Cierto, las corporaciones son las principales responsables de la epidemia plástica que hoy vivimos. Nos imponen el plástico en los empaques de sus productos y, a fin de aumentar ganancias, contribuyen a fomentar una cultura de lo desechable.
Sin embargo, hay algo que ninguna corporación puede quitarnos. Tenemos de nuestro lado el poder de desobedecer, de revelarnos, de subvertir lo que las empresas nos han impuesto y transformar radicalmente el lugar en el que vivimos. Podemos, si así lo decidimos, liberarnos de lo que no nos gusta, no nos sirve o nos hace daño.
Vivir una vida libre de plásticos es un objetivo que nadie nos puede arrebatar y como ciudadanía tenemos el poder, y el derecho para la vida digna, de exigir al Congreso -mediante la firma a esta petición– que reforme la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR), para que prohíba los plásticos de un solo uso y haga responsable a las marcas de sus envases, empaques y embalajes.
Mientras, ¿por dónde empezamos?
Si llegaste a este blog es porque quieres convertir tu compromiso contigo y los seres que te rodean en una nueva forma de vida. Eso no es una utopía o un imposible, pues en el pasado ya hemos vivido sin plásticos. Ahora, sólo tenemos que aprender a sacarlos poco a poco de nuestra vida.
De hecho, hay una lista extensa de buenas prácticas que otras personas, con el mismo objetivo, están haciendo para desobedecer colectivamente el mandato social de adquirir y luego desechar plásticos de un sólo uso.
1.Podemos empezar por llevar nuestra bolsa de tela, envases y tuppers al súper. Si los supermercados y las empresas no nos ofrecen alternativas para mitigar un problema del que ellas participan, no pueden impedirnos que llevemos y hagamos efectivas nuestras propias soluciones.
2.Otra alternativa es comprar cada vez con más frecuencia en los mercados locales y en tiendas que vendan productos a granel. De esta forma evitamos, por ejemplo, las bolsas plásticas en las que las grandes tiendas comerciales venden ahora la fruta, la verdura y las semillas.
3.No sólo aplica para la comida. Echa un vistazo a tu ciudad. Tal vez encuentres una tienda zero waste en la que puedas comprar productos, por ejemplo de higiene, y reemplazar los artículos desechables que hoy usas por cepillos de dientes de madera, jabones artesanales en barra, shampoos y desodorantes sin empaque y rastrillos de acero reutilizables.
4.También puedes llevar tus propios trastes y envases al puesto de quesadillas, a la fonda o por el jugo. Así evitas consumir todo el plástico y desechable de los productos para llevar.
5.¿Conoces algún lugar en tu ciudad en la que todavía vendan leche de vaca u otros productos alimenticios en frascos? Consume ahí, haz un directorio y pasa la voz a otras personas.
6.Otra opción es realizar tus propios productos. Por ejemplo, las grandes marcas de pasta de dientes no ofrecen alternativas libres de plástico para la distribución de sus productos. Dejemos de comprarles y hagamos, con esta receta, nuestra propia pasta.
7.Reutiliza los frascos de vidrio de la mayonesa, mermeladas y otros para rellenarlos con los productos que tú elabores o para guardar la comida que te sobre.
Si tienes otras ideas, por favor compártelas en los comentarios de este blog para que podamos ampliar nuestra lista. Recuerda que Greenpeace está hecha de personas como tú.
No olvides sumarte y firmar la petición en este enlace
Fuente: Greenpeace.org