jueves, abril 25, 2024
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Acoso Sexual y Protestas

Por Eliana Sánchez Cruz

El acoso sexual ha sido una constante en cualquier ambiente, no solo en el laboral, pero en el trabajo se hace más notorio por la convivencia diaria, las relaciones de poder dentro de la organización, la autocensura, la discriminación y el miedo que provoca el pensar en una denuncia formal y legal por las repercusiones que puede traer tanto dentro como fuera; pensemos en la revictimización de la mujer que sufre una agresión, de una u otra forma, hacen creer que nosotras tenemos la culpa.

Hace unos días en Puebla, el ahora ex Director del Instituto Registral y Catastral de Estado, Jaime Calderón Vázquez, fue removido de su cargo después de múltiples denuncias ante la Fiscalía del Estado y la Comisión de Derechos Humanos de Puebla por acoso sexual por parte de las colaboradoras de la dependencia, quienes lo acusaron de misógino, mezquino y autoritario.

Según el testimonio de una de las mujeres, el ex funcionario tenía preferencia por la mujeres jóvenes y bonitas, pasaba el día haciendo comentarios incómodos respecto a su  cuerpo, aspecto y vestimenta, sexualizando las conversaciones cotidianas y observándolas con lascivia; además de que era grosero con el personal, pues les gritaba y los humillaba. En pocas palabras, toda una joyita este sujeto abusivo.

Recordemos también el famoso escándalo del Director ejecutivo de Fox News Roger Ailes, quien fue obligado a renunciar luego de que se le comprobara que acosó sexualmente a Gretchen Carlson y Megyn Kelly, ambas presentadoras de Fox News, entre muchas otras mujeres a lo largo de su carrera dentro de uno de los emporios de medios más importantes de Estados Unidos. Este caso inspiró la película Bombshell (El escándalo).

Lamentablemente, estos casos son un ejemplo de tantos más que suceden a diario en cualquier parte del mundo, no es exclusivo de nuestro país ni de raza, ni de condición social, esta historia suena tan parecida, o igual, a otras que quizá no vieron la luz. Desde siempre, nacer mujer, es casi sinónimo de abuso. Todas las mujeres hemos sufrido, o sufriremos violencia sexual al menos una vez en la vida.

Hagamos lo que hagamos, o hagan nuestros padres o tutores por protegernos, somos vulnerables y susceptibles de muchos tipos de abuso allá, fuera de nuestro hogar, y en muchos casos, también en nuestros hogares. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 3 mujeres han sufrido violencia física y/o sexual, el 30% de ellas lo sufrió por parte de su pareja; sin contar a las niñas que son abusadas por sus propios familiares.

Desde niñas, al pisar una escuela, existe alta probabilidad de que nos violenten psicológica y sexualmente y al crecer todo empeora, porque ahora nos enfrentamos a las miradas de los compañeros y los profesores, a los tocamientos y roces en el transporte, o cualquier espacio público y a los comentarios procaces. En 2012 un estudio demostró que el 92% de las mujeres pasaron por violencia en espacios públicos y el 88% aceptó haber sido víctima de violencia sexual en las calles.

No somos libres de caminar por la calle solas sin que al menos un par de veces algún sujeto nos chifle o nos grite algún improperio, no podemos tomar un servicio de taxi porque corremos el riesgo de no regresar a casa y que nos encuentren muertas, violadas y destazadas en algún basurero o terreno baldío después de semanas o meses de búsqueda.

Es un hecho que todas las mujeres hemos tenido que pasar por un suceso de acoso al menos una vez en nuestra vida, pero la pregunta que muchos se hacen, e incluso nosotras mismas, es ¿por qué no alzamos la voz?, ¿por qué permitimos que sigan abusando de nosotras, y no sólo físicamente, sino verbalmente?, ¿por qué permitimos que hagan chistes sobre nuestro cuerpo, que hagan referencias sexuales sobre nuestra vida privada?, ¿por qué al primer indicio de acoso por parte de nuestro jefe nos callamos, o figura de autoridad, nos callamos?

La respuesta puede variar en cada caso, pero la verdad es que como sociedad hemos normalizado la violencia (de cualquier tipo), y hemos permitido que el miedo y la vergüenza nos invada, porque, aunque sea algo por lo que vamos a pasar, nadie nos prepara sobre cómo reaccionar ante un hecho de violencia, porque al primer comentario inadecuado, mirada lasciva o roce “accidental”, nos paralizamos, no sabemos si llorar, salir corriendo, acusarlo o gritar; porque, de entrada, si es nuestro jefe, sabemos que es su palabra contra la nuestra, y de tomarse cartas en el asunto, quedamos marcadas y señaladas; nuevamente la revictimización.

