jueves, septiembre 19, 2024
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

OTROS ARTÍCULOS

Nuestros padres nos dan lo que pueden, dentro de lo que tienen

Las emociones y los sentimientos son una vía al autoconocimiento. Sin embargo, vivimos atrapados, reprimimos lo que tenemos, lo que sentimos y no hacemos nada con ello; lo negamos, intentamos convencernos hasta creer que no tenemos nada; evitamos, pues es más fácil no hacerle frente a eso que sentimos o sencillamente nos enmascaramos con el objetivo de fingir que todo está perfecto.

La vida no se trata de sobrevivir en ella estando ocultando aquello que nos duele, aquello que nos enoja, preocupa o aquello que nos pone vulnerables. Debemos permitirnos reconocer eso que nos aflige o eso que nos hace sentir bien; es importante procesar, identificar lo que nos mueve, aceptar que algo nos sucede internamente para después conducir subidas y bajadas.  

Escuchando a la Mtra. Ausencia López, quien es psicóloga por la Ibero Puebla y a quien he mencionado en mis textos; explica que existen tres tipos de personas; las instintivas que se caracterizan por ser fuertes, rudas y que siempre están dispuestas a alcanzar sus metas. Las personas emocionales, quienes sienten en lo más profundo y, por último, las personas que se guían por el pensamiento, aquellas que calculan, diseñan estrategias y buscan entender situaciones.

Nuestros padres
Foto de Elina Sazonova: https://www.pexels.com/es-es/foto/hombre-y-mujer-sentada-sobre-una-roca-cerca-de-la-orilla-del-mar-1914982/

A pesar de esta clasificación (por llamarlo de algún modo) hay que recordar que, aunque tengamos una inclinación a lo instintivo, a lo emocional o al pensamiento. Debemos lograr un equilibrio para no desbordarnos. Las emociones, se entrenan, sin embargo, no podemos hacer a un lado el eje que tenemos, que es, nuestra esencia.

¿Por qué será que nos es más fácil compartir cuando nos sentimos “bien”, “plenos”? ¿por qué nos es complicado sabernos y mostrarnos vulnerables ante nosotros mismos? Si nos es tan difícil reconocernos como vulnerables, ni se diga el nivel de dificultad que implica mostrarnos vulnerables ante los demás.

¿Por qué le huimos a excavarnos, a adentrarnos, a tocar eso que nos duele? Todo aquello que sentimos, nuestro cuerpo se encarga de dibujarlo. Los pensamientos… ¿cómo atendemos a los pensamientos?, claro que no es una tarea sencilla, ya que debemos identificarlos, evaluarlos y desarticularlos como lo menciona la Mtra. López. Es fundamental aprender a restar importancia, generar “incapacidad cognitiva”.

Cuando algo cruza por nuestra mente, y nos mueve, nos desestabiliza. Nos podemos pasar horas y horas tratando de atender, dar solución. Perdemos de vista que el tiempo está corriendo tratando de obtener respuestas cuando tal vez el no tenerla, es la respuesta. Nos la pasamos creando relatos internos, nuestras preocupaciones aumentan y esto se convierte en un círculo vicioso. Por lo tanto, es primordial la autoconsciencia, más bien, el desarrollo de esta. 

Pues nos permitirá estar atentos a nuestros estados internos, podremos afrontar las emociones si las percibimos con claridad. Nadie dijo que estar psicológicamente sanos era fácil, pues para crecer se deben tocar nuestras heridas. Heridas de la infancia, heridas originadas por la ausencia de papá y mamá o por la presencia de papá y mamá. Pues todo nos marca.

Si recibimos mucho, si recibimos poco o si no recibimos nada. Por lo tanto, si tomamos consciencia, podemos evaluar las cosas desde otra perspectiva, desde otra manera. Podemos elegir hacer a un lado aquellos sentimientos experimentados. Y cambiar los lentes con los que nos miramos y miramos a los demás.

La Mtra. López menciona que la mirada despierta la empatía. Y ¿qué es la empatía? No, no es la típica respuesta de “ponerse en los zapatos del otro” porque como comentábamos en mi grupo, los zapatos de otra persona te pueden quedar grandes, chicos, muy justos o ni si quiera te puede entrar el pie. Por lo mismo, concluimos junto con la Mtra. Que la empatía es un respeto a la experiencia del otro.

Es decir, no porque alguien haya vivido algo similar a lo nuestro, significa que lo enfrentamos de la misma manera; el dolor es inevitable, el sufrimiento no. Y bueno, no se trata de tachar, señalar a nuestros padres o de culpabilizarlos por nuestras heridas. Ahora que lo sabemos, agradezcamos “lo bueno” y “lo malo”, decidamos lo que desechamos y lo que nos quedamos. Teniendo presente que nuestros padres nos dan lo que pueden, dentro de lo que tienen.

POR: Mariana González Morales

Foto de portada Vidal Balielo Jr.: https://www.pexels.com/es-es/foto/familia-caminando-en-el-camino-1682497/

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR

El disfrute de la vida y el riesgo de ser uno mismo

No todos los amores merecen ser vividos

La educación es cosa de dos: escuela y familia

ÚLTIMOS ARTÍCULOS