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Sheinbaum: México en voz alta en el sorteo del 2026

En el sorteo del Mundial 2026 celebrado en Washington, Claudia Sheinbaum no sólo apareció como mandataria de México, sino como un símbolo de poder de que las mujeres también pueden desempeñar papeles de visibilidad en un escenario global, que históricamente está reservado para los hombres, representando al país con firmeza rodeada de figuras políticas deportivas.

Al tomar la esfera que definió al grupo en el que jugará la selección mexicana, Sheinbaum gritó: “¡Viva México!” y retumbó como un grito nacionalista con orgullo y convicción, dejando claro que ese momento no era solo deportivo, sino simbólico de que un país apuesto por su gente, su cultura y sus raíces, siendo su presencia en ese espacio una declaración de que las mujeres no estamos para acompañar detrás, estamos para actuar, para decidir y para representar. La Presidenta no fue la única mujer en el recinto, pero sí fue una de las pocas con poder real, y eso, desde una mirada feminista, tiene un peso incuestionable.

Y claro, llegaron las críticas, porque a una mujer en la presidencia se le exige perfección, se le mide distinto, se le reclama desde un nivel de expectativas, pero cada gesto suyo es diseccionado, cada presencia analizada, cada palabra examinada bajo un rigor que pocas veces recae sobre los hombres. Pero pese a ese ruido, Sheinbaum se mantiene firme y ese es quizás el rasgo más feminista de su aparición: la capacidad de sostenerse en público sin ceder a la presión, sin rebajar su tono, sin disculparse por ocupar un espacio.

Su presencia en el sorteo del Mundial no cambia la estructura patriarcal que domina el deporte global, pero sí la sacude, es un recordatorio de que la representación importa, que la visibilidad importa, que la normalización de mujeres en puestos de poder importa. Muchas niñas y mujeres vieron a su presidenta en un escenario internacional vinculado al fútbol y entendieron algo fundamental: que el mundo no se divide entre espacios masculinos y femeninos, sino entre espacios que aún no hemos conquistado.

Mientras algunos se empeñan en criticarla por todo, ella sigue avanzando con una claridad que desarma: gobernar, resolver y representar, pues Sheinbaum no fue solo una presidenta en un sorteo, fue una mujer pisando fuerte y esa imagen, por más que pese a quienes la atacan, ya forma parte de la historia.

La Chica Única

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