Tradicionalmente una de las mejores formas de tratar de ayudar a las personas en problemas es darle consejos; se valen consejos de todo tipo ya que se supone que alguno de ellos terminará por ayudar.
Nunca se ha demostrado que esta forma de ayuda funcione o en qué porcentaje lo haga. Lo cierto es que pese a desconocerse su efectividad, ese comportamiento tiende a mantenerse especialmente porque cualquier persona puede ofrecerlo.
¿Porque es fácil dar un consejo?, fundamentalmente porque deriva de la experiencia propia de quien da el consejo, por lo que el consejo -y esto es muy importante-, tiene mucho más que ver con quien lo emite que con el bien que hace en quien lo recibe.
Una de las características de las psicoterapias en general y que marcó en su momento la diferencia entre una plática de apoyo de sentido común para ayudar a alguien y un procedimiento sistemático profesional, fue eliminar los consejos por los dos motivos ya expuestos: 1) son ineficientes y 2) nos dicen más de la experiencia de quién los emite que del efecto en quién los recibe.
Algunas/os psicólogos bienintencionados cuando -por falta de experiencia, falta de capacitación, grado de dificultad del problema, etc.- agotan sus herramientas profesionales, empiezan a dar consejos para hacer frente a la situación; por ej., dicen: «pues en vista de todas esa circunstancias… Yo que Ud. … Y dan consejos quizás buenos y razonables pero completamente al margen de la experiencia de quien los vive. Entender racionalmente una problemática no es lo mismo que estarla viviendo.
Cuando un profesional empiece a darte consejos quiere decir que agotó sus opciones profesionales y eso es lo mejor que te puede dar; este es el momento de terminar tu proceso de terapia con ese profesional si quieres realmente resolver tu problema. Suerte
Sexólogo Alfonso Aguirre Sandoval