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El ignominioso secreto de la caja de la intimidad

A diferencia de «La caja de Pandora» que al ser abierta -según la Mitología Griega-, liberó todos los males de la humanidad, la caja de la intimidad al ser abierta nos ha liberado de la oscuridad, la obediencia y la ciega sumisión a la que fue sometida la actividad sexual (especialmente femenina) por más de dos mil años. La vida íntima de la pareja era hasta hace poco, un área reservada y privada, no sólo ajena a cualquier atisbo externo, sino oscura también a sus integrantes en nombre del pudor y el honor. Existía un pacto atemporal según el cuál no se podía hablar de esa intimidad sin faltar al respeto, ofender, descalificar, traicionar o exponer a la pareja al escrutinio público. Esa caja que mucho le ha costado abrir al grueso de la población femenina, hoy finalmente parece que han cedido sus muchas cerraduras y esa voz está retornando a sus dueñas originales.

¿Qué secretos guardaba y sigue guardando esa caja? Todas las personas saben un poco de lo que guarda esa caja (la hayan abierto o no), pero pocas saben que ahí se guardó «la voz sexual femenina» de la cual fueron despojadas las mujeres desde el momento en que, milenios atrás, se les privó del ejercicio libre de su sexualidad pasando a ser clasificadas como los asexuales entes madre que conocemos. Al serles arrebatada toda la compleja vivencia de la actividad sexual, se privó a las mujeres de la capacidad de hablar sobre su intimidad sexual (de como se sentían, de sus dudas, lo que le deseaban, de sus gustos y preferencias sexuales), y se las obligó a aceptar sin protestar las demandas masculinas.

De entre las múltiples trabas que se interpusieron a lo largo de los siglos a las mujeres de todo el mundo que intentaron abrir la caja y liberar su voz, estuvieron en primer lugar las tradiciones culturales, la religión y la moral, las instituciones y la subjetividad individual (miedo, inseguridad, etc.) que pesaban no sólo sobre las mujeres pero sí, especialmente sobre ellas. Estas trabas les impedían hablar de sí mismas so pena de ser estigmatizadas como brujas o prostitutas. De entre los repetidos intentos por recuperar la voz, en varios momentos de la historia, la infidelidad femenina se utilizó como uno de los medios más importantes para romper con ese aparente destino.

La controvertida infidelidad femenina, aunque permitía evadir la condena de un silencio sexual eterno, no resolvía la condición de opresión básica que en los tiempos modernos ya se había vuelto anacrónica. Las primeras hipótesis sobre el género de Money J., Bouvoir S., Mead M. permitieron identificar con claridad las improntas culturales sobre el comportamiento desgajándolo de su matriz biológica con el cuál aparecía fundido y facilitaron su entendimiento; sus alcances llegan hasta hoy día. La sexualidad y especialmente el libre ejercicio de la actividad sexual, ha sido el último bastión de ese control social invisible que impedía recuperar de forma integral la identidad femenina. Al abrir la caja y recuperar la conciencia sexual de sí, la mujer viene a enriquecer aquella intimidad en la que prevalecía la voz masculina sobre el cuerpo femenino (el cuál era utilizado a discreción por éste); está nueva intimidad incorpora esa voz sexual femenina propia que le proporciona a la interacción sexual un valor verdaderamente humano involucrando en esa actividad no solo a dos cuerpos sino dos personalidades.

En el presente, esa nueva voz femenina en la intimidad ha sido una positiva revelación para un sector de hombres que han podido así enriquecer su vida sexual motivados por la presencia integral de su pareja. También tenemos un sector de hombres que se sienten desconcertados, incómodos e incluso amenazados por esa nueva voz que les sugiere (y a veces exige), que presten atención no sólo a la obtención de su placer sexual (como antes), sino que ésta sea realmente una actividad compartida (y no sólo de uso).

Estoy seguro que, a pesar de cualquier dificultad en el presente, esa nueva voz en la intimidad viene a acompañar y no a negar el placer sexual. Es una voz que se combinará armoniosamente y sin ningún problema con la voz masculina para dar nuevos tonos y matices a la experiencia sexual integral.

Por Mtro. Alfonso Aguirre Sandoval

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