domingo, junio 29, 2025
24 C
Puebla
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

OTROS ARTÍCULOS

Oskar Schindler, el nazi que salvo a más de mil judíos

Sus restos descansan en el cementerio católico Monte Sión en Israel.

Este día Revista Única recuerda a un personaje que salvó a 1,200 judíos de la muerte en los campos de concentración, en la Segunda Guerra Mundial, hablamos de Oskar Schindler quien nació el 28 de abril de 1908, en Svitavy, en la actual república Checa, fue católico no practicante. Schindler estudió la carrera de ingeniería al tiempo que ingresaba en el ejército de su país. Después de graduarse en un instituto técnico a los 16 años, en su juventud realizó una gran variedad de trabajos: vendedor de maquinaria agrícola, mecánico, granjero y director de una autoescuela, entre otros. Fue en uno de estos empleos donde conoció a su esposa, Emilie Pelzl, hija de un ganadero para el que trabajaba, con la que se casó en 1928. En esa época la familia de Schindler, incluida su esposa, era parte de los grupos de habla alemana que, tras la Primera Guerra Mundial, habían sido integrados en los países de nueva creación.

En la parte Sudetes, la región de Checoslovaquia en la que vivían, el sentimiento nacionalista de la anexión a Alemania se habían hecho fuerte después del ascenso de Hitler al poder en enero de 1933. En el año de 1935 Oskar solicitó su afiliación al Partido Alemán de los Sudetes (SDP), en el Partido Nazi; cuya motivación para ingresar no dejo constancia, pero sus biógrafos lo interpretaron como una decisión práctica, basados en su carácter, en ese tiempo el SDP estaba en ascenso y formar parte de el facilitaba contactos y trabajo como espía para la Abwehr, el servicio de inteligencia alemán, al que en teoría no se le permitía operar. Sus trabajos consistían en reunir informaciones sobre las infraestructuras y el ejército de Checoslovaquia en vistas a la futura invasión nazi del país. Así en julio de 1938 fue descubierto, encarcelado y sentenciado a muerte; se salvó gracias a que en septiembre de ese año se firmaron los Acuerdos de Múnich, que además de la anexión de los Sudetes al Tercer Reich preveían la liberación de prisioneros alemanes en Checoslovaquia. En los dos años más siguió con los trabajos para la Abwehr, contribuyendo de forma notable a reunir información sobre las infraestructuras de Polonia tal y como lo había realizado en Checoslovaquia, con lo que facilitó la invasión de ese país en 1939.

Luego de la invasión de Polonia, Oskar se instaló en Cracovia, donde emprendió una doble carrera por una parte era propietario de una fábrica de esmaltes -la Deutsche Emailwarenfabrik, que sería recordada con el nombre de «Emalia»– y, en la otra parte participaba en el mercado negro; las dos ocupaciones que resultarían estar muy conectadas entre sí. La empresa había pertenecido a un consorcio propiedad de judíos quienes se habían declarado en bancarrota y fue comprada por Schindler, y decidió conservar a los trabajadores. Durante la ocupación nazi los judíos cobraban un salario muy bajo el cual había sido fijado por ley, como otras cosas que se practicaban para minimizar los costos. «Con el tiempo, Schindler empezó a ser consciente de la oscura realidad sobre el nazismo que hasta entonces había ignorado. Usando sus contactos en las altas esferas militares, consiguió que sus trabajadores no fueran enviados a los campos de concentración».

Pasado el tiempo Schindler comenzó a ser consciente de la oscura realidad sobre el nazismo que hasta entonces había ignorado. En agosto de 1940, el gobernador general de Polonia emitió la orden de desplazar a todos los habitantes judíos a campos de concentración, excepto aquellos que fueran empleados en industrias que contribuyeran a la economía de guerra, como era el caso de la Emalia, que producía entre otras cosas los casquetes para la munición. Uso sus contactos en las altas esferas militares Schindler consiguió, una vez tras otra, la exención para sus trabajadores. Sus intenciones por aquel entonces ya no se limitaban al mero interés, puesto que para conseguir dichas exenciones a menudo tuvo que recurrir al soborno y pagar de su propio bolsillo. Sus contactos en el mercado negro se revelaron muy útiles, ya que a través de ellos podía conseguir artículos de lujo o prohibidos por el régimen nazi, que resultaban muy tentadores para los altos oficiales. El soborno también le permitió recopilar la famosa lista que en 1993 dio nombre a la película de Steven Spielberg, gracias a la información proporcionada por Marcel Goldberg, un miembro de la policía de orígenes judíos.

