Hace unos meses pensé que para estas fechas Claus estaría festejando su reelección.
La imaginé incluso anunciando formalizar su compromiso con Robert, quien es su pareja, guía espiritual y político. Y a Liza, Rene, Andy, Leo, Armando, Pame y compañía, aplaudiéndole.
Imaginé que el gobernador le contaría a todo mundo que en Puebla arrasó y que aunque Claus no es su amiguis hizo que ganara.
Obvio, me equivoqué y quedó claro que como pitonisa me moriría de hambre.
Mis pronósticos se fueron al rancho favorito de López Obrador.
Les cuento esto porque lo que vi ayer me dejo con la boca abierta, mis ojitos desorbitados y una ansiedad que no he logrado calmar ni con ejercicios tántricos.
Eduardo Rivera Pérez, que aquí entre nos es como los buenos vinos, bueniiiiiisimo, se reunió ayer por la mañana con Jorge Estefan Chidiac y por la tarde con el gobernador Luis Miguel Barbosa.
Jorge Estefan tiene fama de hombre inteligente, de político con oficio, de tener alcances políticos hasta el infinito y más allá, pero me cuentan mis amigas que es más famoso por que le gustan los chiles en nogada tanto como la T-R-A-I-C-I-Ó-N.
Así que desde aquí les rogaré a todos mis santos para que Lalito acuda con su bruja favorita y le prepare una limpia con huevos de totola y ramos de pirul, además de su amuleto contra el mal de ojo, la envidia y la traición.
El segundo evento del futuro y guaperrimo alcalde poblano, fue con el interesantísimo del gobernador, que aunque no me lo crean también tiene sus fans.
Pero la historia de las admiradoras del gobernador se las contaré después, está ocasión mi sorpresa se debió a que aunque Luis Miguel y Lalo parecen mejores amigos, no es así.
Lalo cree que es amigo del gobernador.
El gobernador cree que es su empleado.
Mi amiga que solo sale de Casa Aguayo para dormir me informó lo que se cuenta en radio pasillo respecto a esta tormentosa relación que ya lleva sus buenos meses.
Resulta que el gobernador tiene pensado meter las manos en la administración municipal.
Que de una y mil maneras ya se lo hizo saber al alcalde electo y que este le ha hecho saber de una y mil maneras que ya lo entendió.
Aunque Pablito y Pilar le dicen a su jefe que no diga a todo que no pero tampoco que sí, Lalito no quiere vivir el infierno que vivió con Rafael.
Así que si mis malos oficios de pitonisa esta vez no fallan, concluyo que el alcalde electo tiene en Luis Miguel Barbosa y Jorge Estefan, a dos verdaderos maestros de la seducción política.
Awwww.