La industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta.
En los últimos años ha multiplicado su producción, y ha pasado de producir, de dos temporadas, a más de seis, para ofrecer cada dos meses nuevas piezas y tendencias a un consumidor que tira la ropa en la mitad del tiempo que hace 15 años.
La industria de la moda, ¿dejará de quemar sobras?
Las tendencias de moda de hoy son la basura de mañana; un círculo vicioso en el que la producción de ropa ha alcanzado un nivel insostenible.
La presión del mercado ha potenciado la ‘fast fashion’: consumo rápido y compulsivo, de duración mínima.
¿El resultado? La facturación se ha duplicado en los últimos 15 años y alcanza ya los 100 mil millones de prendas en todo el mundo.
Durante muchos tiempo, la solución era vender los productos que no se habían vendido en la temporada a bajo costo en las propias tiendas del fabricante (outlet) o enviarlos a mercados emergentes con organizaciones no gubernamentales.
Una fórmula aceptable para las empresas de consumo general; no obstante, no lo es para las marcas más lujosas, que se han dedicado durante años a quemar las carísimas colecciones que no logran vender.
Un secreto a voces
La firma británica Burberry confesó que llevaba haciéndolo, al menos, los últimos cinco años. En 2017 envió al crematorio piezas sin estrenar por un valor cercano a 35 millones de euros.
La industria de la moda es responsable del 20 % de las aguas residuales y del 10% de las emisiones de dióxido de carbono.
Es la segunda más contaminante en el mundo, después del petróleo.
¿Qué sigue?
La iniciativa climática de la moda actualizó sus ambiciones y la industria de la moda se compromete con los compromisos climáticos.
La Carta de la Moda de las Naciones Unidas actualizó sus objetivos para reducir drásticamente las emisiones al final de la década.
Con la carta actualizada, los suscriptores deben comprometerse a alcanzar emisiones netas cero a más tardar en 2050.
De lo contrario, tendrán que establecer objetivos basados en la ciencia en los próximos 24 meses.
Para lograr lo anterior, dejar de quemar los productos que no se vendieron es una tarea urgente.
Con información de Harper’s Bazaar