Fue quemada en la hoguera acusada de herejía, posteriormente reabrieron su juicio y fue canonizada.
Hoy recordaremos a una heroína que murió quemada en la hoguera acusada de herejía y la que posteriormente la iglesia católica le pidió perdón y la llevo a los altares, estamos hablando de Santa Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleans. Nació el 6 de enero de 1412 en la pequeña comunidad de Domréry, en la región de Lorena en el noreste de Francia, en el seno de una familia campesina acomodada. Su infancia quedó marcada por la cruel y sangrienta Guerra de los Cien Años, que enfrentó al primogénito de Carlos VI de Francia con Enrique VI de Inglaterra por el control del trono francés. Mientras las tropas asolaban el país, la pequeña Juana, de tan solo trece años, se enfrentó a una serie de visiones divinas que cambiarían su vida para siempre. Según sus declaraciones, San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita le aconsejaron llevar una vida devota y piadosa. Una misión que ella lideraría al frente del ejército francés.
La extraordinaria epopeya de esta hija de campesinos comenzó con la aparición del arcángel Miguel, que protegía el reino de Francia, y al escuchar las voces de santa Catalina de Alejandría y de Santa Margarita, que la guiarían a lo largo de su breve vida. Juana de Arco podría haberse convertido en una mística, como santa Teresa de Jesús, pero estos mensajes divinos la incitaron a la acción; debía unirse al ejército del rey de Francia y recuperar los territorios ocupados por los ingleses como consecuencia de la guerra de los Cien Años (1337-1453). Contrario a lo que se pudiera pensar, este periodo no fue de guerra continuada. Durante los poco más de cien años que duró este conflicto, se llevaron a cabo diferentes campañas bélicas.

Durante los últimos años de la Guerra de los Cien Años, las batallas se intensificaron. La Guerra de los Cien Años acabó en el 1453, 116 años después de su estallido, con la victoria del ejército francés. A pesar de sufrir el rechazo del príncipe Carlos en múltiples ocasiones, la delicada situación que atravesaba Francia en esos momentos obligó al futuro monarca a confiar en la guerrera. En torno a 1428, Juana de Arco partió hacia Vaucouleurs, lugar en el que se encontraban las tropas de Carlos VII. La joven guerrera pidió alistarse en sus filas, pero la rechazaron. Juana, sin embargo, no cejó en su empeño. Pocos meses después, los ingleses tomaron la delantera en el conflicto con el asedio de Orleans. Esto hizo que el ejército del francés se trasladara a la localidad de Chinon. Hasta allí acudió Juana de Arco. Con insistencia volvió a pedir a Carlos VII que le permitiera dirigir a parte de sus tropas e informarle de cuál era la situación. La posición de los franceses se estaba debilitando y Carlos VII tuvo que aceptar.

En 1429, Juana de Arco, bajo órdenes divinas, dirigió el ejército de más de cinco mil hombres que le confió el heredero francés a la victoria en Orleans. Este hecho permitió que Carlos VII fuera coronado de manera simbólica como rey de Francia en Reims. Tras cumplir su cometido, Juana dejó de escuchar las voces de aquellos santos que le encomendaron tan osada tarea y decidió regresar a casa. Un deseo que se vio interrumpido por la insistencia de sus superiores, que solicitaron su presencia en el ataque contra París de ese mismo año o el asedio de Compiègne, lugar donde fue capturada por los borgoñones. En esta última batalla, el 24 de mayo de 1430, fue capturada por el duque de Borgoña. Tiempo después fue vendida al ejército inglés para que fuera procesada.
Juana de Arco fue trasladada a Ruán y juzgada por un tribunal eclesiástico. El proceso contra Juana de Arco duró unos tres meses. Durante todo ese tiempo, el tribunal eclesiástico se aseguró que la heroína francesa no tuviera posibilidad de defensa. En este proceso, la joven francesa declaró que las voces que oía procedían de los santos y de Dios. Sin embargo, el tribunal la acusó de brujería y afirmó que las voces a las que hacía referencia eran del diablo. Muchos son los que creen que este juicio tenía como objetivo desprestigiar a Carlos VII. Por ello, el tribunal eclesiástico acusó a Juana de brujería y desacreditar al líder francés. Se cree que Carlos VII, a pesar de haber recibido la ayuda de Juana, no hizo nada para ayudarla.

