El 27 de junio se celebra a la Virgen del Perpetuo Socorro, es una de las imágenes más veneradas en la ciudad.
La fiesta de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es muy tradicional en Puebla su parroquia se encuentra en la 27 poniente 121 colonia Chula Vista y pertenece al decanato del Sagrario.
Tradición de la fiesta.
Su fiesta es el 27 de junio. La Virgen del Perpetuo Socorro es patrona de Haití, también de la sanidad en el ámbito castrense y de diversas instituciones sanitarias además de los padres redentoristas.
En nuestra ciudad existe la asociación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que fue fundada por el canónigo Alfredo Freiría quien llegaba de Catedral para celebrar misa el día 27 de cada mes, posteriormente la devoción hizo que las celebraciones fueran los martes de cada mes.
Se sabe que el 27 de junio de 1945, monseñor Alfredo Freiría trajo unos listones de color rosa de los que pendía una medalla con la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, los cuales bendijo e impuso a los fieles que asistían estas misas los martes y los 27 de cada mes con lo que inició el uso del distintivo.
El templo actual es moderno debido a que durante un sismo en el año de 1976 por las afectaciones que tuvo fue reconstruido.
El apostolado de esta Asociación es difundir la devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro, además de ayudar en distintas actividades que pedían los párrocos a las socias.
Así que entre las actividades están el impartir la catequesis en los alrededores de la parroquia, para preparar a los niños para hacer su primera comunión, el rezo vespertino del Rosario los días martes y la asistencia a las misas de los días 27 y martes de cada mes.
El párroco Ricardo Riquelme, entrego a la asociación varias imágenes de la Virgen para que con estas se hicieran visitas domiciliarias y se rezara el Rosario.
Las actividades que tiene son el apoyo incondicional al Párroco en las obras que emprendía cada uno de ellos.
Como lo fue la construcción de la escuela parroquial donde la labor de las socias junto con el entonces párroco, Perfecto Portillo Leal fue recabar donativos de los fieles.
Durante el temblor de 1976 que derribo el templo, el apoyo de las socias fue para el párroco Ricardo Riquelme en la recaudación de fondos para la construcción del nuevo templo que ahora vemos.
También se hacen colectas para realizar la fiesta patronal que es muy típica de esta zona de la ciudad.
Historia de la devoción.
Pero ¿cuál es la historia de esta devoción? El icono original está en el altar mayor de la iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, dicho icono está pintado sobre la madera de 21 por 17 pulgadas, el cual muestra a María con el Niños Jesús, esta observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura Pasión mientras agarra fuertemente con las dos manos la de su Madre, quien lo sostiene en sus brazos.
El cuadro recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte.
Según una tablilla colocada antiguamente al lado del icono con un resumen histórico de la imagen, la cuna de este cuadro fue en la isla de Creta, en el mar Egeo, un mercader sustrae el icono de una iglesia, y lo esconde en su equipaje y se embarca a otras tierras.
Durante la travesía sobreviene una gran tempestad y los pasajeros se encomiendan a Dios y a la Virgen.
La leyenda cuenta que el mar recuperó su calma y el pasaje arribo a puerto seguro.
Al poco tiempo el mercader llego a Roma con el cuadro y tras algunas resistencias de la familia el icono paso a ocupar un lugar preferente en la iglesia de San Mateo, regentada por los agustinos.
En 1499, en tiempos del Papa Alejandro VI, la iglesia de San Mateo era un templo menor entre las grandes basílicas de San Juan de Letrán y Santa María la Mayor.
Allí permanece la imagen del Perpetuo Socorro durante 300 años. Los escritores de la época hablan maravillas de esta advocación mariana: es la imagen milagrosa por excelencia.
El siglo XVII parece ser el más intenso en la devoción y culto a la madre del Perpetuo Socorro.
Pero en febrero de 1798, con la invasión de Napoleón, sus tropas se apoderan de Italia y en Roma demuelen más de 30 iglesias de la ciudad, entre ellas el viejo templo de San Mateo.
Los religiosos agustinos salvan el cuadro milagroso y se lo llevan consigo; el icono entra en fase de olvido por más de 88 años.