De acuerdo con datos de la Red TDT (Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos para Todos y Todas) de las 28 mil 977 denuncias por abuso sexual realizadas entre 2017 y 2019, solo 785 fueron a favor de las mujeres denunciantes, pero en el caso de acoso y de hostigamiento sexual, de las 3 mil 502, solo 10 beneficiaron a las víctimas, es decir, solo el 0.2%. Estos números son una de las tantas razones por las cuales no denunciamos y preferimos otra vías, como las protestas.

Mucho han sido criticadas las protestas feministas de los últimos años, tildan a las participantes de salvajes, revoltosas, y de cometer bandalismo, pero si no es así, ¿de qué otra forma nos darían voz a todas las mujeres? Los hombres creen que es una exageración y muchas mujeres consideran que no son formas, pero entonces, ¿cuál es la forma? Ya vimos que por la vía legal es una pérdida de tiempo y estamos hartas de que todos los días cientos de mujeres mueran alrededor del mundo sin que se haga nada para frenarlo.

Es entonces cuando salir a protestar, gritar y romper monumentos y esquemas se vuelve la única forma, porque si un día no regresa a casa tu hermana, tu amiga, tu prima, tu madre, tu vecina, o tú, querrías que todas salieran a gritar y destruir todo, las cosas pueden estar o no, incluso reemplazarse, pero una vida no. Y lo último que queremos escuchar es que la víctima tuvo la culpa, porque salía “sola”, salía de noche o porque usaba vestidos y faldas cortas, esos comentarios son igual de insultante que una sugerencia sexual.

El día que las sociedades comprendan que los movimientos feministas no son una moda ni un capricho, sino que buscan el respeto y equidad para todas las mujeres, porque pese a los años que han pasado desde el primer movimiento de mujeres, parece que todavía no se ha entendido nada, no es una guerra de hombres contra mujeres, sino una lucha por esa vida segura y tan anhelada por todas en donde convivamos en armonía, amor y respeto por la vida del otro.

 

Protestas

En ese sentido, sería conveniente que existieran mecanismos confiables y eficientes para realizar la labor de velar y salvaguardar los derechos de las mujeres por una vida sin violencia, pues aunque existe una Comisión de Derechos Humanos, hemos sido testigos de su poca efectividad.

A inicios del mes pasado, familiares de víctimas de violencia de género y colectivos feministas tomaron las instalaciones de la CNDH precisamente por la incompetencia de las autoridades para acabar con los feminicidios y abusos contra niñas y mujeres. A esta toma, días después, se unieron la asociación civil CAFIS, así como la colectiva “Yo Podría Ser Tu Hija”, quienes tomaron de manera simbólica la CDH en Puebla, esto en apoyo a las víctimas de violencia; misma que demuestra el hartazgo de todos (no solo mujeres) por los casos de violencia que se conocen a diario.

Posibles soluciones:

  • La existencia de un organismo encargado de atender exclusivamente todos los casos de violencia de género.
  • La creación e impartición de talleres y cursos obligatorios en organizaciones tanto públicas como privadas por parte de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social sobre violencia de género en ambientes laborales; algunos casos pueden darse por la ignorancia de hombres y mujeres en la materia.
  • Una reforma a los planes de estudio desde la educación básica para incluir en los planes existentes de Educación Cívica y Ética: inclusión, respeto a las mujeres, así como a las minorías, de manera amplia y documentada a lo largo de toda su educación. La esperanza de un mundo libre de violencia está en las niñas y niños, quienes serán los adultos de mañana.

Sin embargo, mientras esto sucede, a todas y todos nos toca aportar desde nuestras trincheras por la erradicación de la violencia. Como padres, dejar de fomentar el machismo en la familia, como mujeres respetarnos y hacer que nos respeten en cualquier espacio y como personas con poder inculcar ese respeto con el ejemplo y la protección de la o las víctimas.

En una escena de la película Bombshell (parafraseansdo): una mujer le dice a otra, ¿por qué te callaste?, ¿por qué no nos previniste a las demás?, ¿por qué no hiciste nada si tú tienes poder?, la otra le responde: no me tocaba, no es mi obligación cuidarte. Pero sí lo es, si las autoridades no van a hacerlo, nuestra responsabilidad es cuidarnos entre nosotras, apoyarnos y prevenirnos, porque si una habla, le da valor a otras para hacerlo. La voz de una, es la voz de todas. #Yosítecreo

“Y la verdad está en nuestras voces, y nuestras voces rodearán el mundo”, lema de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, BUAP.

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