Una prueba de su implicación y capacidad de convicción se dio en la visita que recibió en 1944 de Amon Göth, el temible «carnicero de Cracovia» que dirigía con puño de hierro el campo de exterminio de Plaszow, convenció para que le permitiera construir su propio subcampo en los terrenos de la fábrica, consiguiendo incluso trasladar a varios centenares de trabajadores judíos de otras fabricas cercana. Esto los salvó del terror de Göth, quien fue conocido por su afición a las ejecuciones arbitrarias. Cuentan que tres soldados alemanes ingresaron a la fábrica con violencia con la orden y la determinación de llevarse a una familia entera. Schindler trató de hacerlos entrar en razón pero no lo consiguió. Al menos logró llevarlos hacia su despacho para hablar. Tres horas después los soldados salieron de la fábrica, totalmente borrachos, con los bolsillos repletos y sin la familia a la que habían ido a buscar. Otra vez logró traer de regreso un grupo de 300 mujeres que habían sido enviadas a un campo de concentración.

El avance ruso complicó los planes. Pero la persistencia, la picardía, el poder de convicción y la fortuna de Schindler, siempre dispuesta para los sobornos, consiguieron lo que parecía una quimera. Convenció a las autoridades de trasladar la fábrica y a sus más de mil empleados a tierras checas y reconvertirla en una fábrica de municiones. La lista de Schindler incluía hijos, esposas, personas enfermas: no permitió que ninguna familia se desmembrara. Una formación de 250 vagones llevó por las vías a los 1200 Schindlerjunden y los implementos para montar la nueva empresa. Luego de un tiempo, el avance de los rusos hizo que Schindler debiera escapar. Los nazis habían sido derrotados. Y sus 1200 personas habían sobrevivido. Les consiguió una muda de ropa, algunos alimentos y un poco de plata para que se integraran a la vida cotidiana post Adolf Hitler.

Pero a medida que el Ejército Rojo soviético se acercaba a Polonia, Schindler noto que su destino pendía de un hilo, sin importar sus acciones para salvar a más de mil judíos, seguía siendo un miembro del Partido Nazi y un ex oficial de la Abwehr, lo que lo convertía en un criminal de guerra. Así varios miembros del consorcio al que le había comprado la fábrica prepararon un atestado en el que defendía a Schindler como responsable de haber salvado la vida de los trabajadores de su empresa y a muchos más. Pero, tenía dudas de que los soviéticos fueran igual de comprensivos con él, por lo que en mayo de 1945 le ayudaron a escapar con su familia a Suiza.

Debido a la mediación de judíos influyentes, Oskar Schindler se pudo salvar de ser procesado, pero para muchos fue una persona non grata; en Checoslovaquia aún lo reclamaban para saldar cuentas por sus actividades de espionaje y su papel en la anexión de los Sudetes. El empresario se quedó prácticamente sin dinero a causa de todo lo que había gastado en sobornos y en la construcción del subcampo en su fábrica. En el año de 1949 se mudó junto con su familia a Argentina donde, con la ayuda de varias familias judías a las que había salvado, intentó empezar una nueva vida como granjero, sin éxito, arruinado y dejando atrás a su esposa en 1957 se instaló en Alemania Occidental y vivió el resto de su vida de las donaciones de los Schindlerjuden (en alemán «judíos de Schindler»).

Ya en el año de 1962, el Yad Vashem (la institución memorial del estado israelí para las víctimas del Holocausto) invitó a Schindler y a su mujer a una ceremonia en su honor y les otorgó la condecoración de Justos entre las Naciones, un reconocimiento reservado a personas no judías que ayudaron o protegieron a las víctimas del Holocausto. Murió el 9 de octubre de 1974, Israel le concedió un último honor, el de ser enterrado en Jerusalén, en el cementerio católico de Monte Sión, algo insólito para un ex miembro del Partido Nazi. Terminó así la vida contradictoria de un hombre que de villano vivió lo suficiente para convertirse en héroe.

Con información de National Geographic. @

Te puede interesar: Muhammad Yunus, creador de los bancos de alimentos

La santa de Auschwitz, Edith Stein, una vida llena de amor y paz, que entregó a sus semejantes

Steven Spielberg, el rey Midas de Hollywood

ÚLTIMOS ARTÍCULOS