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El genio Salvador Dalí y sus excentricidades

Los tres lugares en la provincia de Girona donde se encuentran las excentricidades del pintor.

A 32 años de la muerte del famoso pintor Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech,​ marqués de Dalí de Púbol, Revista Única recuerda las excentricidades del artista, quien nació en Figueras, el 11 de mayo de 1904 y murió un 23 de enero de 1989. Dalí ha sido uno de los artistas más mediáticos y controvertidos del mundo. Debido a esto recorrer el lugar donde vivió, expuso, decoró, deliró y pasó temporadas nos ayuda para conocer mejor al personaje, sus rarezas.

Existe tres puntos clave en la vida del genio en la provincia de Girona, esto son la de Portlligar, en Cadaqués, lugar donde Salvador y su esposa Gala vivían su amor, el teatro-museo de Figueres, la gran herencia del artista ya que fue diseñado por Dalí y finalmente el castillo de Púbol, que es el lugar de Gala, donde pasaría largas temporadas, y atendería a ciertas visitas masculinas del poco agrado de Salvador.

Gala. La mujer que fue su primera y más compleja obsesión. Gala se encuentra en cada uno de los rincones de la vida del pintor, ya que hay un cuadro, una fotografía o un objeto que recuerde a Elena Ivanovna y la mantenga presente. Hasta en el Teatro-museo los arbustos del jardín interior crecen en forma de G.

Animales disecados. En su casa de Portlligat como en el castillo de Púbol la bienvenida la da una criatura disecada. En el primero, un oso lleno de abalorios. En el segundo, un poderoso caballo. Dalí tenía una pasión por la taxidermia.

El Ángelus de Millet. En el estudio de su casa no solo hay dos ventanales que se abren a lo acantilado de la Costa Brava, además existen un par de reproducciones de la obra que más influenció en su producción. De aquí se puede comprender su fascinación y sus complejas interpretaciones.

Muñeco Michelín. Dalí siempre quiso haber diseñado este icono, por eso lo reproduce en diferentes espacios de su casa ya que lo consideraba casi perfecto.

Piscina fálica. La piscina de Portlligar (que no haya casa mediterránea sin ella) tiene forma fálica y está rodeada de sofás-labios y otros iconos pop como el logotipo de Pirelli. En este lugar recibía a sus fans y periodistas quienes querían conocerle. Siempre los recibía con mantones y apariencia extravagante.

Cabina telefónica. Según cuenta la ya casi leyenda que un día Dalí se encaprichó de una cabina telefónica que estaba colocada en la calle, se la subió al coche y la colocó en el patio de Portlligat.

Piano de Pichot. El primer contacto con la bohemia más estrafalaria la tendría durante su juventud, cuando el amigo de su padre Ramón Pichot daba paseos al joven Salvador en una barca donde subía a su gran piano de cola y tocaba ante la mirada asombrada de los vecinos de Cadaqués. Lo que quedaba del viejo instrumento descansa en el palomar de su casa de Portlligat, un lugar donde el artista más voyeur invitaba a las mujeres a subir al tejado, desde donde descubría lo que había debajo de las faldas a través de un cristal.

Cristo de los Escombros. Los restos de un diluvio inspiraron al artista para crear una de las obras más sorprendentes en el jardín de Portlligat. Un Cristo formado con los restos de tejas y madera. Este fue un ejemplo de su versatilidad.

Sala de los Secretos. En la casa de Portlligat, Gala exigió tener una sala de los secretos inspirada en la de la Alhambra. Era un rincón Kitsch donde disfrutaba del silencia y el susurro porque Gala, por encima de todo, se enfadaba sin gritar.

Huevos. Este fue el elemento decorativo por excelencia de Salvador corona tanto el teatro-museo como su casa. Para el artista el huevo es amor, esperanza, vida preuterina y hasta un recuerdo sempiterno de que él es la copia de su hermano muerto ( del mismo nombre y fallecido 9 meses antes de que naciera). Ya que dentro de estos él sería feliz.

Figuras fantasmagóricas con pan por sombrero. Es curioso pero la fachada del Teatro-museo se encuentra presidida por figuras fantasmagóricas, apoyadas en muletas en las que el paso del tiempo y los años hacen mella y desfiguran. Vacías, sin rostro, no son más que el recuerdo que Dalí tiene de los mutilados de guerra que bajaban al baile los domingos por la tarde desde el Castillo de San Fernando. Eso sí, la figura del pan de corona como figura de vida en esperanza para estos personajes.

