Sus estudios sirvieron para crear la primera nave espacial pilotada por un ser humano, Yuri Gagarin
Konstantin Eduárdovich Tsiolkovsky, físico ruso, figura clave en la historia de la astronáutica, conocido como El padre de la cosmonáutica. Nuestro personaje nació el 17 de septiembre de 1857, en Izhévskoye, en la provincia de Riazán, al sur de Moscú. Quinto hijo de un inmigrante polaco, se educó por cuenta propia en las bibliotecas de Moscú y en los libros de su padre, pues no podía frecuentar la escuela.
Siendo sólo un niño se quedó sordo tras pasar la escarlatina. Lejos de hundirse, y con el apoyo de su padre, se convirtió en un gran lector, sobre todo de la obra de Julio Verne.Eso le creó problemas en la escuela y le marginó de sus compañeros. La muerte de su madre, a quien quería mucho, terminó por convertir al niño en un ermitaño. Pese a ello, mostró gran interés por leer cualquier libro que pudiera encontrar y trató de poner en práctica lo que aprendía.
El padre de Tsiolkovski fue un aristócrata menor y empobrecido de origen polaco que quedó sumamente impresionado por algunos ingeniosos bosquejos de su hijo, al punto que decidió pagar por sus estudios en Moscú, pero por alguna razón desconocida Tsiolkovski no logró ingresar en la escuela técnica. Sin embargo, decidió quedarse en Moscú y continuar sus estudios de manera autodidacta sobre la base de los libros que sacaba de la única biblioteca pública de la ciudad. La mayor parte de la pequeña mensualidad que recibía de su padre la gastaba en libros, sustancia química e instrumental, dejando el resto para alimentación y ropa. Después de regresar a Viatka, su pueblo natal, Tsiolkovski empezó a ganarse la vida dando clases particulares y luego pasó el examen que le permitió alcanzar el cargo de maestro de una escuela pública.
Durante la mayor parte de su vida Tsiolkovski ganó poco reconocimiento por sus obras científicas. En cambio, sus experimentos en la ciudad provincial de Bórovsk y, más tarde, en la ciudad de Kaluga, le granjearon la reputación de “inventor loco” entre los habitantes locales. Recordando sus experiencias, se refirió a una prueba para una investigación en la que se puso a esquiar con una vela pequeña sobre el río congelado, lo que asustó a los caballos. La gente le increpó pero él no lo oyó por su sordera. Además, trabajó como profesor de matemáticas en Borovsk y posteriormente en Kaluga, aunque combinaba la docencia con la investigación. Konstantin Tsiolkovsky era un visionario muy adelantado a su época, e incluso a la época actual.
Llegó a publicar más de 500 trabajos relacionados con los viajes espaciales. Algunos son tan innovadores como bosquejos de cohetes de propulsión líquida, diseños de cabinas presurizadas dobles para proteger contra los meteoritos, giroscopios para el control de altitud o asientos para proteger al piloto contra la aceleración durante el despegue de la nave.
En sus estudios tempranos se centró en la aviación y, sobre todo, en los dirigibles. Su idea favorita era la construcción de un enorme dirigible de metal de volumen variable que se mantuviera a flote con aire caliente en vez de hidrógeno. Durante largos años, Tsiolkovski no pudo conseguir fondos para su ambicioso proyecto. Sus propios ingresos sólo le alcanzaron para modelos pequeños.
Para 1883 realizó un proyecto de nave por retropropulsión para viajes interplanetarios. Unos años después, en 1920, ideaba un cohete integrado por varios módulos que iban desprendiéndose en las sucesivas etapas del viaje. También fue un visionario con los motores espaciales, proponiendo un combustible líquido basado en una mezcla de hidrógeno y oxígeno.
Al cabo de varias décadas, en 1931, cuando el científico gozaba de fama y reconocimiento en la Unión Soviética, se construyó un gran modelo de prueba, pero la aeronave metálica requería demasiados materiales y resultó irrealizable. La estación Mayakóvskaya del metro de Moscú está decorada con detalles de aquel proyecto.
La mayoría de sus estudios no llegaron a la sociedad científica hasta 1918. A pesar de ello, buena parte de sus ideas sirvieron para hacer posible que el hombre pusiera en órbita el primer satélite artificial. Posteriormente, también se utilizaron sus estudios para crear la primera nave espacial pilotada por un ser humano, Yuri Gagarin. El cosmonauta ruso orbitó alrededor de nuestro planeta en un cohete construido según los principios establecidos por Konstantin Tsiolkovsky.
