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2 de febrero de 1848, se firmó el Tratado Guadalupe Hidalgo

El 14 de septiembre del año 1847, la bandera estadounidense ondeo en el palacio nacional, esa mañana la Ciudad de México fue entregada al general norteamericano Winfield Scott, quien había entrado con sus tropas a la plaza de la constitución. Los residentes de la ciudad lanzaron piedras hacia los invasores desde sus azoteas, manifestando así su rechazo y resistencia. En enero del año 1848, el presidente Manuel de la Peña y Peña que asumió el poder después de la derrota de su predecesor Antonio López de Santa Anna, consciente de que era imposible continuar con la guerra y que México no tenía nada que hacer frente al poderío militar de Estados Unidos, comisiono a Bernardo Couto, Luis G. Cuevas y Miguel Atristain para acordar la paz con Nicholas Philip Triste representante del gobierno de los Estados Unidos.

Muy Educativo

El 2 de febrero de 1848 se firmó el Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América. Una paz muy costosa para nuestro país, como consecuencia de este tratado de Guadalupe Hidalgo como se le llamo de manera popular, México cedió a los Estados Unidos más de la mitad del territorio nacional.

Conocido como de Guadalupe Hidalgo, debido a que fue firmado en la Basílica de Guadalupe, símbolo de la fe del pueblo mexicano, que en ese entonces se encontraba en la Villa de Hidalgo, hoy Ciudad de México, dicho acuerdo señalaba el fin de la guerra entre México y los Estados Unidos que se había desarrollado entre 1846 y 1847, la guerra no solo significó la muerte de unos 16 mil soldados mexicanos, también una humillación de nuestro país frente a una potencia extranjera, no fue un tratado de amistad entre dos naciones en condiciones de igualdad, México era un país derrotado de manera contundente y aún con las tropas estadounidenses como fuerza de ocupación.

El tratado obligo a México a reconocer no solo la independencia de Texas sino su anexión a los Estados Unidos acción a la que México se había opuesto durante una década. El gobierno mexicano también tuvo que aceptar que el territorio texano se extendía hasta el río Bravo y no hasta el Nueces como eran sus fronteras originales, además Estados Unidos se apropió de la Alta California, la mitad de Nuevo México, la mayor parte de Arizona, Nevada, Utah así como partes de Wyoming y Colorado.

New York Times

Si bien el gobierno mexicano recibió de parte del gobierno de Estados Unidos un pago de 15 millones de pesos por los territorios entregados y también asumió la responsabilidad de pagar otros 3 millones a ciudadanos estadounidenses que reclamaban a México distintas indemnizaciones, no queda ninguna duda que estos términos constituían simplemente una conquista del territorio mexicano.

Varios políticos estadounidenses de la época apostaban que lo mejor era anexar todo el territorio mexicano a los Estados Unidos y así lograr que México iniciara una etapa de desarrollo económico y prosperidad, el argumento en contra de esta acción era que habría problemas para absorber a una población de millones de mexicanos que consideraban racialmente inferior.

De nada servirían las experiencias traumáticas de nuestra historia, sino aprendemos de ellas, tenemos que entender que no perdimos la guerra ni el territorio porque éramos muy buenos y los estadounidenses muy malos, aprendimos que para defender la soberanía de nuestro país se requiere fuerza económica.  Esa fue la razón por la que las tropas estadounidenses acabaron con facilidad con el ejército mexicano a pesar de estar combatiendo en nuestro territorio donde la población y la logística nos favorecían. Lo peor que podemos hacer es no aprender de aquella gesta histórica, incluso ahora preferimos mantener políticas de uso de recursos públicos para todo, excepto para mejorar servicios e impulsar un verdadero crecimiento económico.

Los mexicanos aún no hemos logrado superar aquella humillación a pesar de los ya 173 años transcurridos, sin embargo, más que una humillación debería ser una motivación para construir una sociedad más prospera, esta historia nos dice que la soberanía radica en la independencia económica, una independencia que en México aún no hemos logrado.

Ricardo Rugerio

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