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El eterno aprendiz, Hubert Givenchy

La historia de un gran diseñador de modas, Hubert Givenchy.

Hoy en Revista Única recordamos a uno de los diseñadores de moda que formo parte de una generación de creativos revolucionarios Hubert Givenchy, quien muriera un 10 de marzo de 2018, en París, Francia. Su musa y amiga la actriz Audrey Hepburn así lo describió: “Su ropa es la única con la que me siento yo misma. Es más que un diseñador, es un creador de personalidad”. Su nombre completo Hubert James Marcer Taffin de Givenchy nació el 21 de febrero de 1927 en Beauvais, un pequeño pueblo cerca de París, Francia, dentro del seno de una familia aristócrata. Su padre Lucien Taffin murió cuando tenia tres años debido a una fuerte gripa por lo que su madre le crio junto a su hermano mayor en casa de sus abuelos, de ahí un creciente contacto con el arte gracias al trabajo escenográfico de su bisabuelo y tatarabuelo.

El amor por la moda de Givenchy bebe de dos fuentes. La primera de ellas se debe a la tradición textil de su familia, ya que su abuelo, conservador de las fábricas de Beauvais y Gobelins, recogía telas y disfraces que embaucaban a un joven Givenchy. Pero esos paños no eran suficiente para que el francés se decidiera por el mundo de la moda (quería trabajar como abogado). No fue hasta que conoció la obra del español Cristóbal Balenciaga cuando decidió cuál sería su destino. Con la intención de conocer a su ídolo, Hubert huyó a París con el objetivo de mostrarle al español sus dibujos. Aunque no consiguió encontrarse con el diseñador, con solo 17 años decidió instalarse en la capital francesa donde inició con sus estudios en la Escuela de Bellas Artes y a la vez que trabajaba en distintas casas de moda. En este tiempo continuó observando de cerca el trabajo de Balenciaga, quien era su «religión. Como soy un creyente, para mi está Balenciaga y el Señor» bromeaba el modista.

Fruto de la influencia de Balenciaga las primeras colecciones de Givenchy se caracterizaron por la sencillez, donde «una línea es una gran costura». Sus modelos no contaban con escotes exagerados o encajes innecesarios, consiguiendo proporcionar fluidez a la silueta femenina. Todo estos elementos quedaron claros en su primer desfile en 1952, donde consiguió innovar al agregar comodidad a la moda. Fue un desfile en blanco y negro en el que su talento ya fue detectado por referentes en ese momento como Hélène Lazareff, directora de Elle, o Carmen Snow, la ley máxima de Harper’s Bazaar. «Esos vestidos te recuerdan a esa primera, mejor copa de champán», declaró en ese momento un admirador del modista. Este éxito se repitió en las décadas posteriores, en las que vistió a algunas de las mujeres más bellas y elegantes del mundo. En este tiempo consiguió dar a las mujeres una mayor libertad de elección.

Al cabo de unos pocos años (1952) monta su propia firma/atelier «Casa de Modas Givenchy» en el n° 8 de la calle Alfred de Vigny de París. En 1953 empieza su amistad con Balenciaga. Un diseñador del que se declara fan absoluto, alumno aventajado y una de sus constantes fuentes de inspiración. De hecho es uno de los impulsores del Museo Cristóbal Balenciaga, en Guetaria, y presidente fundador del mismo. El 1954 crea el termino «prêt-à-porter». Tras la muerte de Jacques Fath, el empresario Jean Prouvost le propone a Givenchy crear la primera colección de «alta costura» de prêt-à-porter para mujeres, llamada «Givenchy Université». Toda la colección se fabrica en París con máquinas de coser industriales importadas de Estados Unidos. En 1957 crea su perfume L’Interdit, con la curiosidad de que solo permitió usarlo a Audrey Hepburn durante un año, antes de que saliera al mercado.

