viernes, julio 26, 2024
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San Pascual Bailón, patrono de los cocineros

San Pascual fue declarado santo en 1690, amaba a la Eucaristía que el dueño del rebaño decía que el mejor regalo que le podía ofrecerle al niño era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa.

Hoy en Revista Única te hablamos de un santo al que muchas mujeres que se dedican a la cocina le rezan para que tengan un buen sazón, San Pascual Bailón, quien nació en Torrehermosa, un pueblo de la provincia de Zaragoza el 16 de mayo de 1540.

Su nombre completo Pascual Bailón Yubero, se llamó así debido que nació en la Pascua de Pentecostés y como era costumbre poner el nombre del santo del día. Bailón era el apellido de su padre y abuelo.

Fue el segundo de 6 hermanos Juana, Francisco, Juan, Lucía y Ana, además de tres hermanos más del primer matrimonio de su padre, pero murieron muy jóvenes. Vivió en una familia católica muy generosa, por lo que desde niño fue pastor, era un niño introvertido y tímido.

Tal era su amor a la Eucaristía que el dueño del rebaño decía que el mejor regalo que le podía ofrecerle al niño era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa.

Desde el campo donde pastoreaba alcanzaba a ver el campanario de la iglesia del pueblo. De vez en cuando se arrodillaba para adorar al Santísimo Sacramento desde lejos.

Un día, mientras el sacerdote consagraba, otros pastores le oyeron gritar: «¡Ahí viene!, ¡allí está!». Cayó de rodillas. Había visto a Jesús venir en aquel momento. Se le apareció el Señor en varias ocasiones en forma de viril o de estrella luminosa.

De niño hacía duras penitencias, como andar descalzo por caminos pedregosos. Cuando alguna oveja pasaba al potrero del vecino, pagaba a este de su escaso salario por el pasto que la oveja se había comido.

A los 24 años ingresó en el convento de los frailes menores (franciscanos) de Alvatera. Al principio no lo aceptaron por su poca instrucción.

Apenas había aprendido a leer para rezar el pequeño oficio de la Santísima Virgen María que llevaba siempre mientras pastoreaba. Sus favoritas oraciones eran a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen.

Los franciscanos le asignaron oficios humildes. Fue portero, cocinero, mandadero y barrendero. Su tiempo libre lo dedicaba a la adoración Eucarística, de rodillas con los brazos en cruz.

Por las noches pasaba horas ante el Santísimo Sacramento. Continuaba su adoración tarde en la noche y por la madrugada estaba en la capilla antes que los demás.

Imagen Wikimedia

Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, lo inspiraba el Espíritu Santo. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar. Al llegar a un pueblo iba primero a la iglesia y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado.

En una ocasión, un hermano religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante una imagen de la Santísima Virgen y le decía diciéndole: «Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor». El religioso pudo ver que el santo rebosaba de alegría.

Pascual compuso bellas oraciones al Santísimo Sacramento. El Arzobispo San Luis de Rivera, al leerlas exclamó admirado: «Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes».

Le enviaron a París a entregar una carta al general de la orden. En camino defendió la Eucaristía frente a las herejías de un predicador calvinista, por lo que casi lo mata una turba Hugonotes. El se alegró por haber tenido el honor de sufrir por su fidelidad al Señor y no se quejó.

Aunque Pascual apenas sabía leer y escribir, era capaz de expresarse con gran elocuencia sobre la presencia de Jesús en la Eucaristía. Tenía el don de ciencia infusa. Sus maestros se quedaban asombrados de la precisión con que respondía a las mas difíciles preguntas de teología.

Pascual se destacó por su humildad y amor a los pobres y afligidos. Era famoso por sus milagros y su don para llevar las almas a Cristo. Martín Crespo relató como el santo le había librado de su determinación de vengarse de los asesinos de su padre. Habiendo escuchado el viernes santo el sermón sobre la pasión, sus amigos le exhortaban a perdonar.

El se mantenía inmovible. Entonces Pascual lo tomó del brazo, lo llevó a un lado y le dijo: «Mi hijo, ¿No acabas de ver la representación de la pasión de Nuestro Señor?». «Entonces -escribe Martíncon una mirada que penetró mi alma me dijo: «Por el amor de Jesús Crucificado, mi hijo, perdónalos».

«Si, Padre», contesté, bajando mi cabeza y llorando. «Por el amor de Dios yo los perdono con todo mi corazón» Ya no me sentí la misma persona.

Cuando estaba moribundo oyó una campana y preguntó: «¿De qué se trata?». «Están en la elevación en la Santa Misa». «¡Ah que hermoso momento!», y quedó muerto en aquel preciso momento. Era el 15 de Mayo de 1592, el Domingo de Pentecostés.

Imagen Wikimedia.

Durante su misa tenían el ataúd descubierto y en el momento de la doble elevación, los presentes vieron que abrió y cerró por dos veces sus ojos. Su cuerpo aun después de muerto, manifestó su amor a la Eucaristía. Eran tantos los que querían despedirse de el que lo tuvieron expuesto por tres días.

Intercedió en muchos milagros después de su muerte.

Declarado Patrono de los Congresos Eucarísticos y Asociaciones Eucarísticas por León XIII, es también patrono de los cocineros y del municipio de Obando (Filipinas).

Datos que quizás no sabías de San Pascual Bailón.

Pascual Baylón nació en Torre Hermosa en Aragón, España en 1540. Fue un pastor que perteneció a una orden franciscana donde sobresalió por ser alegre y devoto.

Ante todo, destacó por ser compartido con la comida y cuentan que uno de sus dichos era “nunca hay que negar el pan a nadie, cuando hay generosidad y ganas de compartir, siempre se produce el milagro”.

Murió en 1592 y está sepultado en el Santuario de San Pascual Bailón conocido como El Sant, en Villarreal, provincia de Castellón, España.

Debido a que se le atribuyen muchos milagros, el Papa lo declaró santo en 1690.

Desde hace muchos años las mujeres tienen a este santo en la cocina pues imploraban que la comida estuviera buena y a tiempo.

Las mujeres sin marido también le ruegan por conseguir uno (bien dicen que el amor entra por el estómago).

Durante el siglo XVIII su imagen llegó a Puebla y se convirtió en el Santo Patrón de nuestras cocinas nacionales.

La tradición dice que en su día se debe celebrar una misa en su honor y todos los asistentes deben llevar algo que hayan cocinado con la bendición de San Pascual, y la comparten, dentro de la misma iglesia o en el atrio. Se debe acabar toda la comida para no desairar al santo.

Si deseas hacerle una petición cierra los ojos, concéntrate y repite: “San Pascual Bailón, San Pascual Bailón (decir lo que se quiere pedir) si me lo concedes, te bailo un danzón o te canto una canción”. Si se cumple lo que pediste deberás cumplir lo prometido, es decir danzar o entonar algún canto.

En el Museo José Luis Bello y González en la ciudad de Puebla (3 Poniente 302, esquina con Calle 3 Sur) se exhibe un retablo de San Pascual Bailón y Lebrillo del siglo XVII.

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