Datos curiosos del marqués de Sade.
Hoy hablaremos de un personaje emblemático el marqués de Sade, nació un 2 de junio de 1740 en Donatien Alphonse-François, hijo único de Jean-Bastiste François Joseph de Sade y de Marie Eleonore de Maille de Carman, de sangre borbónica. La casa dinástica de los Sade era de las más antiguas de Provenza. Entre sus antepasados se cuenta Hugues III, que desposó a Laura de Noves, inmortalizada en los versos del poeta Petrarca. Nace en el Hôtel de Condé, palacio de los príncipes de Condé, y allí pasará su primera infancia, pues su madre es dama de compañía de la princesa. Fue bautizado el día después de su nacimiento en la iglesia de Saint-Sulpice de París. Su nombre de pila debió ser Louis Aldonse Donatien, pero un error durante la ceremonia del bautizo lo dejó en Donatien Alphonse François. Durante sus primeros años fue educado junto al príncipe Luis José de Borbón-Condé.
Cuando Donatien tenía 4 años de edad, Marie Eléonore abandona el empleo de dama de compañía de la princesa para acompañar a su esposo en los viajes a los que le obliga su condición de diplomático al servicio del príncipe-elector de Colonia. Donatien es enviado al castillo de Saumane el 14 de agosto de 1744, quedando a cargo de su abuela y de sus tías paternas. Por indicación de su padre, su tío paterno Jacques François Paul Aldonce de Sade, entonces abad de Saint-Léger d’Ebreuil, escritor, comentarista de la obra de Petrarca y libertino afamado, lo lleva consigo el 24 de enero de 1745 para encargarse de su educación, en el monasterio benedictino de Saint-Léger d’Ebreuil. A Donatien se le asigna como tutor al abad Jacques Francois Amblet, quien le acompañará durante gran parte de su vida. En su encierro en diferentes fortalezas, Donatien compartirá sus obras con Amblet para que las lea y las comente. En ese tiempo, Amblet continuará dándole consejos literarios. Sin que exista constancia de la fecha, cuando Donatien cuenta seis o siete años de edad, su madre ingresa en un convento de París.
En 1750, con 10 años, Donatien vuelve a París en compañía del abad Amblet e ingresa en el prestigioso colegio jesuita Louis-le-Grand. Desde temprana edad se entregó a la lectura. Leía todo tipo de libros, pero prefería las obras de filosofía e historia y, sobre todo, los relatos de viajeros, que le proporcionaban información sobre las costumbres de pueblos lejanos. Durante su estancia en Louis-le-Grand aprendió música, danza, esgrima y escultura. Además, como era habitual en los colegios jesuitas, se interpretaban numerosas obras teatrales. Mostró mucho interés por la pintura, y pasaba horas enteras en las galerías de cuadros que desde entonces estaban abiertas al público en el Louvre. Además, aprendió italiano, provenzal y alemán. El 24 de mayo de 1754, cuando todavía no había cumplido los 14 años, ingresa en la academia militar. El 17 de diciembre de 1755 accede, con el grado de subteniente honorario, al Regimiento de Caballería Ligera de la Guardia del Rey (École des Chevaux-légers), pasando a formar parte de la élite del ejército francés. Al año siguiente es nombrado segundo teniente en el Regimiento Real de Infantería.
El 19 de mayo de 1756 se declara la Guerra de los Siete Años. Donatien, que aún no ha cumplido los 16 años, recibe su bautismo de fuego: Con el grado de teniente, al mando de cuatro compañías de filibusteros participa en la toma de Mahón a los ingleses bajo las órdenes del Conde de Provenza. Una crónica de La Gaceta de París informa: «El marqués de Briqueville y el señor de Sade atacaron con energía la fortaleza y tras un acalorado y mortífero intercambio de fuego, consiguieron, mediante ataques frontales, tomar el objetivo y establecer una cabeza de puente». En ese asalto murieron más de cuatrocientos franceses. Más tarde lo trasladarían al frente de Prusia. El 14 de enero de 1757, ya en Prusia, le nombran portaestandarte en el Regimiento de Carabineros del Rey, y el 21 de abril le ascienden a capitán de la caballería de Borgoña. Según Jacques-Antoine Dulaure (Liste des noms des ci-devant nobles, París, 1790), en aquella época Sade habría viajado por Europa hasta Constantinopla. En su novela Aline y Valcour, escrita durante su confinamiento en la Bastilla, encontramos un pasaje probablemente referido a su infancia y adolescencia que se considera autobiográfico.