Fue a fines de la década de los años 80 del siglo XIX cuando Tsiolkovski escribió su primer libro de ficción, en el que describía lo que experimentaría un hombre en la Luna.Aunque la trama distaba mucho de ser sofisticada y se permitía a los protagonistas andar sin trajes espaciales, el libro ofrecía variados detalles sobre cómo sería un medio ambiente con menor gravedad y sin el vital aire terrestre.
Ya en la última década de ese siglo, Tsiolkovski escribió sus primeras obras serias sobre la exploración del espacio y los cohetes. Creía que los vehículos con propulsión a chorro eran el método más prometedor para salir al espacio y moverse en el vacío. Más tarde, esbozó los principios básicos de la construcción de motores de cohetes, incluido el uso de hidrógeno y oxígeno líquido para la propulsión y el instrumental de control de posición.
Sus estudios se conocieron poco fuera de la URSS pero inspiraron a los científicos locales. Como homenaje a su contribución a la ciencia espacial, la ecuación que determina el movimiento ideal de un cohete respecto a su masa, la masa del combustible y la velocidad de escape lleva el nombre de Tsiolkovsky.
En tanto, sus teorías sobre los viajes espaciales presagiaron la creación de estaciones orbitales sustentadas con energía solar. Fue él quien concibió la idea de cohetes de múltiples etapas, aunque imaginó erróneamente que se trataría de una caravana de vehículos separados que realizaría múltiples reabastecimientos de combustible en vuelo antes de lograr la llegada a la órbita. Otra de sus ideas fue un ascensor orbital, lo que reduciría en gran medida el costo del transporte de cargas al espacio. Se trata de una concepción aún por realizar porque por ahora no existen materiales con la suficiente resistencia.
Menos conocidas por el público son las polémicas obras filosóficas de Tsiolkovski, en las que aborda ideas tales como la eugenesia y el gobierno de los genios. Según él, los viajes espaciales eran naturales para la humanidad a medida que se desarrollaban las nuevas tecnologías, pero también estaba de acuerdo con los adeptos del transhumanismo y creía que la humanidad debía dirigir su evolución con miras a independizar a los individuos del medio ambiente y hacerlos potencialmente inmortales.
También hay controversia acerca de las relaciones de Tsiolkovski con las autoridades. El maestro escolar de provincia y autodidacta que hacía descubrimientos sobre la base de su pura dedicación y la capacidad de su inteligencia era una figura demasiado atractiva para la propaganda. Incluso por entonces “se olvidó” a sus nobles ancestros. Algunos críticos sostienen que su legado está sobrevalorado y sus obras son, en muchos aspectos, secundarias y carentes de valor científico. Sin embargo, muchos ingenieros de cohetes, desde Wernher von Braun hasta Serguéi Koroliov, han alabado a Tsiolkovski como la persona que les “mostró” el camino.
El sueño de Tsiolkovski de que la humanidad se aleje definitivamente de la proverbial cuna terrestre ha inspirado a muchos y algunas de sus predicciones han sido asombrosamente precisas.
Su sueño de que la humanidad se aleje definitivamente de la proverbial cuna terrestre ha inspirado a muchos y algunas de sus predicciones han sido asombrosamente precisas. ¿Quién sabe si otras ideas suyas se materializarán en el futuro? Murió el 19 de septiembre de 1935 en Kaluga.
Estudio sobre La aeronave de metal dirigible.
Estudio La exploración del cosmos mediante cohetes.
Libro La nave cósmica.
Libro Exploración del espacial mediante cohetes de retropropulsión.
Libro El cohete cósmico.
Así Konstantín Tsiolkovski fue una figura clave en la historia de la ciencia pero difícilmente puede considerarse un científico en el sentido tradicional de la palabra. Nunca se licenció y solo estudió tres años en la escuela primaria. Aunque fue un inventor y pensador laborioso, la falta de conocimiento general de los avances de la ciencia le provocó varios momentos embarazosos, como cuando descubrió de manera “independiente” la teoría cinética de los gases varias décadas después de que esta fuera de público conocimiento en el mundo académico. Sin embargo, su visión acerca de la exploración del espacio y su trabajo respecto a los cohetes sentaron las bases para la conquista espacial.
Fuente: Astronomía, EcuRed y Rusipedia