sábado, septiembre 28, 2024
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Inicio de la Revolución Mexicana y las heroínas de esta lucha

Los caudillos y las mujeres de la Revolución Mexicana.

En esta ocasión te voy a hablar de la Revolución Mexicana, que en algunos lugares ya se había detonado pero te hablaré de dos mujeres que fueron las primeras mujeres revolucionarias, ellas son las hermanas Serdán Alatistre rompieron con los estereotipos de las mujeres burguesas de la época; fueron las primeras revolucionarias.

La familia Serdán Alatriste encabezada por Doña Carmen Alatriste, nieta del ex gobernador liberal poblano Miguel Cástulo Alatriste, y Manuel Serdán Guames un zapatero de la ciudad, tuvieron como hijos a Carmen, Natalia, Aquiles y Máximo Serdán.

Natalia Serdán Alatriste nació el 29 de marzo de 1875. Fue la segunda de los hermanos Serdán Alatriste.

Cuando Natalia Serdán se casó con Manuel Sevilla, recibió de regalo de bodas, una casa ubicada en Portería de Santa Clara número 4, en la ciudad de Puebla. (Actualmente el Museo de la Revolución Mexicana). Natalia rentó a su hermano Aquiles, una habitación en la planta baja de la casa de la Portería de Santa Clara.

La historia revolucionaria de los Serdán Alatriste comenzó por las injusticias locales que realizaba el Gobernador Mucio P. Martínez y a nivel nacional Porfirio Díaz; para ese entonces, los hermanos Serdán se unieron al Partido Anti-reeleccionista que dirigía Francisco I. Madero.

Dentro del partido la responsabilidad de los Serdán era entre otras cosas repartir municiones y pólvora por toda la región poblana, y apoyar el estallido de la Revolución Nacional el 20 de Noviembre de 1910.

Aquiles resguardaba en su casa las armas que compraba a diversas armerías ubicadas en la ciudad de Puebla y México.

Este arsenal llegaba a la casa dentro de grandes bultos envueltos en petate que se confundían con empaques de carne seca y salada; parte de las municiones de guerra eran transportadas por las mujeres de la familia: Filomena del Valle de Serdán, Carmen y Natalia Serdán.

Sin embargo, el 18 de noviembre, dos días antes de lo programado a nivel nacional, Miguel Cabrera, jefe de la Policía de Puebla, realizó un cateo a la casa de los hermanos Serdán y ante el impedimento de estos, que se sintieron descubiertos, dio inicio la refriega.

Durante el ataque, Natalia pudo hacer un agujero en la pared de su recámara que la comunicó a una casa contigua que en ese entonces era una camotería. Por ese orificio logró sacar a sus hijos y a los de su hermano Aquiles. Así pudieron escapar.

Por su parte, Carmen tomó las armas y luchó de la misma manera en que lo hicieron sus hermanos y sobrevivió hasta el final, cuando los rurales del Estado vencieron y tomaron la casa de los Serdán, fue aprendida y llevada a declarar lo que había sucedido; en su declaración siempre defendió a su hermano Aquiles.

La figura de Carmen Serdán rompió todos los estereotipos de una mujer burguesa de la época, partiendo desde el hecho de que fue la primer revolucionaria, y una de las tantas mujeres que apoyaron al movimiento maderista.

Luis Pastor y Carreto describe en el libro: Dos heroínas: Carmen y Natalia Serdán; Carmen era una de las partes en el engranaje de su círculo; poseía la sutileza y el refinamiento congénito distintivo de las mujeres educadas y desarrolladas espiritualmente en Puebla.

Uno de los movimientos políticos, económicos y sociales ocurridos en América entre 1910 y 1920 es, sin lugar a dudas, la Revolución Mexicana.

El ideal para los jóvenes era desplazar la dictadura porfiriana de 30 años. Los obreros soñaban con una legislación que les ofreciera un mínimo de protección contra el abuso de los poderosos.

Los campesinos querían tierras. Si hubiera tenido una ideología bien definida pudo ser de igual trascendencia que la Revolución Francesa o Rusa y servir de pauta para la liberación de muchos pueblos que en el resto del vasto continente se encontraban en similar estado.