El 10 de febrero de 1763 se firma el Tratado de París, que pone fin a la guerra. Donatien es licenciado y regresa a Lacoste. Durante los meses siguientes, su padre negocia su boda con la hija mayor de los Montreuil, familia perteneciente a la nueva nobleza, con una excelente posición económica e influencias en la Corte. Donatien, enamorado de una jovencita de la nobleza de Lacoste, la señorita de Laurais, de Vacqueyras, y que ya había expresado a su padre sus deseos de casarse por amor, accede sin embargo a la imposición paterna. El 1 de mayo los reyes dan su consentimiento en presencia de las dos familias y la llamativa ausencia de Donatien. El 15 de mayo se firma el contrato matrimonial entre Donatien de Sade y Renèe-Pélagie Cordier de Launay de Montreuil. Es en ese momento cuando Donatien y Renèe se ven por primera vez, casándose dos días después, el 17 de mayo, en la iglesia de Saint-Roch de París. El matrimonio tendría tres hijos: Louis-Marie, nacido un año después de la boda, Donatien-Claude-Armand y Madeleine-Laure.

El matrimonio Sade se instala, después de la boda, en el castillo de Échaffars, en Normandía, propiedad de la familia de Renèe. Transcurridos cinco meses surge el primer incidente. Sade viaja a París, y el 29 de octubre de 1763 es arrestado y conducido a la fortaleza de Vincennes por orden del rey. Se desconocen los motivos últimos de este arresto, que en todo caso está relacionado con una o varias jornadas de libertinaje y un misterioso manuscrito. Sade pasa 15 días encerrado hasta que la familia de su esposa se hace cargo de él y retorna a Échaffars con la orden de no abandonar la provincia sin la autorización real. El 3 de abril de 1764 recibe un permiso del Rey que le autoriza a permanecer en París durante tres meses. El 17 de mayo se encarga de la dirección de un teatro en Évry, a 30 km de París, en el que se representarán obras de autores contemporáneos, pudiendo Sade haber protagonizado alguna de ellas. El 26 de mayo toma posesión de su cargo de teniente general gobernador de Bourg-en-Bresse, Ambérieu-en-Bugey, Champagne-en-Valromey y Gex ante el parlamento de Dijon. Ese verano lo pasa en París y el 11 de septiembre es revocada definitivamente la orden real de confinamiento. A finales de 1764, el matrimonio Sade se encuentra instalado en París, también en el domicilio de los Montreuil. Sade toma sucesivamente varias amantes y recurre con asiduidad a los servicios de prostitutas. Si hacemos caso a esta carta, Sade en aquella época todavía añoraba una boda por amor:
«Los días, que en un matrimonio por conveniencia sólo traen consigo espinas, hubieran dejado que se abrieran rosas de primavera. Cómo hubiese recogido esos días que ahora aborrezco. De la mano de la felicidad se hubieran desvanecido demasiado deprisa. Los años más largos de mi vida no tendrían suficiente para ponderar mi amor. En veneración continua me arrodillaría a los pies de mi mujer y las cadenas de la obligación, siempre recubiertas de amor, habrían significado para mi corazón arrebatado sólo grados de felicidad. ¡Vana ilusión! ¡Sueño demasiado sublime!»
Donatien Alphonse François de Sade no solo es conocido por su título como el Marqués de Sade sino por su particular manera de ver la vida y los placeres en una época donde los tabúes sexuales eran castigados por una sociedad conservadora tradicionalista. Muchos han leído sus obras, llenas, no de alusiones, sino de directos contenidos altamente sexuales, pervertidos, con cargas de lujuria intensa que llevan al lector a un placer constante, no solo físico sino literario. Tras esa vida agitada que el Marqués defendía, hay algunos datos curiosos que nos dejan ver aquel personaje tras la figura lujuriosa y nihilista del aquel escritor a quien André Bretón llamó el “Divino Marqués” en referencia al “Divino Aretino”, el primer autor erótico de la época moderna. Aquí algunos datos como los siguientes: que quizás no sabías sobre el Marqués de Sade:
El Marqués de Sade fue diagnosticado con “demencia libertina”, una modalidad creada para su tan curiosa enfermedad. Por ella estuvo sus últimos años en un manicomio en el que se le daba el aval para realizar obras de teatro con los enfermos.
Cuando era niño ingresó a un colegio Jesuita en el que aprendió música, danza, esgrima y escultura. Mostraba también mucho interés por la pintura y la dramaturgia. En homenaje al Marqués (para unos Divino y para otros Satán) el Museo Orsay en París alberga la muestra Sade.
Todos podríamos creer que el Marqués nunca creyó en un sentimiento como el amor, pero después de haberse casado (obligado por su padre) y de vagar entre las amantes y las prostitutas, en algunas cartas se refería a ese bello sentimiento: “En veneración continua me arrodillaría a los pies de mi mujer y las cadenas de la obligación, siempre recubiertas de amor, habrían significado para mi corazón arrebatado sólo grados de felicidad. ¡Vana ilusión! ¡Sueño demasiado sublime».