Hubert de Givenchy destaca por creaciones como el vestido saco y la blusa Bettina. Sus diseños se caracterizan por ser puros, elegantes, arquitectónicos, frescos, innovadores y totalmente femeninos. Entre sus clientes se encuentran: Audrey Hepburn, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Maria Callas, Marlene Dietrich, Greta Garbo, Jacqueline Kennedy, la duquesa de Windsor, Grace Kelly, Jeanne Moreau, Diana Vreeland, y la alta sociedad y nobleza de la época… Poco después de alcanzar la fama en la década de los 50, el diseñador se aventuró con la ropa masculina y se mudó a Nueva York. Todos estos cambios junto a una línea estilística donde la elegancia se mantenía prenda tras prenda terminaron de consolidar su éxito.

Audrey Hepburn, con su estilo parisino y esos grandes ojos de ciervo, logró encarnar a la perfección el estilismo de Givenchy. Fue la mujer que mejor vistió, con una fidelidad ejemplar, las prendas del diseñador. La actriz logró ser embajadora, musa y buena amiga del modista. Entre los trajes memorables que lució la estrella de Hollywood se encuentra el vestido en organza negro y con flores bordadas que lució en la película de Sabrina, o el clásico traje negro que vistió en Desayuno con diamantes y que ha pasado a la historia. Durante 40 años la actriz y el diseñador mantuvieron una gran amistad que traspasó las pantallas y los desfiles de moda. «Audrey entró en mi vida de una manera adorable», decía Givenchy. Recordaba que la primera vez que la conoció le pareció una «persona muy delgada con ojos hermosos, pelo corto, cejas gruesas, pantalones muy pequeños, zapatos de bailarina y una pequeña camiseta».

Pero la actriz también sentía admiración por Givenchy, a quien calificaba como un diseñador «creador de personalidad». Audrey aseguró en una ocasión que antes de conocer a Givenchy vestía ropa casera. Givenchy se convirtió en el mejor ejemplo de la expresión: «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida». El diseñador descubrió muy pronto que la moda no era un simple oficio, era su pasión: «Estoy feliz porque hice el trabajo que soñaba cuando era niño». A lo largo de los 43 años que estuvo al frente de la marca nunca paró. El modisto se encontraba en el taller desde las 7 de la mañana trabajando sin descanso. Aún así, y tras cosechar un gran éxito en pasarelas de todo el mundo, al aristócrata le gustaba describirse como un «aprendiz eterno» buscando siempre nuevas inspiraciones e ideas.

Sin embargo, en 1988 la marca Givenchy se vendió al grupo de lujo LVMH. Durante siete años el diseñador consiguió mantenerse como jefe de diseño creativo hasta que en 1995 decidió retirarse. En ese momento, y tras una exposición de sus mejores obras, le dijo a sus amigos: «He dejado de hacer vestidos, pero no de hacer descubrimientos. La vida es como un libro; uno tiene que saber cuándo pasar la página». Posterior a eso, las riendas de Givenchy pasaron por grandes manos como las de John Galliano, Alexander McQueen y Riccardo Tisci.

Tras retirarse de la moda, dedicó su vida a su colección de antigüedades. En un comunicado por parte de su familia días posteriores, se anunció su muerte el 10 de marzo del 2018, en Paris, a los 91 años. Las curiosidades del diseñador de modas:

Su hermano Jean-Claude de Givenchy fue el presidente de la división de perfumes de la casa de modas.

El primer perfume sacado por Hubert a través de su marca fue de uso exclusivo por un año para Audrey Hepburn, antes de salir a la venta.

En sus últimos años decía haber perdido el rumbo de la moda actual, no encontrándole sentido a nada.

Riccardo Tisci comentó haberse reunido con el diseñador al tomar las riendas de Givenchy y que algo que le había impactado y hecho respetar aún más, fueron las palabras que le dedicó: “Te voy a decir una cosa. No importa lo que hagas, pero sé tu mismo”.

Phillippe Venet, a quien conocería en el taller de Schiaparelli, se convertiría en su compañero de vida.

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