Hoy el tema obligado es el amor. Pensaba en qué podría compartirles acerca de este concepto que les resultara interesante o al menos reflexivo.
Y es que no es un tema menor. Dado que todos hemos sentido la necesidad de amar y ser amados y en un extremo hemos sentido que se nos va la vida si no estamos con la persona amada. Bajo este panorama me parece que hemos desvirtuado este sentimiento, al punto de hacer locuras para atraerlo a nuestras vidas.
Nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. Para alcanzar el amor se siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los hombres, es tener éxito, ser tan poderoso y rico como lo permita el margen social de la propia posición. Otro, usado particularmente por las mujeres, consiste en ser atractivas, por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc.
Existen otras formas de hacerse atractivo, que utilizan tanto los hombres como las mujeres, tales como tener modales agradables y conversación interesante, ser útil, modesto, inofensivo. Muchas de las formas de hacerse querer son iguales a las que se utilizan para alcanzar el éxito, para «ganar amigos e influir sobre la gente». En realidad, lo que para la mayoría de las personas de nues¬tra cultura equivale a digno de ser amado es, en esencia, una mezcla de popularidad y sex-appeal.
Hago referencia al tema basándome en un texto que leí hace muchos años y me parece sigue teniendo una vigencia brutal. Me refiero a la obra de Erich Fromm: El arte de amar.
El autor nos habla de otros conceptos que no se plantean frecuentemente, de lo que debemos saber acerca del amor para hacer un balance de la capacidad que tenemos de amar. Menuda empresa, ¿verdad? Pues en el prefacio del libro se nos advierte que: “no esperemos fáciles enseñanzas en el arte de amar. Por el contrario…el amor no es un sentimiento fácil para nadie, sea cual fuere el grado de madurez alcanzado”.
“…que la satisfacción en el amor individual no puede lograrse sin la capacidad de amar al prójimo, sin humildad, coraje, fe y disciplina. En una cultura en la cual esas cualidades son raras, también ha de ser rara la capacidad de amar. Quien no lo crea, que se pregunte a sí mismo a cuántas personas verdaderamente capaces de amar ha conocido”. Tal vez por ello, Jesús en el segundo testamento nos insiste: “amarse los unos a los otros”. Un punto que no es cosa menor, si profundizamos en este concepto.
Este poderoso texto que nos hace plantearnos tres aspectos: 1.- “Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se los ame. La segunda premisa que sustenta la actitud de que no hay nada que aprender sobre el amor, es la suposición de que el problema del amor es el de un objeto y no de una facultad. La gente cree que amar es sencillo y lo difícil encontrar un objeto apropiado para amar -o para ser amado por él-”.
“El tercer error que lleva a suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confusión entre la experiencia inicial del «enamorarse» y la situación permanente de estar enamorado, o, mejor dicho, de «permanecer» enamorado. Si dos personas que son desconocidas la una para la otra, como lo somos todos, dejan caer de pronto la barrera que las separa, y se sienten cercanas, se sienten uno, ese momento de unidad constituye uno de los más estimulantes y excitantes de la vida”.
El hombre, una vez que tuvo conciencia de que fue separado de su armonía interna, al desobedecer, se refiere a Adán y Eva, “sintieron vergüenza” de su desnudez del paraíso, lo que significa que ahí inició su propio conflicto, ya que esta separación ha sido difícil de superar hasta ahora. El autor, analizando este mismo pasaje nos habla de la incompetencia del ser humano para saber amarnos, porque al descubrir su error, mutuamente se echaron la culpa.
Se nos ha dicho una y otra vez que el amor es la solución a los grandes problemas de la sociedad, pero no lo sabemos interpretar, por eso hacemos mofa de expresiones como “abrazos no balazos”, sin embargo, la expresión cobra sentido si la entendemos desde un punto de vista del hombre con la capacidad de amar al enemigo, de perdonarlo y en un sentido más amplio ayudar a que pudiera regenerarse. En suma, Erich From, nos dice que el amar es un arte y como tal debe aprenderse, como se aprende música, pintura o cualquier otra ciencia; es decir, prepararse para amarnos primero y después poder amar a los demás.
Concluyo con una profunda frase de Paracelso: “Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… (1493)«.
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