En Revista Única te hablamos del método japonés Kaizen para que tus hijos sean ordenados y responsables.
Lo mejor que se le puede dejar a los hijos son los valores y los buenos hábitos que lo van a llevar a ser una mejor persona y tener éxito en su vida.
Así que crear el sentido de ser ordenados y responsables a través del orden y la organización es la principal intensión del método japonés Kaizen. Te decimos de que se trata y cómo ponerla en práctica con tus hijos.
En este sentido acciones simples como irse a bañar, ponerse el pijama, recoger los juguetes u ordenar su habitación, son tareas que para muchos niños resultan poco agradables o hasta molestas. Pero, ¿cómo lograr que aprendan a ser responsables y ordenados en casa?
¿Qué es y de qué trata el método Kaizen?
El método está relacionado con la filosofía kaizen, palabra de origen japonés significa “cambio beneficioso”, que promueve la mejora continua de todos los aspectos relacionados con la organización. Se tiene que estimular a los hijos a habituarse y a asimilar sus tareas cotidianas; y más allá de eso, aprender a cumplir metas.
Por lo que la base principal de la efectividad del método kaizen es que la mejora debe ser pequeña, puntual y continua. Este trata de mejorar día con día y poco a poco para lograr las metas. En el caso de que la meta sea muy grande, lo mejor es segmentarla en metas pequeñas para así avanzar de forma constante.
¿Cómo aplicar este método con los hijos?
Debes elegir una tarea que quieres que el niño realice para así mantener el orden, tienes que indicárselo de manera clara y sencilla. ¿Cómo hacerlo? Considera lo siguiente:
La actividad a ejecutar la deberán realizar de manera diaria y a la misma hora.
Aquí se le debe comentar que la tarea la empezará a realizar por un determinado tiempo. Un ejemplo, si la actividad es levantar sus juguetes, el niño sólo tendrá un minuto para recoger y acomodar lo que pueda durante ese tiempo.
Parece que 60 segundos son muy poco tiempo, en realidad este es el tiempo mínimo que se necesita para iniciar a instaurar un hábito sin que aparezca la pereza.
Se trata de que los hijos se vayan acostumbrando, para que en unas cuantas semana la tarea se convierta en una rutina, prácticamente sin que se haya dado cuenta. De manera paulatina, se irá ampliando el tiempo destinada a la actividad: dos minutos, tres o cinco hasta que concluya con la actividad.
Se aconseja que durante el proceso se acompañe de otro tipo de acciones; como por ejemplo elogiar a los niños cuando acaben con la tarea propuesta. La motivación al ver que cumplen sus tareas y que los padres muestren orgullo por sus acciones, los llevará a proponerse otras metas.
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