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Nicolás Bravo, militar con entereza y generosidad

Fue en tres ocasiones presidente de México.

En esta ocasión en Revista Única recordamos en su 234 aniversario a un héroe y presidente de México, hablamos de Nicolás Bravo, nació un 10 de septiembre de 1786, en Chichigualco, Guerrero. Fue hijo único de una familia criolla con posibilidades económicas. Su padre, Leonardo Bravo, fue militar y heredaría esta vocación y su madre Gertrudis Rueda, su nombre Nicolás Bravo Rueda. Siempre escucho palabras negativas en contra de la Corona Española. Su padre Leonardo Bravo, un militar mexicano que apoyó desde sus inicios el movimiento insurgente contra las fuerzas de la Corona Española. Su madre, una mujer con ideales liberales, también estuvo del lado de Leonardo Bravo durante el levantamiento en contra de España. Cuando el padre de Nicolás Bravo se enlistó en las filas del ejército insurgente, en 1810, Nicolás todavía era un joven. Sin embargo, decidió seguir los pasos de su padre y unirse al movimiento insurgente. Su padre fue asignado a una unidad militar, la cual pasó a estar bajo su comando. Nicolás se unió a las fuerzas de su padre.

Un 17 de mayo de 1811 el joven Nicolás se agregaba a las fuerzas militares de Hermenegildo Galeana, durante la segunda etapa de la guerra de la independencia, luchó junto con su padre Leonardo y sus tíos Víctor, Máximo y Miguel. José María Morelos y Pavón lo tomó de manera rápida como su mano derecha y es en ese tiempo cuando se entera que Félix Calleja atrapa a su padre, Leonardo Bravo, y a cambio de la vida de su progenitor le pidieron que abandonara la lucha y al ejército insurgente; Morelos al enterarse le propone que entregue 800 prisioneros españoles a cambio de la vida de su padre. El virrey Francisco Javier Venegas no acepta el trato y asesina a Leonardo Bravo, Morelos le otorga 300 prisioneros españoles a Nicolás Bravo para que los ejecute como venganza pero el insurgente mostrando entereza y generosidad mencionó la frase que lo hizo inmortal “Quedáis en libertad”, algunos de ellos se unieron a su lucha al saber lo que le había pasado a su padre. La brillante acción de Bravo hizo que varias de las tropas españolas se uniesen a la causa local. Su reputación como comandante, a su vez, se elevó estratosféricamente.

Durante una gran parte del movimiento insurgente de la década de los 1810, Bravo luchó para las fuerzas de José María Morelos. Morelos había sido uno de los más emblemáticos líderes de la independencia, quien asumió el poder del movimiento tras la muerte del cura Hidalgo, a inicios de la década independentista. Tras la toma y control de Chilapa, se accedió a crear un Congreso para designar a un nuevo presidente de México. Con la formación del “Congreso de Chilpancingo”, la decisión que se tomó fue que Morelos, líder de los insurgentes, se convertiría en el nuevo presidente del país. En el Congreso de Chilpancingo se redactó el famoso documento mexicano “Sentimientos de la Nación”, donde se sentaron todos los lineamientos fundamentales que seguiría México una vez obtenida la independencia. El documento general que se escribió, el cual sirvió como una suerte de constitución, declaraba la independencia de México, la división de poderes y el rechazo al orden monárquico. Durante el desarrollo del nuevo movimiento de organización de México, Bravo nunca se despegó de las acciones políticas y militares de los insurgentes.

Antes de establecerse el Primer Imperio Mexicano a manos de Agustín de Iturbide, los últimos años antes de la consolidación de la independencia de México estuvieron marcados por grandes conflictos internos. Bravo arrestó a Ignacio López Rayón por órdenes de la Junta de Xauxilla. Rayón había sido fiel partidario de la creación de una constitución similar a la norteamericana, lo que causó descontentos en dirigentes insurgentes. Las batallas siguieron. Defendió la ciudad de Cóporo de la presión española por varios interminables meses. Sin embargo, en 1817, se retiró provisionalmente de las actividades militares para regresar a su pueblo natal. Permaneció en la hacienda de su familia, hasta que las fuerzas realistas lo capturaron en 1818. Si bien le fue ofrecido un indulto, se negó a aceptarlo. Bravo pasó dos años preso, hasta que fue liberado en 1820 por medio de un indulto otorgado por un nuevo gobierno constitucional.

Bravo luchó por el cumplimiento del Plan de Iguala, junto a varios dirigentes del ejército independentista y a Agustín de Iturbide. Ascendió de rangos hasta llegar a ser coronel del ejército. Además, fue uno de los principales defensores de la llegada del virrey de España para la firma del Plan de Iguala, lo que validó la independencia de México. El establecimiento del Primer Imperio Mexicano a manos de Iturbide no cayó bien a muchos de los generales, quienes pretendían una república y no una monarquía. Bravo, junto a Vicente Guerrero, encabezaron un movimiento armado que terminó con el mandato del emperador Iturbide. Bravo fue nombrado miembro del poder ejecutivo y luchó contra los ideales del embajador norteamericano Joel Poinsett, quien amasó una gran cantidad de seguidores federalistas y radicales.

