domingo, junio 8, 2025
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Llueve al cambio de vía

Al salir llovía. Intenté cubrirme para no mojarme pero no dejaba de llover. Entre lluvia comencé a caminar. Terminé empapado mucho antes de llegar a mi destino. Me relajé entonces.


Completamente humedecido las gotas lo inundaban todo. Pensé: qué tal si echo por ellas el pasado, si me deshacen del que soy, si con ellas huye esta sensación extraña que es extraña a mí y extraña al mundo.


Mis pasos se hicieron firmes y puse fuerza en ellos, con la fuerza del sacar los demonios que gravitaban y volaban sobre una cabeza no solo húmeda sino afiebrada por la emoción, por la posibilidad de abandonar aquello siempre deseado de ser abandonado.


El acto y su trama penetraron el sustrato que me alimentaba el momento. El monje que quita su manto y libera espíritu, la serpiente que cambia de piel para crecer, la tierra que con lluvia refresca su portento.


Inconsútil en su autonomía el inabarcable muro de agua me veía y palpaba y abrazaba sin yo poder asirlo. Lejos y muy lejos me lanzaba más allá del lugar, hecho, momento.


Abigarrado en ropas y carnes y desterrado de mí mismo del momento, ya incorporaba cada motivo al vivo existir el plan de dejarme caer y ser pausa y acontecimiento lejos de múltiples momentos.


Cercado por la realidad me aventuré el adentrarme y derretirme como agua.


Ahí estaba en la materia aspiracional del todo universal pero no le arrancaba apenas suspiro. Ella me mojaba y con su fibra y color aparentes en cambio y sin fingir y con inexpresable lenguaje del mojar me quitaba todo, me hundía, me arrinconaba con efectos y afectos. Era ya agua.


Estreno desde aquel entonces cada cambio de piel, manto y tierra y el porte esbelto del andrógino reflujo. Un agua filtra la vida desenvuelta con que vivo y me baño por dentro con el agua dejada correr.

Un excitar es el que me arroja y redefino energías, creencias, armas, donceles inhumanos y paraísos que aunque figuras no dejan de tener mundo aparte.

Ahora espero cada tormenta y espero mojarme y caminarme con esos pasos dejados caer con el agua que dobla la esquina y convierte el camino en cambio de vía.

Llueve desde dentro y me llueve estando dentro, desde mi agua inundo ese exterior que me moja y seduce con el dulce olor de lluvia.

Ya llueve y lluevo y mi piel es ya liberada, piel de serpiente, hábito de oración, cubierta de polvo y el cambio de vía autentica el hermafroditismo de esta pieza flor que ahora se moja y moja.

Cae ya la lluvia y cada desencuentro y piel me esperan para rastrearme.

Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com

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