Cada día, los médicos enfrentan uno de los mayores desafíos: salvar vidas. Su labor, muchas veces silenciosa, cambia el destino de quienes dependen de su conocimiento, su precisión y su empatía. La medicina es una profesión noble, pero también es una lucha constante por el bienestar de otros. Hoy, queremos rendir homenaje a todos los médicos por su incansable dedicación. Pero también queremos hacer una pausa para reconocer a las mujeres en la medicina, quienes han superado barreras históricas y culturales para hacerse un lugar merecido en el mundo de la ciencia y la salud.
Una de esas mujeres es la doctora María del Sol García Ortegón. Su nombre resuena con fuerza porque ha marcado un antes y un después en la historia de la medicina en México y América Latina. No solo es la primera mujer cirujana cardiovascular en realizar un trasplante de corazón en México, sino que también es pionera al ser la primera en América Latina en llevar a cabo una cirugía cardíaca robótica. Logros que no solo reflejan su excelencia profesional, sino también su valentía para caminar en terrenos donde ninguna otra mujer había pisado antes.
Cirugía histórica
El 11 de julio de 2017, en el Centro Médico Nacional «20 de Noviembre» del ISSSTE, la doctora García Ortegón lideró un equipo médico en una operación que duró cuatro horas y que le devolvió la vida a Enedina Solís Jiménez, una madre de 37 años que sufría de insuficiencia cardíaca terminal. Después de dos años de espera y con la disponibilidad de un donante, la esperanza llegó con esta cirugía histórica. Este procedimiento no solo fue un éxito médico, sino un símbolo del poder transformador de las mujeres en la medicina.
A lo largo de la historia, las mujeres han tenido que luchar por ocupar espacios que, tradicionalmente, les fueron negados. Pero las mujeres médicas no solo han ocupado esos espacios, los han redefinido. Con su visión, su talento y su inquebrantable determinación, han demostrado que ser médico no es solo una profesión, sino un llamado, uno que requiere no solo del intelecto, sino también de una gran sensibilidad.
El ejemplo de la doctora García Ortegón es un recordatorio poderoso de que las barreras pueden romperse cuando el talento y la pasión se unen. Hoy, ella inspira a miles de mujeres en México y América Latina que sueñan con seguir sus pasos. Mujeres que, como ella, saben que la medicina no tiene género, pero sí tiene alma. Un alma que late con fuerza en las manos de cada mujer que se atreve a soñar en grande, a luchar por salvar vidas y a transformar la historia.
Este es un reconocimiento a todos los médicos que dedican su vida a la salud de los demás. Pero es también un tributo especial a las mujeres que, con su brillantez y coraje, están cambiando el rostro de la medicina. Hoy, celebramos sus logros, sus victorias y su imparable camino hacia el futuro.
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