martes, junio 25, 2024
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Acoso callejero ¿Por qué afectar la libertad de las mujeres? (parte 1)

Acoso callejero ¿Por qué afectar la libertad de las mujeres? Miles de mujeres viven este tipo de violencia en su transitar diario en los espacios públicos.

Cifras en México

En México 45.6% de las mujeres han sido agredidas en el espacio público al menos una vez en su vida en México, informa la informa la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2022 (INEGI).

El reporte indica que, del total de agresiones, 42% han sido de tipo sexual. La mayoría (64.8%) de las víctimas han sido violentadas en la calle o el parque, otro porcentaje importante (17.8%) en sus traslados en transporte público. Destaca que más del 70% de sus agresores son desconocidos.

Las mujeres de Ciudad de México (60.9%), Estado de México (58.5%) y Querétaro (51.8%) fueron las que más reportaron este tipo de violencia.

¿Qué es el acoso callejero?

El acoso callejero se caracteriza porque ocurre en el espacio público, regularmente por parte de una persona desconocida y mucho más común de un hombre hacia una mujer (incluidas niñas, jóvenes, adultas y personas de la tercera edad).

Tiene diversas manifestaciones, mayoritariamente con una connotación sexual hacia la víctima como los comentarios incómodos llamados piropos, los silbidos, el tomar fotografías o videos del cuerpo, tocamientos, incluso seguimiento o persecuciones.

Actualmente hay una gran inquietud por el creciente aumento de la violencia de género y la normalización del acoso callejero.

“Es un tipo de violencia que ha sido desatendido por las autoridades porque no se encuentran datos suficientes que ayuden a tipificarlo como violencia de género. De hecho, en la CDMX y otros pocos estados lo consideran como un delito con sanciones administrativas”.

En México, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), en su Artículo 16 define la violencia en la Comunidad de esta manera:

Son los actos individuales o colectivos que transgreden derechos fundamentales de las mujeres y propician su denigración, discriminación, marginación o exclusión en el ámbito público. Sin embargo, no está tipificado ni hay sanciones contempladas en la Ley.

El acoso callejero es una muestra de dominación hacia nuestros cuerpos, pero también una forma de relegarnos hacia el espacio privado.

¿Cómo afecta el acoso callejero?

En el año 2016 se inició un movimiento ciudadano en las redes sociales con el hashtag #miprimeracoso en el que se destacó que gran parte de las mujeres en México ha sufrido violencia comunitaria, con los hombres como sus principales agresores (62%).

El promedio de edad en el que una niña vivió por primera vez un acoso sexual fue a los 7 años de edad, según el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM).

Sufrir acoso desde niñas tiene varias repercusiones:

A nivel psicológico hay quienes pasan por crisis de ansiedad, otras viven una especie de estrés postraumático, e incluso, cuestiones relacionadas con la paranoia.

A nivel social nos obligan a tener problemas de movilidad, pues está registrado que las mujeres hacemos recorridos más largos, usamos medios de transporte distintos a los que utilizan los hombres, cambiamos o evitamos ciertos horarios y zonas por temas como la iluminación o la cantidad de personas que lo usan.

Esto afecta también en lo económico porque las mujeres cambiamos nuestras opciones de transporte, quizá usamos más los privados o ciertas aplicaciones específicas para y por mujeres; también porque buscamos diversificar rutas, aunque eso implique gastar más y que afecte nuestro tiempo.

También violenta nuestros derechos humanos: el derecho a la libertad, a la igualdad, a la libertad de tránsito, libertad de expresión y personalidad, a la seguridad y, en general, a una vida libre de violencia.

Desde niñas nos dijeron que idealmente no podíamos vestir de cierta manera, no podíamos transitar solas en ciertos espacios u horarios, que no hablemos con desconocidos, todo esto para no “incitar” a que nos acosen.

Luego de una situación de acoso las primeras preguntas hacia la víctima suelen ser:

¿Qué hora era? ¿Cómo ibas vestida? ¿Ibas sola? ¿Era una zona segura? ¿Era necesario que te expusieras así? Y como víctima, a veces sueles hacerte las mismas preguntas o cuestionarte si estas exagerando o alucinando.

Esta realidad reduce la libertad de circulación de las mujeres y niñas. Limita su capacidad de participar en la educación, el trabajo y la vida pública. Dificulta su acceso a servicios esenciales y el disfrute de actividades culturales y recreativas, afectando negativamente a su salud y su bienestar.

Así lo señala ONU Mujeres.  Este tipo de acoso no suele quedarse en comentarios desagradables o tocamientos, también se registra, en todo el mundo, acompañado de abusos de índole sexual como las violaciones, las “desaparecidas” y los feminicidios.

Espera la segunda entrega de este importante tema.

Con información de Liliana Morán Rodríguez, Ciencia UNAM-DGDC.

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