viernes, abril 19, 2024
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Dolores del Río, la mexicana que conquistó Hollywood

La mexicana que debutó en el cine estadounidense.

En esta ocasión Revista Única recordamos a una bella actriz mexicana, quien hoy cumpliría 115 años, hablamos de Dolores del Río, quien nació el 3 de agosto de 1905 en Durango, su nombre completo Dolores Asúnsolo López-Negrete, su padre fue director del Banco de Durango y prima segunda del famoso galán del cine mudo estadounidense Ramón Novarro. Siendo muy pequeña sus padres tuvieron que salir del estado con rumbo a la capital, debido a la revolución, esto en 1910, al siguiente año ingresó en el colegio San José, un convento de monjas francesas, donde recibió la educación elemental, aquí aprendió a hablar francés y también danza. La gente que la conocía dicen que de niña tenía complejo de fea, pero que sus juegos de muecas frente al espejo y el baile la ayudaron a superar su timidez y la situación familiar le permitió recibir una esmerada educación.

Cuando tenía 15 años de edad en el año de 1921, Dolores se casó con el escritor Jaime Martínez del Río, 18 años mayor que ella y de quien heredó su apellido artístico. Era un rico hacendado licenciado en leyes, por lo que la boda fue fastuosa y el viaje de luna de miel duró dos años por Europa en los que hasta se codearon con la realeza española. A su regreso a México el matrimonio inicio amistad con los pintores, artistas e intelectuales importantes de la sociedad mexicana. El rostro de Dolores del Río inspiró a pintores como Diego Rivera, Covarrubias y Orozco, tenía un rostro perfecto, con facciones indígenas bien delineadas: una figura frágil, distinguida, de movimientos corporales elegantes, una personalidad fina, sobria, delicada, de exquisitos modales, así cómo un temperamento y fuerza de voluntad al enfrentar los retos, la convirtieron en una leyenda. En uno de los encuentros de sociedad a los que acostumbrada a asistir, la belleza de Dolores del Río llamó la atención del director de cine estadounidense Edwin Carewe, que quedó impresionado por la personalidad de la joven –a la que calificó como “la Rodolfo Valentino femenina”– y la invitó a interpretar un pequeño papel en la película Joanna (1925) la que estaba dirigiendo por aquellas fechas en Hollywood. Dolores del Río se lanzó a la aventura americana por curiosidad, casi como un capricho sin futuro, pero a partir de aquella primera película comenzó a recibir ofertas de trabajo y solicitudes para muchos proyectos. Debutó en 1925 en ‘La muñequita millonaria’, que dirigía Edwin Carewe, director con quien rodó siete películas.

Más adelante protagonizó películas mudas estadounidenses donde llegó a ser encasillada en papeles de indígena, problema que se acentuaría con la llegada del cine sonoro debido a su acento mexicano. Después de La muñequita millonaria (Joanna, Edwin Carewe, 1925), con la que debutó, hizo un buen trabajo en Resurrección (Resurrection, 1927), Ramona (Ramona, 1928) y Evangelina (Evangeline, 1929), del mismo realizador. Durante el rodaje de esa película, se separa de su marido, quien muere algunos meses después en Alemania. Hollywood no buscó en ella la belleza mexicana sino que, depiladas las cejas y empequeñecidos los labios, hizo de francesa (‘El precio de la gloria’), de rusa tolstoiana (‘Resurrección’) o de rusa a secas (‘La bailarina de la ópera’). Así se convirtió en la “mujer latina” por excelencia, un arquetipo de pasión y fuego alimentado por la fantasía americana. Bajo la dirección de Raoul Walsh trabajó en El precio de la gloria, 1926; Los amores de Carmen, 1927 y La bailarina de ópera, 1928. Además realizó Ave del paraíso, (King Vidor, 1932), representó a una brasileña en un musical en el que era la protagonista ante Ginger Rogers y Fred Astaire, Volando hacia Río de Janeiro (Thornton Freeland, 1933), francesa (Madame du Barry, W. Dieterle, 1934), (Wonder Bar, L. Bacon, 1934; I Live for Love, B. Berkeley, 1935).

