sábado, abril 27, 2024
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Lázaro Cárdenas del Río, creador de PEMEX

Cárdenas uno de los mayores estadistas de México.

Hoy en Revista Única recordamos a un militar y político mexicano, a quien se le recuerda como uno de los mayores estadistas del país, hablamos de Lázaro Cárdenas del Río, quien nació el 21 de mayo de 1891 en Jiquilpán de Juárez, Michoacán. En su tierra natal cursó hasta el cuarto año de primaria, únicos estudios formales que realizó hasta los once años.

Desde niño ayudó a su abuelo a cultivar su «ecuaro» por lo que tuvo contacto con los indígenas y los abusos de los terratenientes. En 1909 ingresó como «meritorio» en la mesa segunda de la Oficina de Rentas de Jiquilpan, donde empezó a desarrollar una caligrafía impecable.

En 1911, con la muerte de su padre, asumió la responsabilidad de ser el jefe de su familia. Ese mismo año trabajó en la Secretaría de la Prefactura y después, laboró como tipógrafo en la imprenta “La Económica”, de Donaciano Carreón, cuyas ideas liberales y revolucionarias influyeron en su formación política.

Al estallar la revolución, Donaciano vendió a los trabajadores la imprenta, entre ellos al mismo Cárdenas, y se unió a los rebeldes. En 1913, el joven Lázaro fue delatado a los federales huertistas por haber impreso un manifiesto revolucionario y ante la posibilidad de ser aprehendido, se enlistó en las fuerzas revolucionarias como capitán segundo encargado de la correspondencia (fundamentalmente gracias a su caligrafía).

Imagen Capital México.

Se encontraba bajo las órdenes del general zapatista y más tarde villista, Guillermo García Aragón, que operaba en Michoacán y después en la columna de Martín Castrejón que se dispersó a finales del año citado. Perseguido por los federales se reintegró a la revolución en julio de 1914 bajo las órdenes del general Lucio Blanco y ya con las fuerzas obregonistas presenció en Teoloyucan la rendición del Ejército Federal y al dividirse los caudillos revolucionarios combatió al zapatismo ese mismo año.

Después, se incorporó a las fuerzas del general José María Maytorena en Sonora, pero al llegar a Cananea y darse cuenta de que Maytorena se había unido a Villa, marchó a Agua Prieta para integrarse a las tropas del general Calles. Cárdenas escribió en sus “Apuntes”:”En marzo de 1915 que me presenté al general Calles y durante la campaña que hicimos en aquel Estado contra Maytorena y Villa, pude apreciar en él al hombre de carácter y firmes convicciones y puse entonces bajo su mando el entusiasmo de mis veinte años”. 

Ambos iniciaron una entrañable amistad en la que Calles era maestro y líder político del joven Cárdenas. Calles llamaba a Cárdenas con el mote de “Chamaco”. Bajo su mando, Cárdenas actuó contra los indios yaquis sublevados; combatió en Nayarit, Jalisco y Michoacán a los rebeldes villistas de Inés Chávez García. Al triunfo de la revolución constitucionalista regresó a Michoacán, donde persiguió a bandidos que operaban en la región.

Durante el gobierno constitucional de Carranza, Cárdenas fue encargado de pacificar la Huasteca veracruzana, en la que las “guardias blancas”, al servicio de las compañías extranjeras petroleras, asolaban la región. En 1918, alcanzó el grado de coronel. En 1920, desde la Huasteca, se adhirió al Plan de Agua Prieta, encabezado por los sonorenses Obregón, De la Huerta y Calles, en contra del presidente Carranza, quien pretendía imponer a Bonilla como su sucesor.

Tras el asesinato de Carranza en Tlaxcalantongo, Cárdenas hizo detener y enviar preso a México a Rodolfo Herrero, presunto responsable directo del crimen. (Hay un oficio en el que el Corl. Cárdenas ordena al Gral. Herrero asesinar a Carranza, lo cual resulta incongruente y descubre su carácter apócrifo). Al triunfo del movimiento de Agua Prieta, el presidente interino, Adolfo de la Huerta, ascendió a Cárdenas al grado de general brigadier.

Imagen Relatos e historias.

Comisionado en Michoacán, recibió el gobierno interino de su estado natal de manos de Pascual Ortiz Rubio, cargo que desempeñó algunos meses para entregarlo al general Francisco J. Mújica, que había resultado triunfador en las elecciones de septiembre de 1920.

Después fue designado jefe militar en el Istmo de Tehuantepec, en donde forjó alianzas y amistades duraderas. En 1923, durante la revolución «delahuertista», Cárdenas fue herido y hecho prisionero en el combate de Palo Verde. Al ver la gravedad de sus heridas, sus enemigos, los generales sublevados Rafael Buelna y Enrique Estrada (a quien salvaría Cárdenas la vida poco después), generosamente lo enviaron a Guadalajara para que fuera atendido y después liberado.

De igual modo, se cuenta que en ese mismo año, Cárdenas dejó escapar al general Francisco J. Múgica, en lugar de asesinarlo como le había ordenado Obregón. Después fue comandante de la zona militar de las Huastecas. En 1924 fue ascendido a general de brigada y al año siguiente, intervino en el arreglo de diversos problemas surgidos entre los sindicatos y las empresas petroleras extranjeras.

