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Las redes sociales ayudan a una nueva generación a romper tabúes en las sociedades árabes.

Docenas de escaparates de las calles más céntricas de El Cairo exponen turgentes maniquís de pechos voluminosos, ojos de vidrio y pestañas y pelucones en poses provocativas. Camisoncitos y tules, tangas y redecillas les cubren escasamente la parte impúdica. Algunas muestran delicados corsés y sostenes o bodies semitransparentes en distintos tonos. Otras van ataviadas con disfraces de policías o piratas de la lujuria. A plena luz del día, conviviendo con sostenes y bragazas, pijamas de cuello alto y galabeyas, son habituales las correas, tachuelas y esposas. También en los mercadillos populares. Tanto, que cualquiera diría que el sexo es algo presente que forma parte del debate tanto como del espacio público, pero no lo es.

“Hablar o educar sobre sexualidad es difícil”, advierte el doctor Ramy Metwali, coordinador de la organización Love Matters con base en Egipto. Una web que busca “proporcionar una fuente digital de información donde plantear y resolver dudas”, pero también formar presencialmente sobre salud reproductiva entre otros temas relacionados con el sexo y la sexualidad.

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“Hay mucha información confusa o directamente errónea y eso afecta a la calidad de vida”, explica el especialista en derechos reproductivos y sexuales. “No se habla en los colegios ni en las familias, así que la información sexual procede de Internet o de los colegas”. Y no solo sobre sexo, “sino sobre amor o relaciones”. Cuando se llevan a cabo encuestas a profesores sobre su predisposición a llevar a cabo educación sexual, “la mayoría dicen que no”, afirma Metwali.

Si en algo coinciden los entrevistados para este artículo es en que existe de facto un tabú en torno al sexo. “Debe ser pecado incluso escribir sobre ello en Ramadán”, bromeaba un activista egipcio hace unos días, aún en pleno mes sagrado musulmán. Una línea roja, aunque él sea cristiano copto, no sólo en Egipto, también en otros rincones de lo que conocemos como mundo árabe. Porque el sexo se mezcla (y confunde) con la religión, tradición, política, economía y la cultura. “Proporcionamos contenido en árabe porque la mayoría de lo que puede encontrarse en esta lengua está erróneamente relacionada con la religión, desincentiva que se piense y polariza en si algo es halal (aceptado) o haram (pecado)”, detalla Metwali.

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La sexualidad es también una cuestión de privilegio y de género. La mujer, como en otros lugares (el que esté libre de culpa que tire la primera piedra), se lleva la peor parte: estigmatizada o vilipendiada por vivir su sexualidad libremente… cosificada. Su placer no es suyo, es el del otro. El del hombre. Su sexualidad no le pertenece: es del padre, del hermano, del esposo. La batalla del honor se libra en sus carnes. El patriarcado marca la norma allí como aquí. Y ellas están tomando las riendas y alzando su voz de Rabat a El Cairo para cambiar las tornas. Cada una como puede. O le dejan.

Aún así no se puede hablar de sexo en el mundo árabe. Esa aproximación reduccionista a una cultura y costumbres emparentadas por una lengua común, que no lo es tanto. Lo descubriríamos si nos tomamos la molestia de escuchar más y ponderar menos. Equivaldría a hablar de sexo en Occidente, en Europa o en América y, coincidiremos, poco tiene que ver la sexualidad (moralidad, práctica, entendimiento) de Brasil con la de Canadá, o la de España con la de Turquía. O, al menos, lo que social e incluso legalmente debatimos o aplicamos. Homosexualidad, transexualidad, aborto, relaciones prematrimoniales o extramatrimoniales. Si cada individuo es un mundo imaginemos por un momento los mundos de los que hablamos al referirnos al “árabe”. Love Matters Árabe tiene 8 millones de usuarios anualmente. El 25% de las consultas procede de Egipto, el otro 75% de Arabia Saudí, Argelia, Marruecos e Irak. Es cierto que hay algunos rasgos comunes, legislación y realidad social que divergen, dudas que se repiten: “sexo fuera del matrimonio, masturbación, virginidad, enfermedades de transmisión sexual, tamaño del pene…”, enumera Metwali, pero la mayoría impuestos más social, cultural y religiosamente.

Con información de esglobal.com

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