En algunos de sus breves instantes (fuera de las mazmorras), el Marqués, dado su amor por el teatro, montó uno dentro del castillo y más adelante creó una compañía teatral con la que hizo una gira por los pueblos cercanos hasta llegar a Holanda donde consiguió que uno de sus manuscritos sea publicado.

Increíblemente y a pesar de sus capacidades musicales, literarias y su linaje pomposo, El Marqués de Sade cayó en la mendicidad y ni siquiera la reproducción de sus tan afamadas obras teatrales y la difusión clandestina de los libros que había escrito en la cárcel pudieron sacarlo de la miseria. Debió entonces suplicar a personajes del gobierno que lo acojan y ayuden hasta que fue enviado al manicomio que vería terminar sus días.
El Marqués se quedó ciego en medio de su estancia en el manicomio y algunos de los enfermos que eran sus compañeros y Constance, la mujer con la que decidió vivir en la última etapa de su vida, se encargaban de leerle textos de Voltaire, Cervantes, Séneca, Rousseau y otros que mantenía en la biblioteca privada que había logrado reunir allí.
Su hijo Armand, contrariando la última voluntad de su padre, quemó todos sus manuscritos inéditos. 21 obras que el Marqués habría podido brindarle al mundo se quedaron borradas en la historia.
Desde 1834, en el diccionario de la Real Academia Española, la palabra Sadismo se deriva del apellido del Marqués de Sade y significa: “Conducta o comportamiento sexual que consiste en infligir sufrimiento físico o psíquico a otra persona para experimentar excitación y satisfacción sexual.”
Poetas y novelistas a lo largo de la historia han rescatado la obra del Marqués y lo han tachado como un hombre libre y fiel a sí mismo. Fiodor Dostoyevsky, Arthur Rimbaud, Guillaume Apollinaire, Charles Swinburne, Gustave Flaubert y André Breton son algunos para los cuales el Marqués es sinónimo de libertad y pasión, además de un exquisito don de la escritura.
Cuando es excarcelado tras la revolución, Sade sale de un encierro de trece años en un estado físico lamentable. Desde entonces padecerá una obesidad mórbida, una progresiva ceguera y otras varias dolencias; se sabe de su necesidad de usar un suspensorio, al menos en los últimos momentos de su vida. En 1814, se suma al personal de Charenton un estudiante de medicina, J. L. Ramón, que nos deja testimonio de Sade en ese último año de su vida:
«Le encontraba a menudo paseando solo, con pasos lentos y pesados, vestido con negligencia. Nunca le sorprendí hablando con nadie. Al pasar por su lado le saludaba y él respondía a mi saludo con esa cortesía glacial que hace desechar cualquier idea de entablar conversación. Nunca habría sospechado que era el autor de Justine y de Juliette; el único efecto que producía en mí era el de un anciano gentilhombre altanero y taciturno»
En su agonía fue atendido por el joven Ramón. Años atrás, Sade había redactado y guardado en un sobre lacrado su testamento. Deja heredera universal de sus escasos bienes a su compañera Constance: «Deseo expresar a esta dama mi extrema gratitud por la dedicación y sincera amistad que me prodigó desde el 25 de agosto de 1790 hasta el día de mi muerte».
El 2 de diciembre de 1814 muere Sade. Claude-Armand, su hijo, lo visitó ese mismo día. Su compañera Constance no se encontraba en Charenton; se supone que el fallecimiento coincidió con uno de sus desplazamientos a París para realizar pequeñas compras. Dos días después, contrariando la voluntad de Sade, Armand lo hace sepultar en el cementerio de San Mauricio en Charenton, después de una rutinaria ceremonia religiosa. Armand también quemó todos sus manuscritos inéditos, incluida una obra en varios volúmenes, Les Journées de Florbelle. Su cráneo fue exhumado años después para realizar con él estudios frenológicos.
El inventario de las pertenencias materiales de Sade, realizado por cuenta del Asilo, fue el siguiente:
«40 francos y 50 céntimos, un retrato al óleo de su padre, 4 miniaturas, paquetes de documentos, un cofre con 21 manuscritos. De su biblioteca: 269 volúmenes que incluyen el Don Quijote, las obras completas de Rousseau, las Recreaciones Matemáticas, El Arte de comunicar las ideas, un Ensayo sobre las enfermedades peligrosas, la edición de 1785 de las Obras de Voltaire en 89 volúmenes, El Pornógrafo y El hombre de la máscara de hierro».
Con información de Es Curiosity y Los poetas malditos