En un momento de su declaración durante el proceso, Juana de Arco se retractó de sus declaraciones. Esto hizo que se le conmutara la pena de muerte por la cadena perpetua. Tiempo después volvió a reafirmarse en que las voces que oía tenían origen divino, por lo que la condenaron a muerte. La mañana del 30 de mayo de 1431, con unos 19 años, Juana de Arco fue condenada a muerte por el duque Juan de Bedford, fue atada a una estaca y quemada viva en la plaza del Mercado Viejo de Ruán, al noroeste de Francia, sus cenizas fueron arrojadas al río Sena. La familia de Juana también reunió las pruebas necesarias para la revisión del juicio y las envió al Papa, pero éste se negó definitivamente a reabrir el proceso. A la muerte de Nicolás V, fue elegido el 8 de Abril de 1456 el Papa español Calixto III (Alfonso de Borja), y fue él quien se dispuso a reabrir el caso. La inocencia de Juana fue reconocida ese mismo año, en un proceso donde hubo numerosos testimonios y se declararon herejes a los jueces que la habían condenado. Finalmente, ya en el siglo XX, el 18 de abril de 1909 fue beatificada y posteriormente declarada santa en 1920 por el Papa Benedicto XV. Ese mismo año fue declarada como la Santa Patrona de Francia y en símbolo de la unidad nacional.
7 cosas que no sabias de Juana de Arco.

1. El verdadero nombre de Juana pudo ser Jehanne d’Arc, Jehanne Tarc, Jehanne Romée o posiblemente Jehanne de Vouthon, pero ella no utilizaba ninguno de estos.
Juana no procedía de un lugar llamado Arc, como la típica anglicanización del apellido de su padre, d’Arc (a veces traducido como Darc o Tarc), podría implicar. Por el contrario, Juana se crió en Domrémy, una aldea del noreste de Francia, y fue hija de un granjero y su devota esposa. Durante su juicio ante un tribunal eclesiástico en 1431, Juana se refiere a sí misma como «Jehanne la Pucelle» (Juana la Doncella) e inicialmente declaró que desconocía su apellido. Más tarde declaró que su padre se llamaba Jacques d’Arc y su madre Isabelle Romée, y agregó que en su pueblo natal a menudo las hijas tomaban el apellido de sus madres. En la Francia medieval, donde el nombre de la familia no se utilizaba mucho, «Romée» simplemente designaba a una persona que había hecho una peregrinación a Roma o a otro significativo destino religioso. Algunas fuentes sugieren que el nombre de la madre de Juana era Isabelle de Voutho.
2. En la actualidad, algunos médicos e investigadores han diagnosticado a Juana de Arco con trastornos que van desde la epilepsia a la esquizofrenia.
A la edad de 12 o 13 años Juana empezó a escuchar voces y a experimentar visiones que ella interpretaba como señales de Dios. Durante el juicio declaró que los ángeles y los santos al principio le dijeron que debía asistir a la iglesia y vivir piadosamente. Más tarde le encomendaron salvar a Francia de la invasión inglesa y restituir en el trono como rey legítimo al heredero sin corona, Carlos VII. La doncella afirmaba que una luz brillante acompañaba a menudo sus visiones y que oía las voces más claramente cuando sonaban las campanas. En base a estos datos, algunos expertos sugieren que Juana sufría numerosos trastornos neurológicos y psiquiátricos que eran los que provocaban sus alucinaciones, como migrañas, trastorno bipolar y diversas lesiones cerebrales, por mencionar sólo algunos. Sin embargo, otra teoría sostiene que contrajo la tuberculosis bovina, que puede causar convulsiones y demencia, por haber bebido leche no pasteurizada y haber cuidado del ganado durante su infancia.
3. Mientras comandaba el ejército francés, Juana no participó activamente en los combates.
Aunque ha sido recordada como una «guerrera valiente» y como una heroína de la Guerra de los Cien Años, Juana de Arco nunca participó en una batalla ni mató a ningún enemigo. Acompañaba a sus hombres como una especie de mascota que les daba ánimos blandiendo una bandera en lugar de un arma. También desarrollaba estrategias militares, dirigía a las tropas y proponía soluciones diplomáticas en el conflicto con los ingleses. A pesar de mantenerse a distancia de la primera línea del frente, Juana resultó herida al menos dos veces: una flecha en un hombro durante la campaña de Orleans y otra en el muslo durante el intento fallido de liberar París.