Causas. Varias son las causas que desencadenaron el estallido de la Revolución Mexicana. Se agrupan estas en económicas, sociales y políticas.

Causas Económicas. La Cuestión Agraria. Durante el gobierno de Porfirio Díaz, el 40 por ciento del territorio azteca era propiedad tan sólo de 840 hacendados.

El latifundio era tan desmedido que, a veces, una sola persona era dueña de una extensión de terreno mayor que la superficie de varios países europeos.

Así, el general Terrazas, poseía en el Norte de México un predio de 24 millones de hectáreas, o sea, equivalente al área de Holanda, Bélgica, Dinamarca, Hungría y Suiza juntas.

Otro gran propietario era la iglesia católica mexicana, integrada en su mayoría, por un clero conservador y adicto al orden represivo imperante, lo que explica, en parte, porqué la revolución fue anticlerical.

Las consecuencias de este enorme latifundismo, sin precedentes en la historia mundial, fueron graves para los mexicanos.

Provocó la decadencia de la agricultura, porque el gran propietario se encontraba desvinculado de la tierra.

Lo dejaban en manos de brutales e ineptos administradores, que mandaban a latigazos al campesino y abusaban de las mujeres e hijas de los peones.

Vendimia agraria. Vendimia en la Revolución Mexicana. Régimen Económico injusto. Bajo el lema de “baja política y mucha administración”, la dictadura porfirista pensaba que lo único que importaba era el progreso material, en base al capital extranjero, ignorando la existencia de la masa trabajadora.

Con tal propósito abrió las puertas a las empresas norteamericanas e inglesas, que se apropiaron prácticamente de la riqueza nacional.

Los capitales extranjeros llegaron a ser dueños o administradores de los ferrocarriles; controlaban las ricas minas de plata de San Luis de Potosí, los productos del suelo y del mar y la riqueza forestal y frutícula.

Los franceses manejaban la lencería y botinería; los españoles, el comercio; y los alemanes, los cultivos especializados.

Causas sociales. Ausencia de Legislación Laboral. No existía una legislación que protegiera a los obreros y campesinos.

Las huelgas estaban prohibidas y se sancionaban severamente a quienes osaban pedir mejores salarios o la reducción de la jornada inhumana de trabajo que, en muchos casos, alcanzaba a las 12 horas.

Los mas altos cargos estaban desempeñados por norteamericanos, debiendo los mexicanos contentarse con los empleos más modestos.

La Pobreza Campesina. Los trabajadores ganaban miserables salarios de 25 centavos diarios, iguales que a fines de la colonia, no obstante que los precios de los artículos que consumían se habían elevado al triple.

Al mismo tiempo sufrían la expoliación en las “tiendas de raya”, en las que el propietario de la hacienda vendía el jabón, el maíz, el aguardiente embrutecedor y toda otra mercadería que necesitase, a precios muchos mas altos que los del mercado.

Como el jornal era exiguo, el campesino se iba endeudando y así se arraigaba a la tierra como los siervos de la Edad Media.

De otro lado, los trabajadores vivían en casuchas de adobe o ramas de un solo cuarto, sin ventana y con piso de tierra.

La división social. La pirámide social mexicana estaba conformada por diversas clases sociales, entre las cuales había una marcada diferencia.

En los rangos más altos estaban los grandes latifundistas, los caudillos políticos, los miembros del alto clero y los empresarios extranjeros y nacionales.

Seguían los pequeños burgueses y en la base, se encontraban los campesinos y obreros, que vendían en condiciones infrahumanas.

Causas Políticas. La dictadura de Porfirio Díaz. Quién llego al poder por primera vez en 1876, alcanzando la bandera de la no reelección.

En el transcurso de los años hizo caso omiso de esta promesa electoral y busco una y otra vez su reelección presidencial.

Con astucia, sagacidad y menosprecio de las aspiraciones ciudadanas logro gobernar durante 7 periodos, un caso realmente insólito e intolerable.

La base de estas sucesivas reelecciones no fue el derecho, sino la fuerza; no fue la prosperidad de los 15 millones de habitantes, sino de un pequeño grupo de privilegiados, en nombre del significativo y engañoso lema: “Paz, orden y progreso”.

