Los restos de Zaragoza se encuentran en Puebla.
En Revista Única te hablaremos de uno de los militares más conocidos que era el comandante del Ejército de Oriente en la batalla de Puebla, él es Ignacio Zaragoza, nació el 24 de marzo de 1829, en Bahía del Espíritu Santo, Texas.
Sus padres Miguel Zaragoza y María de Jesús Seguín, cuando Ignacio tenía cinco años sus padres decidieron trasladarse a Matamoros, Tamaulipas, donde inició sus estudios y diez años después se fue a Monterrey, Nuevo León, donde intentó ingresar como cadete pero fue rechazado.
Por influencia paterna creció bajo la firme disciplina de la vida militar, y por la intervención de su madre, bajo los cánones religiosos de la época. Tras la independencia de Texas, la familia Zaragoza vivió en varios lugares, entre ellos Matamoros, donde aprendió las primeras letras, y Nuevo León, donde tras una breve estancia en el seminario, encontró su verdadera vocación: el Ejército.
Fue hasta 1853 que ingresó al ejército de Nuevo León, primero como sargento y después se convirtió en capitán de su regimiento.
Ignacio Zaragoza siempre dejó ver su inclinación liberal y en 1854 se adhirió al Plan de Ayutla que intentaba derrocar a Antonio López de Santa Anna.
En 1860 formó parte de los cuerpos defensores de la Constitución de 1857 y participó en la Batalla de Calpulalpan, que puso fin a la Guerra de Reforma y que permitió establecer parámetros para el nuevo sistema republicano.
Fue Ministro del Ejército y la Marina durante un periodo del gobierno de Benito Juárez, específicamente de abril a diciembre de 1861. Fue reconocido por su lealtad y patriotismo. Renunció a este cargo para ponerse al frente del Ejército de Oriente con el cual realizó la batalla con la que es más recordado.
En el plano personal, Zaragoza estuvo casado con Rafaela Padilla de la Garza y tuvieron dos hijos y una hija. Su esposa murió de neumonía y sólo estuvieron casados por cinco años.
Batalla de Puebla.
Ignacio Zaragoza fue quien dirigió la Batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862. Pero antes de llegar a este enfrentamiento, se darán algunos antecedentes que dieron origen a esta batalla. Cuando Benito Juárez era presidente el país estaba sumido en una crisis en todos los sentidos y tenía altas deudas con otros países, el entonces presidente decretó la suspensión de los pagos de deuda, de forma temporal.
España, Francia y Gran Bretaña eran los países con lo que la deuda era mayor no estaban de acuerdo con esta suspensión y se aliaron para reclamar su pago. Tropas de los tres países llegaron al Puerto de Veracruz y se logró negociar con España y Gran Bretaña. Pero Francia tenía intenciones de acrecentar sus colonias en América así que continuaron su camino hacia el centro del país. Ante este panorama, Benito Juárez tuvo que organizar una defensa en los mismos términos en que se presentaba el ejército francés.
En los primeros días de mayo de 1862, Juárez designó a Ignacio Zaragoza como comandante en jefe del Ejército de Oriente, designado para combatir a las fuerzas francesas.
El ejército mexicano, en situación precaria se enfrentaría con el ejército francés mejor armado pero menor en número y comandados por Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez. Un primer enfrentamiento sucedió en la Cumbre de Acultzingo y el segundo ocurrió en la ciudad de Puebla, en las inmediaciones de los Fuertes de Loreto y Guadalupe el 5 de mayo.
En este segundo enfrentamiento había mil 200 soldados del lado mexicano, entre militares e indígenas zacapoaxtlas, comandados por los generales Porfirio Díaz, Miguel Negrete, Felipe Berriozábal y el capitán Francisco Lamadrid. Del lado francés había tres mil 500 soldados y en ese entonces, el ejército de Francia era considerado como uno de los mejores del mundo.
El enfrentamiento ocurrió cerca del medio día y terminó después de las siete de la noche. Tras varios embates, el ejército francés se replegó y dejó a cientos de heridos en el campo de batalla.
Con esto, el ejército mexicano ganó esta batalla y el logro fue comunicado vía telegrama al Palacio Nacional; Benito Juárez anunció la derrota francesa y este hecho sirvió para reforzar el patriotismo en un país altamente fragmentado y desordenado.
Al resultar vencedores sobre el ejército francés, Ignacio Zaragoza le dijo a su ejército:
“Las armas nacionales se han cubierto de gloria. Las tropas francesas se portaron con valor en el combate y su jefe con torpeza”.
A finales de mayo de 1862, Zaragoza fue a visitar a las tropas que estaban en Cumbre de Acultzingo y ahí contrajo fiebre tifoidea. Esta enfermedad se agravó con el tiempo y murió el 8 de septiembre del mismo año, en Puebla, a la edad de 33 años.
El presidente Juárez comunicó de manera pública la muerte del general y se le rindieron honores en todo el país, pues era entonces una figura icónica de la defensa nacional. Se pidió luto por nueve días para los funcionarios y la bandera se colocó a media asta. Se ordenó que su cuerpo fuera llevado a la Ciudad de México y se le declaró Benemérito de la patria; a la ciudad de Puebla se le renombró como Puebla de Zaragoza en honor al general.
Fue enterrado el 13 de septiembre en el Panteón de San Fernando y se le rindieron los más altos honores.
Después sus restos fueron llevados a la ciudad de Puebla, donde se construyó un monumento dedicado a su memoria.
Con información de Cultura Colectiva.
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