4. Juana de Arco tenía mal genio.
Una vez que tomó el control del ejército francés, Juana no dudaba en regañar a caballeros de prestigio por ir mal vestidos, por su comportamiento indecente o por no asistir a misa. Incluso acusó a sus nobles mecenas de falta de carácter en su trato con los ingleses. Según un testigo en la reapertura de su proceso, en una ocasión Juana soltó un bofetón a un soldado escocés de los que se habían unido a Francia durante la guerra, por comer carne que había sido robada. Alejó a las prostitutas que seguían al ejército a punta de espada hiriendo a una o dos en el proceso. Cuando la estaban juzgando y un sacerdote con un marcado acento regional le preguntó en qué idioma le hablaban las voces, ella respondió que hablaban francés mucho mejor que él.
5. Contrariamente a la creencia popular, Juana de Arco no fue quemada por brujería, por lo menos no técnicamente.
Después de caer en manos enemigas en 1430 Juana fue juzgada en la fortaleza de Rouen por un tribunal eclesiástico. Los 70 cargos en su contra iban desde brujería hasta el robo de caballos, pero en 1431 se redujeron sólo a 12, la mayoría relacionados con el uso de ropa masculina y por afirmar que Dios hablaba directamente con ella. Le ofrecieron cadena perpetua a cambio de admitir su culpabilidad, y firmó un documento en el que confesaba sus culpas prometiendo cambiar sus maneras. Varios días después, posiblemente debido a amenazas de violación por parte de sus carceleros, volvió a vestir sus ropas de hombre. A los jueces que la visitaron enojados por este motivo les dijo que había vuelto a oír las voces. Estos actos le valieron una condena por «hereje relapsa» y la enviaron a la hoguera.

6. Entre 1434 y 1440 los hermanos de Juana hicieron pasar a una impostora como su hermana, clamando que había escapado a la ejecución.
Una de las varias mujeres que se hicieron pasar por Juana después de su muerte, Claude des Armoises, tenía cierto parecido con ella, y supuestamente había participado en campañas militares vestida de hombre. Ella y dos de los hermanos de Juana, Jean y Pierre, diseñaron un plan por el que Claude se presentó en Orleans diciendo que había huido de sus captores y que se había casado con un caballero mientras vivía en la clandestinidad. El trío recibió regalos de lujo y era invitado a fiestas, hasta que finalmente Claude admitió el engaño ante Carlos VII, cuya ascensión al trono había dirigido Juana en 1429. A pesar de su participación en el engaño, Jean y Pierre desempeñaron un papel clave en el éxito de la petición al Papa Calixto III para que se hiciera un nuevo juicio a Juana.
7. Juana de Arco inspiró el popular corte de pelo «bob» que se puso de moda en París en 1909.
Las voces que ordenaron a la adolescente Juana usar ropa de hombre y expulsar a los ingleses de Francia, también le ordenaron cortarse el pelo. Lo llevaba estilo «paje», común entre los caballeros de su época, hasta que los guardias le afeitaron la cabeza poco antes de su ejecución. En 1909, un peluquero de origen polaco conocido como Monsieur Antoine -uno de los más reputados de París- empezó a realizar ese corte a sus clientas y lo llamó «bob», citando a Juana de Arco como su fuente de inspiración. En realidad ese peinado se puso de moda en la década de 1920, popularizado por estrellas del cine mudo.
Con información de Canal Historia, Historia National Geographic, Ok Diario y Taringa