En más de 30 años de tiranía y centralismo porfirista los poderes legislativo y judicial estuvieron subordinados al ejecutivo.

La división de los poderes, la soberanía de los estados, la libertad de los ayuntamientos y los derechos de ciudadano solo existían escritos en la carta magna.

Imperaba la ley marcial. La justicia, lejos de proteger al débil, servia para legalizar los despojos del más fuerte.

Los jueces, en vez de encarnar la justicia se convertían en agentes del Ejecutivo. Las cámaras legislativas no tenían otra voluntad que la del dictador.

Los gobernantes de los estados, nombrados por él, designaban e imponían a las autoridades municipales.

Oposición al Dictador. La oposición a la prolongada dictadura estuvo representada por diversos sectores descontentos, los que anhelaban inquietudes de renovación social, como el incipiente movimiento anarquista “Regeneración” que atacaba al régimen.

Los círculos liberales que realizaron un congreso y evolucionaron al comunismo anárquico y llevaron a cabo varias tentativas insurreccionales que luego fracasaron.

El Partido Liberal Mexicano, cuyo programa clandestino, lanzado en 1906, incitaba al pueblo a revelarse contra la dictadura, abogaba por la libertad de sufragio y la no reelección continuada.

El Movimiento Agrarista. Triunfante, Madero pretendió cambiar el rumbo de la nación mexicana: restauro la constitución de 1857, estableció el sufragio popular, prohibió la reelección, etc. No bastaban estas reformas, meramente políticas.

El pueblo tenia hambre y quería un cambio de régimen, de estructura. En estas circunstancias Emiliano Zapata, jefe guerrillero del Sur, propuso el plan Ayala, dando la idea de distribuir la tierra entre los campesinos y él mismo se apropio de algunas haciendas y los distribuyo entre los trabajadores.

Su lema era: “La tierra es para quien la trabaja”. Un simpatizante suyo, Francisco «Pancho» Villa, organizo un ejercito popular de mineros, peones, vaqueros y bandidos y repartido dinero entre los campesinos, ganándose el respaldo de este vasto sector.

Contra Madero se unieron: conservadores, latifundistas, el clero y su Ministro de Guerra, el traidor Victoriano Huerta, quien fue enviado a reprimir una rebelión conservadora y no vaciló en hacerlo asesinar, en 1913.

La Revolución. La caída del Dictador. Porfirio Díaz había manifestado la inauguración de un gobierno democrático en 1910 y que el dejaría el poder.

Sin embargo, contradiciendo esta promesa, sus partidarios le propusieron como candidato a la presidencia.

Fue entonces cuando Francisco I. Madero decidió salir al frente, para contener las ambiciones del dictador.

Madero era un terrateniente de Coahuila, de espíritu progresista.

Anteriormente hizo mucho a favor de los trabajadores y del pueblo de San Pedro de las Colonias, estableciendo escuelas, colegios, comedores y hospitales gratuitos.

Francisco Madero empezó a recorrer el país, alentando al pueblo a luchar contra la tiranía.

Organizo el partido Antireelecionista y, en la convención de Eliseo, de la ciudad de México, se aprobó su candidatura a la presidencia de la republica, para competir con el general Díaz.

Ya candidato, inicio una triunfal gira política; fue arrestado en Monterrey, acusado de “conato de rebelión y ultraje a las autoridades”.

De este modo, en las elecciones del 26 de junio, 1910 se hizo elegir a Porfirio Díaz, por sétima vez.

Poco después Madero obtenía su libertad y lanzo el plan de San Luis de Potosí donde declaraba nulas las elecciones, desconocía el gobierno del General Díaz, enarbolaba el principio de no reelección del Presidente de la República y llamaba al pueblo a una rebelión nacional, para arrojar del poder a las autoridades gobernantes.

El pueblo, apoyando este llamado, se levanto en varios puntos del país, el 20 de noviembre de 1910.

Lo respaldaba Francisco «Pancho» Villa (seudónimo de Doroteo Arango, el “Centauro del Norte”) en nombre de los aldeanos; Emilio Zapata, en representación de los campesinos y otros lideres populares.

