Hoy escribo con el corazón apesadumbrado por una noticia que nos estremece y nos llena de tristeza profunda.
Los restos hallados en una vivienda en San Martín Texmelucan han sido confirmados por la Fiscalía como los de la pequeña Neri Sánchez, reportada como desaparecida hace casi un año durante el Desfile de Día de Muertos.
Esta noticia no sólo marca el final de una búsqueda desesperada, sino que también revela una verdad aún más oscura y desgarradora.
En noviembre de 2023, Yari y Ulises, los padres de Neri, denunciaron su desaparición en medio del bullicio y la celebración de uno de los eventos más emblemáticos de nuestra cultura.
Un desfile lleno de colores, música y vida se transformó en una pesadilla cuando la noticia de la desaparición de Neri se extendió. La comunidad se unió en una búsqueda esperanzada, creyendo que la niña se había perdido en la multitud. Sin embargo, la verdad que se ha desvelado es mucho más perturbadora.
Los restos de Neri fueron encontrados en febrero, ocultos en un inmueble que ahora guarda el silencio más doloroso. Después de exhaustivos estudios, el fiscal especializado en desaparición de personas, Alejandro García Badiola, confirmó que los restos pertenecen a Neri.
La confirmación no sólo trajo un cierre amargo a la búsqueda, sino que también expuso una traición inimaginable: sus propios padres, aquellos que deberían haberla protegido y amado, están vinculados a su muerte.
Yari y Ulises continúan en prisión, esperando el juicio que definirá su destino. Las investigaciones revelaron que la desaparición de Neri no ocurrió durante el desfile, como se hizo creer inicialmente.
Sus padres planearon meticulosamente esta farsa, tratando de encubrir la verdad. Una verdad que no sólo destruye la imagen de una familia, sino que nos deja a todos con el corazón roto y una sensación de incredulidad.
La noticia de la muerte de Neri y la implicación de sus padres en este atroz crimen nos obliga a reflexionar sobre el valor de la vida y la responsabilidad que conlleva traer a un ser humano al mundo.
Como sociedad, debemos exigir justicia para Neri, pero también debemos mirar hacia adentro y cuestionar cómo podemos proteger mejor a nuestros niños.
La confianza y el amor que los niños depositan en sus padres son sagrados, y traicionar esa confianza es un acto que clama al cielo por justicia.