Permaneció en Estados Unidos hasta 1942 realizando un trabajo casi ininterrumpido en 28 películas y convirtiéndose en una de las figuras solitarias de la época dorada de Hollywood y, por extensión, en una personalidad halagada internacionalmente y perseguida por las revistas especializadas. Durante la época del cine dorado norteamericano, cuando Joan Crawford, Greta Garbo y Marlene Dietrich eran las estrellas sin discusión, pero la mujer más bella de Hollywood -esto dicho por la propia Dietrich– era una mexicana, Dolores del Río. Tras la aparición del cine sonoro, la actriz participó en una serie de cintas exitosas como ‘Ave del paraíso’ (1932), ‘Volando a Río’ (1933), ‘Madame Du Barry’ (1934) y ‘Journey into Fear’ (1943). Su carrera la obligó a divorciarse de Jaime y a contraer matrimonio con Cedric Gibbons, diseñador artístico de la Metro Goldwyn Mayer, donde Dolores del Río trabajaba. Sin embargo, fue durante una fiesta con la alta sociedad de Hollywood, en 1941, donde la mexicana conoció a un entonces incipiente Orson Welles. Se le presenta la oportunidad de rodar ‘Estambul’, pero el ‘niño prodigio’ se quedó sin película a mitad de rodaje y al retomarla Norman Foster prescindió de la actriz mexicana. Después de diez años de matrimonio la pareja Gibbons – del Río, se separa en 1941 debido, según se dijo entonces, a un affair que la actriz había tenido con el actor y director Orson Welles, quien luego termina casándose con la actriz Rita Hayworth. Su tercer y último matrimonio fue con Lewis Riley y ella aseguró que fue la relación que más equilibrio emocional le había brindado, aunque todos aseguran que el gran amor de su vida fue Orson Welles.

Cuando su fama en Hollywood decae, Dolores del Río regresa a México. Aquí, la actriz se convierte en una de las más grandes leyendas de la gran pantalla del país y su fama perdura en el tiempo como un referente del séptimo arte mexicano, ya que sólo mencionarla significa recordar la gloriosa época de oro del cine azteca. Dolores del Río era, dicho por Carlos Fuentes «una diosa que se sabía mujer». Volvió a usar las trenzas y los arquetipos indígenas con los también mexicanos Emilio Fernández (Flor silvestre y María Candelaria, 1943, entre otras) e Ismael Rodríguez (La cucaracha, 1958) así como con John Ford (El gran combate, 1964). Realizó un thriller de Welles y Foster (Estambul, 1942) y trabajó en los melodramas de Roberto Gavaldón (La otra, 1946) y Alejandro Galindo (Doña Perfecta, 1950). Realizó casi 450 películas, una docena de programas de televisión y cerca de 10 montajes teatrales. En México protagonizó las películas que la inmortalizaron. Las más exitosas fueron ‘María Candelaria’ (1943), ‘Las abandonadas’ y ‘Bugambilia’ (1944), ‘La Malquerida’ (1949) y ‘Doña Perfecta’ (1950), entre otras. Así la mexicana llegó a ser del mundo entero: Estados Unidos, México, Argentina y Grecia. En España, por ejemplo, filmó ‘La dama del Alba’ y en ItaliaY fueron felices/Siempre hay una mujer’, junto a Sophia Loren y Omar Sharif.

Entre sus muchos premios y reconocimientos durante su carrera, Dolores del Río fue inmortalizada en una estatua en el Hollywood-La Brea Boulevard en Los Ángeles, junto a Mae West, Dorothy Dandridge y Anna May Wong, y también cuenta con una estrella en el Paseo de la Fama. Dolores del Río fue pionera en el bañador de dos piezas y también fue la primera que se pintó los labios sin buscar la forma besucona de corazón. Pero la actriz mexicana fue mucho más que eso; Del Río también es recordada como una filántropa y defensora de las artes, ya que fue la primera mujer en participar en el jurado del Festival de Cine de Cannes; fue cofundadora de la Sociedad para la Protección de los Tesoros Artísticos de México y en 1970 ayudó a abrir un centro para atender a los hijos del gremio mexicano del actor, que lleva su nombre y que todavía funciona hoy en día. Google la homenajeo con un doodle cuando cumplió 112 años.