El hombre dorado y su balcón para el regocijo. Un elemento más que esta presente en la fachada son las figuras parecidas a los Oscars. Estatuas doradas que representan al propio artista como genio entre sus paisanos. El gran ego de Dalí era alimentado observando desde un pequeño mirador las largas colas que hacían los turista para acceder a su Teatro-museo.

Cajones. Estos abren el alma del ser humano y lo sacan hacia fuera. Cajones de la Venus de los cajones y hasta en el propio artista. El mural en el que aparece ascendiendo a los cielos junto a Gala no es más que una excusa para mostrar que su abdomen es un armario abierto con cajones desde donde vuelca toda su esencia. Un «esto es lo que soy, amigos» en toda regla.

Estados Unidos es Coca Cola. La publicidad. El pasear por el Teatro-museo es encontrarse con ilusiones ópticos, cuadros menores y alguna que otra obra maestra. En este lugar se encuentra con la genialidad del artista. No solo por su fina estética y su surrealismo, además porque concibió a la publicidad y los iconos contemporáneos como un potente reflejo de una sociedad. Así en Poesía de América, el artista representó a Estados Unidos con una Coca Cola.

Rinocerontes, espirales y átomos. La explicación de esta famosa escena, convertida ya en un cliché de Dalí quien consideraba que la perfección solo se podía representar con la espiral de una caracola, con el cuerno de un rinoceronte o con los átomos. Paseando por su casa o por el Teatro-museo se pueden encontrar caracoles, cornamentas y cuadros científicos.

El apartamento completo de Mae West. Las filas para acceder y ver el rostro de Mae West en su apartamento (obra de Dalí) Siempre suele eludir lo más divertido: aquí no vale solo ver su cara, hay que encontrar su ducha y su dormitorio.

Cadillacs. “Un artista es bueno cuando se puede comprar un coche. Es un genio cuando se puede comprar un Cadillac”, en esta frase se resume la pasión de Dalí por estos autos. Le asombraba el caché que daba, su tamaño descomunal y lo extravagante que quedaba por las carreteras de la Costa Brava. Al coche le dedicó una escultura en el Teatro-museo y a su logo levantó grandes esculturas en el jardín del castillo de Púbol. Y es justo en el garaje donde se encuentra esta propiedad del artista, el auto es sorprendente por su tamaño y por estar matriculado en Mónaco.

El Castillo en la Toscana. El artista encontró el castillo de Púbol que es lo que más se parece a un castillo en la Toscana en los alrededores. Esta edificación la descubrió gracias a un sobrevuelo en helicóptero en la zona. Esto porque a Gala le había prometido una villa en Italia, no le quedó más remedio que habilitarle y regalarle este viejo conjunto medieval. No se encontraba en tierra Toscana, pero al menos era un castillo.

Siemprevivas. La flor por excelencia del singular matrimonio era la siempreviva, que es una especie sosa, muy olorosa y resistente para la que tenía reservados floreros y macetas en todos los lugares tanto de la casa como del propio castillo.

Tapices tuneados. Dalí poco pudo cambiar en Púbol. Esta era la casa de Gala y como tal ella fue la encargada de su decoración. Pero si que le pudo meter mano a algunos elementos como los tapices desgastados que colgaban de las paredes. A estos, el artista les añadió figuras con colores estridentes y completamente descontextualizadas dentro de las sosas temáticas de cada obra.

¡Odio a los radiadores! Gala odiaba los radiadores. Los tapaba como podía y los disimulaba con embellecedores y otros muebles. La parte que menos le gustaba de su castillo en Púbol era una pequeña habitación en la que se encontraban calefactores separados por una puerta. Gala le pidió a su marido que dibujara algo bonito en ella. Dalí pintó de una manera hiperrealista un par de radiadores.

Fuente de los leones. Este es un símbolo de la Alhambra es otro de los motivos recurrentes para la decoración del universo del pintor. En su casa la eleva al papel de españolada, con toreros coloridos en sus vanos. En el castillo la reproduce entre la maleza del jardín, único espacio de todo el lugar donde pudo crear con cierta libertad.

Tumbas separadas. Al final de todo se puede que ver que estos dos amantes descansan separados. Ella, en la cripta de Púbol. Él, en el mausoleo del Teatro-museo. Se dice que el alcalde de Figueres el que aseguró que Dalí le había pedido dormir para siempre ahí, pero el hecho de que en Púbol haya una tumba al lado de la de Gala respetando el gusto de Dalí por dormir siempre a la derecha de su amada da mucho en que pensar e incita a la duda. Si hubo amor en vida, ¿por qué negárselo en la muerte?

Con información de Traveler.

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