Díaz, mientras tanto, se disponía a defender su puesto.

Sin embargo, convencido de que su poder se desmoronaba inevitablemente y contemplando que todo el pueblo estaba levantado en armas, se resigno a dimitir el mando, el 25 de mayo de 1911, firmando un pacto con Madero en la ciudad de Juárez.

Luego salió furtivamente y se embarco en un tren a Veracruz y, posteriormente, viajó a Europa, muriendo en París, en 1915.

El Caudillaje México asesinado Madero sucedió una lucha terrible y sin rumbos, en la que participaron facciones maderistas contra carrancistas y constitucionalistas contra convencionistas, zapatistas, villistas, orozquistas, obregonistas, callistas, etc.

En esta etapa los marinos norteamericanos invadieron el Puerto de Veracruz ante el intento de estrechar relaciones con los ingleses (1914); se inicio la gran huelga de los Obreros, en la ciudad de México (1916); la proclamación de la constitución de Querétaro (1917), que puso las bases para consagrar los ideales de la revolución:

Jornada de 8 horas de trabajo, el salario mínimo, la indemnización por accidentes de trabajo, la reforma agraria, la nacionalización del petróleo, etc.

Finalmente, asesinan a traición al líder campesino Emiliano Zapata (1920), en Puebla en la Hacienda de Chinameca perteneciente al municipio de Ayala en el estado de Morelos.

El conflicto armado que se dio entre 1910-1917 se inició como una lucha en contra de la perpetuación en el poder del general Porfirio Díaz, pero derivó en una guerra civil entre facciones que luchaban por la “auténtica revolución”.

Diferentes grupos que tenían como bandera derechos políticos y sociales se unieron por ese objetivo, pero luego llevaron a cabo una guerra de guerrillas a lo largo de una de las épocas más convulsas para México, que dejó más de un millón de muertos.

La Revolución Mexicana redibujó México hace poco más de un siglo. Pese a ser una cruenta lucha por el poder, también tuvo frutos positivos.

La Constitución de 1917 fue uno de ellos, pues fue pionera en el reconocimiento de los derechos sociales y laborales emanados del liberalismo francés a nivel mundial.

“Las demandas obreras y campesinas se recogieron por vez primera en el constitucionalismo mundial, en la Constitución de 1917”, afirma Patricia Galeana en “La Revolución y los Revolucionarios”, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).

El lado humano de la Revolución Mexicana. ¿Qué tuvo que pasar para que se concretaran los logros de la Constitución? El objetivo común: Porfirio Díaz.

Luego de que el presidente Porfirio Díaz resultara electo para un nuevo período presidencial (1910-1914), el excandidato y líder liberal Francisco I. Madero lanzó el Plan de San Luis -fechado el 5 de octubre de 1910– para derrocarlo.

Su lema principal fue “Sufragio efectivo, no reelección”, y reivindicaba derechos laborales y la repartición de tierras que buscaban grupos sociales contrarios a Díaz, según la “Cronología de la Revolución”, del INEHRM.

En su plan de acción estaba una convocatoria a la lucha armada: “El 20 de noviembre, desde las 6 de la tarde en adelante, todos los ciudadanos de la República tomarán las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente nos gobiernan”.

Francisco I. Madero. El movimiento de Madero sentó las bases de la no reelección presidencial en México hasta la actualidad.

Algunos grupos, como el de los hermanos Aquiles, Máximo y Carmen Serdán, al ser descubiertos en posesión de armas se alzaron antes de la fecha pactada en Puebla.

La muerte de los hermanos al enfrentarse con las fuerzas del gobierno los llevó a ser considerados los primeros “mártires” del movimiento contra Díaz, además de que motivó a otros a la insurrección.

En los hechos no se dio un levantamiento coordinado el 20 de noviembre de 1910 a las 6 de la tarde para derrocar a Díaz, pues para ese momento ya había “13 hechos de armas en diferentes estados”, según el INEHRM.

Pero esa fecha ha sido considerada hasta hoy como el inicio de la Revolución Mexicana.

Pancho Villa y Emiliano Zapata. Los líderes revolucionarios lucharon en varios bandos, algunas veces juntos, otras entre sí.