El último trabajo como actriz de Dolores del Río lo realizó en 1978. A partir de ese momento, su salud se deterioró hasta que falleció a causa de una hepatitis crónica en California el 11 de abril de 1983. Sin embargo, su legado es mucho más que la vida de cuento de hadas que tuvo hasta triunfar en Hollywood y también ser profeta en su tierra, ya que contribuyó a allanar el camino a las sucesivas generaciones de artistas mexicanos que soñaban con llegar a la meca del cine. Los últimos años de su vida los pasó entre su residencia de Coyoacán y su casa en Newport Beach, y dedicó gran parte de su tiempo a fundar la Estancia Infantil de la ANDA, una institución para cuidar a los hijos de los actores. Te decimos algunas curiosidades de la gran Dolores del Río:

Destaco como actriz tanto en el cine, teatro y TV.

Fue una gran estrella en Hollywood formando parte además de la Época de Oro del Cine Mexicano durante las décadas de 1920 y de 1930.

Todo el mundo estaba de acuerdo que era una de las mujeres más bellas del mundo artístico con 1.6 metros de estatura.

Tenia origen aristocrático que partía de la época del Virreinato.

Cuando empezó la revolución mexicana emigro junto a su familia al D.F. dejando todas las posesiones.

Desde pequeña le encanto el mundo del arte, por ello comenzó con clases de danza.

En un evento en el que ella bailaba danza fue donde conoció a su esposo Jaime Martínez del Río.

Dolores del Río puso en alto el nombre de México y Latinoamérica al convertirse en la primera actriz de origen hispano en conquistar el estrellato en Hollywood, donde participó en casi 40 películas tan sólo entre 1925 y 1943 (¡dos o más filmes por año!). A principios de la década de los 40, debido a la II Guerra Mundial el cine estadounidense comenzó a decaer, por lo que Dolores decidió abandonar Hollywood para regresar a México, donde la industria cinematográfica estaba en su máximo esplendor.

El primer filme en el que actuó Dolores del Río fue “Joanna, la muñequita millonaria” (o simplemente “Joanna”, su título original) de 1925, bajo la dirección de Edwin Carewe, quien además “descubrió” a la diva mexicana. Su brillante papel de villana la catapultó inmediatamente al éxito.

Cuando la actriz se casó por primera vez, contaba con apenas 15 años edad. Su esposo, Jaime Martínez del Río, provenía de una de las familias más ricas de México ¡Y era 18 años más grande que ella! La pareja se conoció durante un evento a beneficio y solo les bastó un par de meses de noviazgo para contraer matrimonio, en 1921. La relación duraría siete años, pero la diva conservó el apellido de su ex marido, convirtiéndose así en Dolores del Río.

¿Por qué Dolores del Río no tuvo hijos? A su regreso a México, tras una larga luna de miel que llevaría a la pareja, que por aquel entonces ya planeaba convertirse en familia, a recorrer Europa, los Martínez del Río se pusieron al cuidado de un rancho en su natal Durango. Pero fue entonces que la futura diva sufrió un aborto de tal gravedad, que por indicación médica le fue prohibido un segundo intento de embarazo, debido al alto riesgo de mortalidad que esto implicaría.

Una vez casados, en el año 1925, dieron una fiesta en su hogar y uno de los invitados fue Edwin Carewe, un conocido productor en Hollywood.

En la meca del cine llego a participar en 30 películas, posteriormente acabo divorciandose y contraer de nuevo nupcias con Cedric Gibbons. A partir de allí paso al estrellato a nivel mundial.

Otro hecho muy destacable es que tuvo una relación amorosa con Orson Welles durante cuatro años, justo en los que coincidió en la grabación del super éxito Ciudadano Kane.

