En medio de una coyuntura económica marcada por presiones fiscales y redefiniciones comerciales, la comparecencia del secretario de Hacienda, Édgar Amador Zamora, ante el Senado, ofreció una lectura estratégica del momento que vive México. Con firmeza, el titular de la SHCP descartó que el país esté en recesión, respaldando su afirmación con indicadores de crecimiento positivo y una trayectoria fiscal que, aunque presionada, mantiene márgenes de maniobra. “No hay recesión ni la habrá”, sentenció, en un intento por disipar incertidumbres en torno al desempeño económico nacional.
Uno de los puntos más debatidos fue el respaldo financiero otorgado a Petróleos Mexicanos (Pemex), empresa que ha sido objeto de una reingeniería fiscal por parte del gobierno. Las operaciones incluyeron la colocación de notas pre-capitalizadas, el intercambio de pasivos y el uso de banca de desarrollo para saldar deudas con proveedores. Aunque estas medidas buscan sanear la estructura financiera de Pemex —cuyo endeudamiento acumulado entre 2008 y 2018 superó los 105 mil millones de dólares—, el costo inmediato ha sido un incremento en el déficit fiscal, que pasó de 4.9% a 5.7% del PIB en 2025.
Este ajuste tiene implicaciones directas para la meta de déficit proyectada para 2026, obligando a la Secretaría de Hacienda a replantear sus estrategias de consolidación fiscal. La mejora en la calificación crediticia de Pemex por parte de Fitch Ratings, que elevó su nota de “B+” a “BB”, ha sido interpretada como un respaldo técnico a la intervención gubernamental, aunque persisten interrogantes sobre la sostenibilidad de este modelo de rescate.
En paralelo, México ha iniciado la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), en preparación para su evaluación sexenal. La Secretaría de Economía ha comenzado consultas con sectores productivos estratégicos, con el objetivo de identificar áreas de mejora, blindaje normativo y oportunidades de expansión. Este proceso es clave para preservar la competitividad del país en el bloque norteamericano, especialmente en industrias como la automotriz, agroalimentaria y servicios digitales.
La coyuntura actual revela un delicado equilibrio entre estabilidad macroeconómica, rescate de activos estratégicos y posicionamiento comercial. México se encuentra en una fase de ajuste estructural que exigirá decisiones técnicas, institucionales y políticas de alto calibre. El desenlace de estos procesos marcará no solo el rumbo económico inmediato, sino también la capacidad del país para sostener un modelo de desarrollo resiliente y competitivo.
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