En Revista Única te damos algunos tips para que sepas si tu whisky es original o pirata
En la industria de las bebidas alcohólicas son muy comunes los licores adulterados o falsos, por eso enseñamos a diferenciar entre uno original y uno ‘fake’. El whisky es de los que más consumen, y por esto de los más ‘pirateados’.
Las botellas pueden ser alteradas con agua, etanol del más económico o colorante de caramelo. Además se puede mentir acerca de su año de producción o tiempo de añejamiento, ya que mientras más viejo es más caro.
Se tiene que tomar en cuenta tres aspectos para que la bebida sea auténtica: la etiqueta, el líquido y el envasado.
Tienes que considerar que el copeo facilita los engaños por que no se tiene contacto directo con el envase, por lo que tienes que tratar no tomar cocteles preparados.
Claves para saber si el whisky es original
La etiqueta. Debe ser de buena calidad, con relieves y la calcomanía pegada correctamente. Tienes que revisar si la botella tiene una tira mal colocada o si hay manchas pegajosas.
La tapa. Si están rotas o no truenan cuando las abres, no las bebas.
Código de barras. Es más puedes intentar con una aplicación móvil el escaneo del código de barras; una vez que lo escanees podrás ver si aparece el producto que es.
El líquido. Observa tu botella a contra luz y fíjate si tiene algunas partículas blancas o sedimentos en el fondo. En caso de que sí, quiere decir que es ‘fake’.
El olor. Aspecto que es menos profesional, pero funciona de igual manera. Debes colocar un poco de licor en tu antebrazo y déjelo secar: si el olor es totalmente a alcohol de uso médico, es signo de que está adulterado.
Por lo general las botellas alteradas tiene un olor a alcohol más fuerte.
Las consecuencias de tomar whisky adulterado
Generalmente las sustancias que se agregan a los licores no auténticos contienen químicos que se utilizan para la limpieza como quitaesmalte, además metanol e isopropanol que se usan en anticongelantes y algunos combustibles.
Estos pueden causar afecciones como náuseas, vómitos, dolor abdominal, somnolencia, mareos, problemas renales, hepáticos e incluso un coma. En cuanto al metanol, puede llegar a causar ceguera permanente.
Imágenes Pixabay
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