Cuando empezaron a no llegarle papeles en Hollywood decidió regresar a México. Para su sorpresa eso sirvió para relanzarse como actriz de nuevo en tierras mexicanas.

Justo ese periodo fue la Época de Oro del Cine Mexicano, el director Emilio Fernández la tomo como su musa. Las películas María Candelaria (1943), Las abandonadas (1944), Bugambilia (1944) y La malquerida (1949) fueron sus grandes éxitos.

Se puede decir que fue la primera mujer mexicana en ser muy valorada a nivel internacional por su trabajo artístico. Más tarde llegaron Lupe Vélez o Katy Jurado y más recientemente Salma Hayek quienes lograron abrir las puertas de Hollywood.

A pesar del paso de los años Dolores del Río mantenía una imagen de mujer elegante y bella que le hacia muy deseable a todo el mundo.

Entre la familia de Dolores del Río se encuentran grandes personalidades de la farándula y la política mexicana: fue prima de Ramón Novarro, primer actor mexicano en conseguir el éxito en Hollywood, de Andrea Palma, conocida por su papel en la cinta “La mujer del puerto”, y del cineasta Julio Bracho, con quien trabajó en la película “Señora ama”. También fue sobrina ni más ni menos que de Francisco I. Madero, primo de su madre, quien les ofreció refugio en la Ciudad de México durante la Revolución.

¿Sabías que Dolores del Río se casó tres veces y que además… tuvo un despampanante novio? La actriz mexicana mantuvo una relación con el mismísimo Orson Welles (Citizen Kane, Touch of Evil), quien es considerado uno de los mejores cineastas de la historia. De hecho, cuentan los rumores que Welles fue la razón por la cual Dolores se divorció de su segundo esposo, el director artístico Cedric Gibbons. También durante esta época (1940-1943) la diva mexicana se alejó de las cámaras.

No todo fue color de rosa para Dolores del Río en Estados Unidos: hasta antes de la transición del cine mudo al sonoro, para la diva mexicana el idioma no había representado problema alguno pero, naturalmente, los nuevos tiempos obligaron a Dolores a aprender inglés, el cual –por cierto- nunca manejó muy bien. Más tarde, durante los años 30, Dolores del Río fue víctima de la llamada “cacería de brujas”, que buscaba expiar a los Estados Unidos de todo rastro del comunismo, ideología a la cual se asoció a la actriz mexicana sin fundamento alguno.

La relación entre Dolores del Río y el Festival de Cannes siempre fue muy estrecha: la cinta de 1946, “María Candelaria”, que protagonizó al lado de Pedro Armendáriz y que fue dirigida por Emilio el ‘Indio’ Fernández, ganó el Premio a la Mejor Película. Más adelante, en la edición 1957 del Festival, Dolores se convirtió en la primera mujer en participar como jurado.

A lo largo de su carrera, Dolores del Río actuó en 56 películas en México, Estados Unidos, Argentina (“Historia de una mala mujer”, 1947), España (“La dama del alba”, 1966), Reino Unido (“Accused”, 1934), y hasta en Italia (“C’era una volta”, 1967). Se hizo acreedora a diversos premios, entre ellos tres Arieles a la mejor actriz y un Ariel de Oro en 1975 como mérito a su trayectoria artística. También fue una de las primeras mujeres latinas en grabar su nombre sobre el Paseo de la Fama de Hollywood.

La última película en la que participó fue “The Children of Sánchez”, producción mexico-estadounidense de 1978. En ese mismo año le fue diagnosticada una osteomielitis y tan solo dos años más tarde adquirió Hepatitis B. Finalmente, en 1983, con salud muy deteriorada, fue trasladada a Newport Beach, California, donde pasaría sus últimos días hasta el 11 de abril, fecha de su muerte. Su cuerpo fue enviado a México donde recibió múltiples homenajes póstumos. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres.

Murió a la edad de 77 años, en la ciudad de Newport Beach, California. Era el año 1983 y habia comenzado a tener problemas hepáticos. Justo el día de su muerte recibió una invitación para asistir a la entrega de los Oscar.

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