Ahí constató los abusos de las compañías extranjeras contra los trabajadores mexicanos y el saqueo irresponsable que realizaban de los recursos petroleros nacionales. Lázaro Cárdenas saltó a la política bajo la protección de otro militar revolucionario, el presidente Plutarco Elías Calles.

En 1928 fue electo gobernador de Michoacán, cargo que aprovechó para realizar una importante labor reformadora que acreditó su valía política en todo el país: creó numerosas escuelas, impulsó el reparto de tierras y promovió las asociaciones sindicales y la democratización de la universidad.

Imagen Memoria Política de México

Posteriormente fue ministro del Interior (1930-32) con Pascual Ortíz Rubio y ministro de la Guerra (1932-34). En 1934 ganó las elecciones presidenciales, siempre bajo la protección de Calles, que seguía ejerciendo gran influencia en la vida política mexicana; pero, una vez en el poder, Lázaro Cárdenas se emancipó de su tutela y adoptó una línea política propia, más inclinada hacia la izquierda.

Llegó incluso a expulsar del país a su antiguo protector, que hubo de exiliarse en Estados Unidos (1936). Creó el Partido Revolucionario Mexicano (antecedente del posterior PRI), en el cual se integraron un amplio espectro de reformistas y progresistas: comunistas y socialistas, liberales radicales, la Confederación de Trabajadores Mexicanos y la Confederación Nacional de Campesinos.

La presidencia de Cárdenas (1934-1940).

Bajo el lema «México para los mexicanos», Cárdenas llevó adelante una política de nacionalizaciones, especialmente trascendente por lo que respecta al petróleo; ello le enfrentó con Estados Unidos y le obligó a buscar compradores en Alemania.

También se ocupó de proteger a la población indígena, impulsó la reforma agraria, combatió el latifundismo, nacionalizó los ferrocarriles y estableció una enseñanza pública laica, gratuita y obligatoria. En definitiva, todo un giro socializante del México posrevolucionario, que hay que situar en el contexto de la depresión económica mundial de los años treinta y el New Deal de Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos.

De estas realizaciones debe destacarse su ambicioso programa de reforma agraria. El gobierno de Cárdenas organizó el reparto de más de dieciocho millones de hectáreas entre los desposeídos mexicanos, casi el doble de lo que todos los gobiernos de sus predecesores juntos habían llegado a distribuir.

Imagen Wikimedia.

Pero la distribución de tierras sin proporcionar los servicios de infraestructura necesarios conduce a una agricultura de subsistencia en la que el campesino es capaz de alimentar a su familia, pero no de producir excedente para el mercado. Para evitar los problemas del abastecimiento de las ciudades y del mercado de exportación, Cárdenas recurrió a un sistema comunal genuinamente mexicano, el ejido. Los ejidos incluían a cientos de familias a las que el Banco de Crédito Ejidal proporcionaba financiación, escuelas y hospitales.

De fundamental importancia fue asimismo la cuestión del petróleo, en la que Cárdenas mostró su valentía y supo mantenerse firme frente a Estados Unidos. Cuando en 1938 anunció la expropiación de las compañías británicas y estadounidenses de petróleo, medida que contaba con el apoyo de todo el país, la reacción del capital estadounidense fue pedir a Roosevelt la intervención.

El presidente Roosevelt, sin embargo, había defendido la no injerencia en los países vecinos con su política de «buena vecindad». El gobierno de Cárdenas creó un monopolio estatal, Petróleos Mexicanos (PEMEX), verdadero buque insignia de la nacionalización de los recursos, y logró, no sin ciertas dificultades iniciales, sortear el boicot internacional al petróleo azteca.

Más polémica fue la implantación de una educación «socialista», término que quedó envuelto en la indefinición; pero, aparte del problema ideológico, la educación se extendió por el país y llegó a sectores y a amplias áreas rurales que nunca había alcanzado: en seis años se duplicó el número de escuelas.

En la lucha contra los fascismos, cuyo auge llevaría a la Segunda Guerra Mundial, fue significativa la acogida que Cárdenas dispensó a los refugiados republicanos españoles que, perdida la Guerra Civil en 1939, huían del régimen de Franco.

El sexenio de Cárdenas, en resumen, fue un periodo de estabilidad política que legó a la posteridad avances significativos en materia de economía, educación y obras públicas. Cárdenas dejó la presidencia en 1940, pero no la vida política, en la que siguió ejerciendo considerable influencia: promovió la candidatura de Manuel Ávila Camacho, que le sucedió en el periodo 1940-1946, y él mismo aceptó el cargo de ministro de la Guerra entre 1942 y 1945.

También colaboró con el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964).

Imagen México.as

Lázaro Cárdenas murió víctima de cáncer en la Ciudad de México el 19 de octubre de 1970, exactamente 25 años después del deceso de su adversario político Plutarco Elías Calles. Sus restos fueron depositados en el Monumento a la Revolución, donde permanecen junto a los de Francisco I. Madero, Pancho Villa, Venustiano Carranza y el mismo Calles.

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