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Diversidad sexual y feminismo: alianzas, tensiones y luchas compartidas

Por décadas, el feminismo y la diversidad sexual han caminado en paralelo, compartiendo trincheras, discursos y demandas en la lucha contra el patriarcado, la discriminación y la violencia estructural. Ambos movimientos han contribuido de manera decisiva a cuestionar normas impuestas sobre el cuerpo, el deseo, el género y la libertad.

Sin embargo, también es cierto que no todas las feministas pertenecen a la comunidad LGBTQ+, ni todas las personas LGBTQ+ se identifican con el feminismo. Este cruce de caminos es complejo, pero profundamente fértil.

Feminismo: una lucha plural

El feminismo no es un bloque homogéneo. Existen múltiples corrientes, desde el feminismo liberal hasta el radical, pasando por el decolonial, el comunitario o el interseccional. Cada uno interpreta de forma distinta las causas de la opresión de las mujeres y las formas de enfrentarla.

Dentro de esta pluralidad, muchas feministas han abrazado las causas de la diversidad sexual, entendiendo que la opresión patriarcal no afecta sólo a mujeres cisgénero, sino también a personas trans, no binarias, lesbianas, bisexuales y queer.

Sin embargo, también existen tensiones internas. Algunas feministas, particularmente desde sectores más conservadores o del llamado “feminismo radical trans excluyente” (TERF, por sus siglas en inglés), no reconocen a las mujeres trans como parte del movimiento, generando fracturas con la comunidad LGBTQ+.

Estos debates no deben ocultar una realidad más amplia: la mayoría de las luchas feministas contemporáneas reconocen la necesidad de articularse con otras formas de opresión y discriminación, incluida la que viven las personas disidentes sexuales.

Las feministas no siempre son LGBTQ+… y eso está bien

Es importante señalar que no todas las feministas pertenecen a la comunidad LGBTQ+, ni tienen por qué hacerlo. Muchas mujeres heterosexuales, cisgénero, con expresiones de género normativas, participan activamente en la lucha por la igualdad, los derechos reproductivos, la justicia y la libertad. Su vivencia como mujeres en una sociedad desigual les da motivos suficientes para organizarse y cuestionar estructuras patriarcales sin necesidad de una identidad sexual disidente.

Sin embargo, lo que sí se espera de cualquier feminismo con vocación de justicia es una postura incluyente. La empatía, la escucha y la apertura hacia otras vivencias son esenciales para construir alianzas y no reproducir las mismas formas de exclusión que el feminismo busca desmontar.

Diferencias y tensiones: ¿dónde no se encuentran?

Aunque comparten muchas causas, el feminismo y la lucha por los derechos LGBTQ+ no siempre coinciden en sus prioridades o enfoques. Algunos ejemplos de estas diferencias incluyen:

La noción de género: mientras que muchas feministas radicales consideran que el género es una construcción impuesta que debe abolirse (por ser una herramienta del patriarcado), sectores de la diversidad sexual —particularmente las personas trans y no binarias— reivindican el derecho a expresar libremente su identidad de género, sin borrar su existencia. Esta diferencia genera tensiones en debates sobre políticas públicas, lenguaje inclusivo o espacios seguros.

Los espacios exclusivos para mujeres: existen posturas feministas que defienden la creación de espacios sólo para mujeres cisgénero, argumentando que son necesarios para sanar o resistir violencias específicas. En contraste, desde la diversidad sexual se ha cuestionado la exclusión de mujeres trans de estos espacios, señalando que también ellas enfrentan formas extremas de violencia patriarcal.

Enfoques sobre el deseo y la sexualidad: algunas posturas feministas más conservadoras tienden a ver la hipersexualización o ciertas prácticas como problemáticas o reproductoras del patriarcado, mientras que desde los movimientos LGBTQ+ hay una defensa más abierta del erotismo, el kink, el poliamor o las identidades sexuales diversas como formas de resistencia política.

Estas diferencias no significan que los movimientos sean incompatibles. Por el contrario, son oportunidades para el diálogo crítico y la revisión constante de sus propias prácticas y límites.

Puntos de encuentro

La historia reciente de movilizaciones muestra una convergencia poderosa: desde las marchas del 8 de marzo hasta las manifestaciones contra los crímenes de odio, los espacios feministas han sido escenario de una diversidad de voces, identidades y luchas. Las demandas por el derecho al aborto, por ejemplo, han sido sostenidas tanto por mujeres heterosexuales como por lesbianas y personas trans.

La lucha contra la violencia de género también ha encontrado eco en las experiencias de mujeres LGBTQ+, quienes enfrentan formas específicas de violencia que cruzan el género con la orientación o la identidad sexual.

Además, la crítica feminista al mandato de género ha sido clave para abrir espacios de reflexión sobre lo que significa ser hombre, mujer o ninguna de las anteriores, algo que ha beneficiado profundamente a las personas trans y no binarias. Del mismo modo, la diversidad sexual ha aportado al feminismo nuevas formas de pensar el deseo, la familia, la crianza y la comunidad.

Hacia una lucha aliada

La riqueza del feminismo radica en su capacidad de transformarse, de cuestionarse, de dialogar con otras luchas. Las alianzas entre el feminismo y la diversidad sexual no son automáticas ni están exentas de tensiones, pero son necesarias si el objetivo es una sociedad más libre, justa y plural. Reconocer la diferencia no significa dividir, sino ampliar los márgenes de lo posible.

En un mundo donde los discursos de odio resurgen con fuerza, donde se intenta reducir a las mujeres y a las personas LGBTQ+ a estereotipos y roles fijos, el encuentro entre estas luchas puede ser un acto revolucionario. Porque en el fondo, lo que está en juego es la libertad de ser, sin miedo, sin castigo, sin culpa.

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Aline Paz
Me considero una mujer librepensadora, sin ganas de convencer a nadie, pero con ánimo de cuestionar. Licenciada en Filosofía por BUAP y Maestra en Alta Dirección e Inteligencia Estratégica. En el ámbito educativo participé en diversos congresos académicos como revisora y ponente; además, colaboré con edición y artículos en revistas universitarias y empresariales. Así como en revistas independientes, culturales y de cine. En el ámbito laboral me he desempeñado en el sector público, en un área que me gusta, dependencias de asistencia social, en los tres órganos de gobierno, en temas de planeación y evaluación. En Revista Única soy miembro fundador y colaboro en las secciones de Sexualidad, Travel, Cultura, Tecnología y, con especial convicción, en temas de Feminismo.

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