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Hay noticias que estremecen y dejan un nudo en la garganta y un eco imposible de callar

En un fraccionamiento en Santo Tomás Chautla, Puebla, una discusión de pareja acabó tragicamente con la vida de dos menores, un niño de 8 años y una bebé de apenas un año y dos meses, a manos de su propia madre, quién después se quita la vida. El aparente motivo: una discusión de pareja.

Las autoridades ya investigan los hechos, donde se dice que los menores perdieron la vida por envenenamiento y luego su madre toma la decisión de ahorcarse. Lo que sorprende y duele no solo es el acto sino el dolor detrás del crimen: una mujer joven, encargada de la vida de dos pequeños, viviendo sola con ellos, según vecinos, quienes escucharon la discusión pero jamás imaginaron lo que vendría después.

¿Cuánto puede pesar un dolor emocional? ¿Cuándo puede cambiar un preguntar “cómo estás”? ¿Cuánto puede doler sentirse sola con dos niños que depende de ti y quizá sin tener una red de apoyo?

Esta noticia no solo se trata de homicidio y suicidio, se trata de causas profundas como una presión social sobre la maternidad donde todo debe estar “bien” sin fisuras, se trata también de la soledad emocional que se pude sentir cuando no se tiene una pareja presente ni un sistema de apoyo y una salud mental que no atiende el dolor, la angustia y la desesperanza. Porque este acto arrastra un tejido social que le falló a una mujer, y a sus hijos, que sintió que se quedó sin un camino.

No basta con conmovernos, no basta con hablar de esto y después olvidarlo o peor, normalizarlo. Debemos visibilizar la soledad de algunas madres que crían solas, que sostienen a sus hijos, que discuten, que se agotan y que no tienen un acompañamiento donde la angustia no se ve como una fiebre, sino que es una enfermedad en silencio. Estamos invitados a repensar los discursos de una “madre fuerte” que no solo cargue la obligación de ser lo “más” cuando el sistema se cae a pedazos sin tener un acceso a lo “básico”, porque ser madre implica visibilidad.

Hoy Maricruz y sus hijos nos recuerdan que la muerte no siempre viene sin anuncio, a veces se fragua en la oscuridad de lo ignorado, lo callado y lo desesperanzado.

Cuando una madre se ve empujada a estos actos, no solo nos habla de una situación individual, sino de una señal de que hay un fracaso sistémico y de comunidad, y mientras no cambiemos eso, seguiremos escribiendo con dolor

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