Francisco I. Madero, ascenso y caída. La lucha armada hizo surgir a otros líderes revolucionarios que acompañaron la causa de Francisco I. Madero, entre otros Emiliano Zapata en el sur del país, así como Francisco “Pancho” Villa (su nombre real era Doroteo Arango), Álvaro Obregón y Pascual Orozco en el norte.

La presión revolucionaria tuvo éxito y Porfirio Díaz firmó su renuncia a la presidencia el 25 de mayo de 1911, dando fin a 35 años de gobierno y abriendo paso a nuevas elecciones.

Díaz abandonó el país luego de 35 años en el cargo, y murió en el exilio en París.

Francisco I. Madero ganó la votación y asumió la presidencia de México el 6 de noviembre de 1911 en la que es considerada “la primera elección democrática en 30 años“, afirma el INEHRM.

Aunque el movimiento logró la remoción de Díaz, el nuevo gobierno no dio pronta respuesta a las demandas revolucionarias populares.

México: Pancho Villa, de héroe a “un simple bandido”. Pronto comenzaron las luchas entre los que fueran aliados al comienzo del levantamiento armado, pues cada bando se asumía como auténtico defensor de los ideales revolucionarios. Zapata lanzó el Plan de Ayala bajo la bandera de la lucha agraria, mientras que Orozco publicó el Plan de la Empacadora sobre demandas sociales. Ambos desconocieron la presidencia de Madero.

Emiliano Zapata fue uno de los líderes más carismáticos de la Revolución Mexicana.

l gobierno maderista logró defenderse durante dos años frente a los insurgentes zapatistas, orozquistas, y otros grupos más pequeños, con apoyo de las tropas de Villa.

Las mujeres, en todos los bandos, tuvieron un papel de fuerza de apoyo a los revolucionarios e incluso tuvieron participación armada.

Eran conocidas como “Las Adelitas”. Las mujeres “de armas tomar” que olvidó la Revolución Mexicana.

Pero en febrero de 1913 se da la “decena trágica”: 10 días de enfrentamientos en un golpe militar que llevó a la renuncia de Madero el 19 de febrero y su asesinato tres días después.

Victoriano Huerta, conspirador del golpe con el grupo llamado “los contrarrevolucionarios”, asumió la presidencia ese mismo día.

Las Adelitas. Las mujeres acompañaban a los hombres en la lucha armada como fuerzas de apoyo e incluso en ataques armados.

El Pacto de la Embajada -conocido así porque se firmó en la sede de Estados Unidos en México- tuvo éxito, aunque originalmente no tenía a Huerta como el elegido para la presidencia, según el INEHRM.

La lucha por el poder. Para combatir a Huerta, llamado “el usurpador”, una reorganización de fuerzas revolucionarias del norte llevó a la creación del Ejército Constitucionalista, al mando de Venustiano Carranza.

Con el Plan de Guadalupe, enfocó la lucha revolucionaria contra Huerta hasta lograr que el presidente golpista deje el poder en julio de 1914 y Carranza asuma el gobierno.

Victoriano Huerta se fue al exilio a Estados Unidos luego de presentar su renuncia.

La Convención de Aguascalientes entre líderes revolucionarios llevó al desconocimiento de Carranza como presidente, por lo que nuevamente se abren dos grandes bandos:

los convencionistas y los constitucionalistas. Carranza, quien se hace llamar “líder máximo de la revolución”, traslada su gobierno a Veracruz, mientras que los convencionistas nombran a Eulalio Gómez como presidente.

A partir de entonces vino una guerra de guerrillas.

Las luchas armadas entre los bandos, en las que se da el grueso de las muertes -calculadas en más de un millón-, se prologaron desde octubre de 1914 hasta noviembre de 1916.

La Revolución Mexicana fue la última guerra civil que ha tenido México.

En ese mes, el gobierno y ejército de los convencionistas declaran su fin, aunque fuerzas zapatistas y villistas disminuidas siguieron sus luchas durante meses.

La balanza finalmente se inclina hacia las fuerzas de Carranza, quien desde septiembre de 1916 convocó un Congreso Constituyente para redactar una nueva Carta Magna del país.