De hecho, las diferencias entre algunos mandatarios mexicanos y el embajador americano fueron tan fuertes que, en 1827, encabezó una rebelión contra Guadalupe Victoria para solicitar la expulsión del embajador. Para ese momento, Bravo era vicepresidente del país, por lo que su captura significó que estuvo a un paso de la muerte. Sin embargo, el presidente Victoria perdonó su vida. Fue exiliado a Ecuador por dos años, hasta que regresó en 1829 tras recibir un perdón del gobierno.

Cuando regresó a México, Vicente Guerrero fue nombrado presidente del país; sería el segundo presidente tras el final del período de Guadalupe Victoria. Sin embargo, Anastasio Bustamante -fiel seguidor de las ideas de Bravo- se convirtió en vicepresidente del país. Fue entonces cuando se demostró la gran división que existía en la política mexicana entre los conservadores y los liberales. Bravo siempre fue un partidario de los conservadores, al igual que el vicepresidente Bustamante, pero Guerrero era un liberal acérrimo. Estalló nuevamente, en continuidad de los eventos anteriores, una batalla feroz entre ambos bandos. Los conservadores perdieron algunas batallas, pero la guerra culminó con la victoria de las fuerzas de Bravo y con el asesinato de Guerrero.

Lucas Alamán llegó a la presidencia por dos años, apoyando al partido conservador. Bustamante se mantuvo como vicepresidente, y Bravo se replegó hacia el sur de México para mantener en alerta a las tropas del ejército. Poco después se unió al movimiento militar de Santa Anna, y lo acompañó durante su derrota en Texas. Cuando Bustamante se retiró del Congreso, Santa Anna lo convocó a llenar la posición de presidente de esa institución en 1839. Bravo aceptó y fue juramentado presidente. Sin embargo, solo duró unos pocos días en el cargo, antes de retirarse a su hacienda familiar nuevamente y desaparecer por algunos meses.

En 1842 volvió a la presidencia de la República ante las diferencias del gobierno con un congreso completamente tornado al bando liberal. Bravo tuvo que resistir los avances del congreso para crear una nueva constitución, pero su gobierno fue caracterizado por sus ideales conservadores. Las luchas contra los liberales fueron prácticamente insostenibles, por lo que el gobierno conservador tomó la decisión de dar un final al Congreso liderado por los mismos liberales. Para contrarrestar la ausencia del congreso, se conformó una junta especial integrada por 80 personas. La inauguración de esta junta fue en 1843, y se anuló por completo cualquier acción política del entonces congreso nacional. La libertad de prensa fue limitada durante este período, precisamente para evitar problemas sociales que pudiesen surgir a partir de tal decisión de gobierno. Este cambio fue considerado una sacudida absoluta dentro del gobierno conservador, y una jugada política para neutralizar a los enemigos del régimen, a quienes se acusó de revolucionarios.

Los problemas internos dentro de México hicieron que Bravo se retirase del gobierno, cediendo el puesto de presidente al general Santa Anna. Volvió a formar parte de los cuerpos militares en 1844 para combatir a los indígenas que habían iniciado un movimiento insurgente contra el gobierno. Se quedó junto a sus tropas en el sur de México durante el gobierno de Santa Anna, el cual cayó a finales de 1844. Tras su caída, fue nombrado uno de los altos mandos del ejército nacional. Se alió con el general Paredes y obtuvo como recompensa la responsabilidad de reorganizar el Estado de México (estado mexiquense). Sin embargo, en 1846, volvió a lanzarse como candidato presidencial contra el mismo Paredes.

Llegó a la vicepresidencia, pero cuando los norteamericanos invadieron México, Paredes tuvo que abandonar su puesto para combatir en la guerra. Bravo regresó a sus funciones presidenciales, pero le fue muy difícil gobernar en ausencia de soporte militar y gubernamental. La guerra contra Estados Unidos hizo que volviese a tomar las armas, pero el avance norteamericano fue implacable y resultó en su captura el 13 de septiembre de 1846. Sus diferencias con Santa Anna crecieron exponencialmente, pues el general lo acusó de traición a la patria tras no haber sido capaz de detener a los estadounidenses.

Sus últimos años de vida estuvieron marcados por la incertidumbre de una muerte con falta de explicaciones. Tras el final de la guerra, regresó a su hacienda en Chilpacingo donde pasó sus últimos años de vida junto a su esposa. De hecho, en 1854 se le ofreció regresar a las armas para derrocar a Santa Anna, quien había vuelto a la presidencia. Bravo se negó, pues su salud se encontraba en un estado precario. Sospechosamente, murió junto a su esposa el 22 de abril de 1854, poco después del fusilamiento de su doctor. Si bien no se tiene certeza de una conspiración, lo más probable es que Bravo haya muerto a causa de envenenamiento en su hacienda. Fue declarado Benemérito de la Patria y su nombre fue inscrito con letras de oro en la Cámara de Diputados.

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