haciendas; la tumba del Doctor Leonardo Cardona, fundador de la Sociedad Médica de Beneficencia de Puebla.
Las criptas del panteón de La Piedad son consideradas como Patrimonio Arquitectónico Funerario, una designación otorgada por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, por la belleza del material, que en su mayoría son de mármol, aunque otras tumbas tienen en su estructura el ónix.
La leyenda del Niño Éufrates
Es una de las tumbas más visitadas en el Panteón de La Piedad, es la tumba del Niño Éufrates a quien la gente dice que hace muchos milagros.
Se ubica en la zona principal del cementerio, en ocasiones se encuentran cartas con los pedimentos que le hacen o darles las gracias por el milagro concedido.
El niño Éufrates, o «niño milagro», vivió tan solo 432 días, nació el 12 de diciembre de 1940 y murió el 17 de febrero de 1942. Sus historias y milagros envuelven a este niño.
La leyenda cuenta que una mujer que había ido a sepultar a sus familiares, pasó justo por la tumba de Éufrates, le sorprendió que hubiera fallecido tan pequeño, por ello le pidió con mucha fe, que mantuviera con vida a otros de sus familiares que aún estaban graves en un hospital de la ciudad. Al llegar al hospital, los doctores le informaron que sus conocidos ya estaban estables, que habían dejado el cuadro crítico cuando por la mañana no les daban esperanzas de vida.
Desde ese entonces cuentan que la mujer acudía constantemente a visitar a Éufrates, quién hizo el milagro de salvar a sus enfermos, casi desahuciados, en agradecimiento, ella le arregló su tumba y llevaba flores u otros objetos para mantenerla en buen estado.
Imagen portada Ambas manos