Los constituyentes, electos por votación popular a finales de ese año, trabajaron en un plan de reunificación de las causas revolucionarias hasta comienzos de 1917.

Venustiano Carranza resulta ser el líder revolucionario triunfador, con el gobierno bajo su mando hasta 1920.

Luego de ser votada el 31 de enero, la nueva Constitución es promulgada el 5 de febrero de 1917, marcando lo que se considera el fin de la Revolución Mexicana.

Pero la lucha violenta por el poder no terminó ahí, pues las fricciones entre bandos desembocó en el asesinato de los líderes revolucionarios: Zapata (1919), Carranza (1920), Villa (1923) y Obregón (1928), entre otros.

Sin embargo, las bases del Estado moderno mexicano se establecen con la nueva Carta Magna.

El documento consagra causas revolucionarias como el derecho agrario, los derechos laborales, la educación y la salud garantizadas por el Estado, la libertad de prensa y los derechos políticos vigentes más de un siglo después.

La Revolución culminó con la llegada a la presidencia de Lázaro Cárdenas en el año de 1934.

Logros de la Revolución.

Varios son los resultados positivos de la revolución mexicana. Destacan entre ellos:

a. El cambio de la propiedad de la tierra. A principios de la década del 40, más de la mitad de la población rural pertenecía a los ejidos (aldeas) y poseía más de la mitad, de la totalidad de las tierras cultivables.

También hubo un considerable aumento en el número de pequeños granjeros independientes.

b. Las conquistas sociales. Se estableció, en 1915, el descanso dominical obligatorio, y la jornada máxima de 8 horas de trabajo.

En 1916, se reconoció el derecho de huelga y se fijaron las nuevas relaciones de trabajo, entre patrones y obreros.

En su época, estas disposiciones eran las más avanzadas del mundo. La constitución de 1917 estipulo la jornada de trabajo de 8 horas, como máximo.

Quedaban prohibidas las labores insalubres o peligrosas para las mujeres en general y para los jóvenes, menores de 16 años.

Quedo también prohibido el trabajo el trabajo nocturno industrial. Los establecimientos comerciales no podían laborar después de las 10 de la noche.

c. La expropiación de las compañías petroleras puede haber tenido poca justificación económica, pero fue de una gran importancia sicológica para ayudar a eliminar el sentido de inferioridad nacional.

d. Produjo un cambio profundo y vigorizante en la conciencia nacional. Los mexicanos prerrevolucionarios habían encontrado sus valores en los elementos culturales europeos.

Los conservadores habían peleado por preservar las actitudes e instituciones del imperio español y los reformadores habían tratado de introducir los del liberalismo occidental.

e. La nueva conciencia nacional encontró expresión en la obra de artistas y escritores.

México fue la escena de un renacimiento que tenia algo en común con el gran Renacimiento europeo.

Sobresalieron particularmente en las artes visuales, la arquitectura y pintura de mayor importancia en el hemisferio occidental.

Tres figuras sobresalen en pintura: David Alfaro Sequeiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco.

Estos artistas infunden una fe positiva en el futuro de México, pues, describieron un mundo ideal en el que los campesinos araban su propia tierra y en el que los sueños de Morelos y de Zapata se hacen realidad.

Igual ocurre en el compositor Carlos Chávez, en el que la melodía tradicional indígena se convierte en la base de la música nacional; y, por ultimo la novela de la revolución saca sus temas de las hazañas de villa y Zapata, así como de la vida indígena campesina.

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Alejandra Delgadillo
Egresada de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación por la UPAEP. Colaboradora en El Sol de Tlaxcala. Reportera de Noticias en Grupo Acir Puebla, donde tenía a mi cargo las fuentes de Salud, Instituciones Asistenciales, Iglesias, Agrarias, Ecología y Empresariales. Participé en el área de prensa de la Delegación del ISSSTE Puebla. Las secciones que escribo son: Vida Sana, Cábalas y Tradiciones, Mamás y Algo Más, Feminismo Hoy, Salud, Economía, Ciudad y Seguridad, en Revista Única. Además, soy colaboradora del programa de radio Cinco Mujeres en Cinco Radio. Coautora del libro “Crónicas de Puebla, 50 años”.

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