Los Redentoristas en 1855 compran unos terrenos al lado de la Via Merulana, muy cerca de Santa María la Mayor, se llamaba Villa Caserta y en su interior algún día estuvo edificada la iglesia de san Mateo.
A través del padre Miguel Marchi se descubre el paradero del icono milagroso. Los hijos de Alfonso María de Ligorio, el gran cantor de las Glorias de María solicitan al Papa la concesión del Perpetuo Socorro.
Es el 11 de diciembre de 1865 y el 19 de enero de 1866 la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro regresa a la iglesia de San Alfonso.
Restaurada la imagen ocupa el centro del ábside de la iglesia de San Alfonso y su devoción e influencia se extiende a los cinco continentes, centenares de iconos de iconos del Perpetuo Socorro se esparcen por las iglesias del mundo.
La imagen.
La imagen o icono original mide 53 centímetros de alto por 41.5 centímetros de ancho, sobre un fondo de oro destacan 4 figuras.
En el centro, llenándolo todo como protagonista la Virgen y el Niño y en un lejano segundo plano, los dos arcángeles Miguel y Gabriel con los instrumentos de la Pasión.
Según la costumbre oriental, cada personaje está identificado por una inscripción griega en abreviatura.
La Virgen muestra solo medio cuerpo y de pie; viste túnica color rojo abrochada en el cuello y un manto azul marino que la cubre desde la cabeza, bajo el manto apunta una cofia verde mar, que le recoge y oculta sus cabellos.
Tiene sobre la frente dos estrellas, las coronas de oro y pedrería del Niño y de la Madre son regalos del Capítulo Vaticano para su coronación.
El Niño Jesús descansa sobre el brazo izquierdo de su Madre y se agarra con ambas manos a la mano derecha de María, buscando protección, al contemplar los instrumentos de la Pasión que le aguarda.
Su figura es de cuerpo entero, vestido con túnica verde, ceñida con faja roja y de su hombro derecho cuelga un manto de color rojizo marrón.
Tiene entrecruzadas las piernas y lleva los pies calzados con simples sandalias, con la peculiaridad que la del pie derecho queda suelta y colgando.
Los instrumentos que presenta san Gabriel son la cruz griega de doble travesaño y cuatro clavos. San Miguel, la lanza y la esponja.
Ambos arcángeles ocultan sus manos que sostienen un pomo con los símbolos de la Pasión.
Los abundantes pliegues de las vestiduras van profusamente marcados en oro.
Con estos sencillos elementos y símbolos el artista bizantino consiguió plasmar un rico contenido teológico. Las abreviaturas griegas que hay escritas sobre el icono significan:
OM OY (Meter Theou) Madre de Dios (en los ángulos superiores del icono).
O AP M (O Arjanguelos Mijael) el arcángel Miguel (sobre el arcángel que está a la izquierda del que mira)
O AP G (O Arjanguelos Gabriel) el arcángel Gabriel (sobre el arcángel que está a la derecha del que mira)
IC XC (Iesus Jristos) Jesucristo (a la derecha de la cabeza de Jesús Niño)
María del Perpetuo Socorro es un icono bizantino de la escuela cretense, una imagen representativa de la Virgen de la Pasión.
La interpretación general es clara. Los arcángeles Gabriel y Miguel presentan a Jesús niño los instrumentos de sus sufrimientos futuros.
Al contemplar esta dramática visión, el Niño, en su condición de hombre mortal, se asusta y se estremece y en un brusco movimiento busca socorro en los brazos de su Madre, a cuya mano se aferra con fuerza.
El susto y movimiento brusco del Niño están expresados por la contorsión de piernas, el repliegue del manto y la sandalia desprendida.
El icono representa la realidad teológica completa de la Redención por la Pasión.
Los instrumentos de la Pasión no son sólo presagio de dolor y muerte, aparecen en las manos ‘veladas’ como trofeo y símbolo de victoria lograda.
Todo icono es espacio de culto y contemplación espiritual.
Por eso la Virgen no está mirando al Niño para consolarlo, como sería lo más natural, sino que se sobrepone al dolor de su Hijo y al suyo propio y endulza benignamente su rostro, buscando la complicidad del espectador.
Imagen de portada Aci Prensa
Te puede interesar: