Este año se suspendió la famosa pamplonada, te contamos la historia del santo y de la tradicional fiesta.
Hoy se celebra a san Fermín y con esto la festividad pamplonesa de los Sanfermines, en España; que inicia el 6 y hasta el 14 de julio. ¿Quién fue san Fermín? Nació en Pompaelo en el siglo III, fue hijo de Firmo (Firmus), quien tenía un alto cargo en la administración romana de Pamplona, vivió en tiempos de los emperadores Diocleciano y Maximiano, y Eugenia. La familia se convirtió al cristianismo luego de ser bautizados por el misionero Saturnino de Tolosa en un lugar hoy conocido como «pocico de San Cernín» (al contrario de lo que pudiera pensarse, San Saturnino es el patrón de Pamplona y no San Fermín, quien ostenta el copatronazgo de la Comunidad Foral junto a San Francisco Javier), confió la educación de su heredero al presbítero Honesto de Nimes, quien, según la tradición, llegó a la ciudad con una misión evangelizadora.
Bajo la tutela de Honesto, Fermín se formó en la religión y la predicación, la cual ejerció a una edad temprana. Cuenta la leyenda que su mentor lo envió a la Galia -actual Francia– para proseguir con su aprendizaje y encargó al arzobispo de Toulouse que lo ordenase sacerdote para poder propagar la fe cristiana. Por cortesía de Honorato, prelado de la ciudad, Fermín fue, ya, consagrado obispo a los 24 años y regresó a Pamplona con una función de evangelización.

Poco más de un lustro después, el novicio vástago de la Iglesia cruzó, de nuevo, los Pirineos. Atendiendo al mito, pudo pasar por Agén -región de Nueva Aquitania-, Auvernia o Anjou antes de asentarse en Amiens. En esta norteña urbe de lo que ahora se conoce como Alta Francia, Fermín logró una gran cantidad de conversiones al tiempo que se ganó la antipatía y enemistad de las autoridades contrarias al cristianismo. Tras ser detenido y pasar por la cárcel, fue decapitado un 25 de septiembre, día que concluyó su martirio.
Pero la leyenda de san Fermín emergió alrededor del siglo IX en la localidad de Amiens y esparció, luego de 300 años de la muerte del santo, el arzobispo Pedro de París, en 1186, llevó a Pamplona una reliquia que fue depositada en el altar de su catedral. De acuerdo a las investigaciones se encontró como falsa esta historia; pero a pesar de esto la devoción a san Fermín creció y muchos creyentes y no creyentes acuden a las fiestas del santo. Los sanfermines encaran una nueva edición que congregan a miles de personas para celebrar una fiesta cuyo enorme bagaje de historia y tradiciones muchos desconocen, basada en «una pluralidad de componentes y funciones antropológicas» que ha atesorado con los siglos y aún hoy sigue incorporando novedades.

En una entrevista con el profesor Ricardo Fernández Gracia, de la Cátedra de Patrimonio y Arte de la Universidad de Navarra, quien repasa los orígenes piadosos y la evolución más mundana de una celebración que «se ha hecho más espectacular y menos ritual», aunque mantiene la fiesta religiosa. San Fermín fue el primer obispo de Pamplona, y su culto no se documenta hasta el siglo XII, cuando se importó de la ciudad francesa de Amiens, donde sufrió martirio después de bautizar a miles de personas.
Muchos creen patrón de Pamplona es en realidad copatrono de Navarra junto a san Francisco Javier, y su celebración arraigó especialmente en la capital navarra porque la ciudad y el cabildo catedralicio se posicionaron como claramente «ferministas» en el pleito con los «javieristas» que enfrentó a instituciones y pueblos en el siglo XVII por la advocación de Navarra a uno u otro, cuestión que zanjó en 1657 el Papa Alejandro VII declarándolos a ambos. En cualquier caso, la fiesta se remonta a siglos antes, pues ya se celebraba cuando en 1186 el obispo de Pamplona Pedro de París recogió en Amiens las reliquias de San Fermín y dispuso que su fiesta el 10 de octubre tuviera igual rango que la de los apóstoles.

En 1591 las fiestas fueron trasladadas al actual 7 de julio y con el tiempo «fueron atesorando una pluralidad de componentes y funciones antropológicas», señala el experto que asegura que «los sanfermines que hoy conocemos son la suma y condensación de tradiciones, costumbres, hábitos y fenómenos diversos de distintas épocas», incluida la actual, con un acto inicial del chupinazo que tan sólo tiene décadas de tradición. En cuanto a su modo de celebración, desde la Baja Edad Media se documentan las ferias comerciales el 10 de octubre, aunque «cuando las diversiones profanas (danzas, músicas, comedias) cobraron importancia, el ayuntamiento solicitó con éxito el traslado de la fiesta al 7 de julio, con un tiempo más propicio para las celebraciones».
«Desde hace cuatro siglos se documentan comedias, danzas, funambulistas, titiriteros, fuegos artificiales, sin que faltaran los gigantes, prohibidos en 1780 por Carlos III y recuperados tras la Guerra de la Independencia al ser encontrados en las dependencias de la catedral», señala Fernández Gracia. «Por supuesto» que también estaban los toros presentes en las celebraciones, y desde finales del siglo XIV hay constancia de corridas de toros en la ciudad, aunque la principal tenía lugar en la fiesta de Santiago. Más tarde, desde el siglo XVI se conocen «numerosos datos sobre las diversiones con los toros, como parte fundamental de las fiestas en honor al santo».

«Las cuentas municipales y algún cronista dejaron buenos testimonios de cómo los toros eran la principal de las diversiones de los pamploneses de siglos pasados, con corridas con doce y dieciséis toros y toreros hábiles que, armados de chuzos, hacían la suerte del palenque, alanceaban a los astados o con perros intentaban rendir a la res», indica. También sacaban un toro de fuego real cubierto con una manta y del que salían voladores y cohetes. En cuanto al encierro actual, nació «por la necesidad de trasladar a los toros desde los extramuros de la ciudad al coso taurino», que estuvo durante siglos en la Plaza del Castillo, hasta donde «la manada era conducida por un grupo de caballistas a cuya cabeza iba uno abanderado, las gentes participaban con sus varas y garrochas, cuyos efectos debieron ser corregidos por la autoridad».

La razón de su arraigo «habrá que buscarla en su sintonía con las gentes de la tierra atraídas por el riesgo y la peligrosidad», y su masificación actual tiene mucho que ver con los textos de Hemingway y la repercusión de estas fiestas en los medios de comunicación. Respecto a su evolución, el profesor advierte de que las fiestas, «con sus constantes, componentes y funciones, constituyen un fenómeno dinámico. Algunas tradiciones se mantienen, otras se pierden, reaparecen o se crean con el paso de los años». En el seno de las fiestas «se producen cambios continuos, poniendo en conexión el pasado con el futuro. En general, aparentemente, se han secularizado y se han vuelto más lúdicas, identitarias y supralocales. Se han hecho más espectaculares y menos rituales», aunque para este experto la fiesta religiosa «goza de una gran popularidad en Pamplona», con actos «multitudinarios» como las vísperas, la procesión y la celebración de la Octava. En cuanto a su futuro, y a la posibilidad de que los sanfermines «mueran de éxito», Fernández Gracia no se imagina ese fin para el encierro, por ser actualmente «uno de los componentes más fuertes de la fiesta y que, psicológicamente, tiene su función antropológica y de catarsis», aunque, «como todos los grandes fenómenos de masas, necesitará una adecuación a los tiempos».

Los Sanfermines arrancan con el chupinazo (cohete pirotécnico) desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona, a las 12.00 del mediodía del 6 de julio y culminan a las 00.00 horas del 14 de julio con la canción de despedida “Pobre de mí…”.
Una de las actividades más conocidas de los sanfermines es el encierro, en el que los participantes corren delante de los toros durante un recorrido de unos 849 metros hasta la plaza de toros.
Los encierros de San Fermín, desde sus inicios, han durado desde apenas 2 minutos hasta casi 12 y se realizan a lo largo de las calles de la parte más antigua de Pamplona. Aunque hubo una ocasión en que un encierro duró hasta 30 minutos. Fue el 11 de julio de 1959. Fue el encierro más largo de toda la historia de San Fermín y la causa fue que un miura se rezagó, recurriendo finalmente a un perro para que mordiera al toro y lograra introducirlo en los corrales. No ha vuelto a suceder.
Al menos 16 corredores han fallecido en el encierro a lo largo de la historia de los sanfermines. Dos de las víctimas eran de origen extranjero: un mexicano que falleció en 1935 y un estadounidense que perdió la vida en 1995. El último, Daniel Jimeno, corneado por un toro de la ganadería Jandilla en 2009.

A pesar de que se extrema cada año la seguridad en esta actividad tanto para los participantes como para los observadores, 6 personas han muerto por caídas desde las murallas de la ciudad durante los Sanfermines (entre 1997 y 2009).
Los sanfermines nacieron en la época medieval en forma de feria comercial y fiesta secular. En 1931 fue el pamplonés Txupin Etxepare, estanquero de la Calle Mayor quien dio el primer Chupinazo. Esta tradición sufriría una pausa con el inicio de la Guerra Civil, reanudándose nuevamente en 1939. Pasó el tiempo y a partir de 1592 se fijaría el inicio de estas fiestas en el día séptimo del séptimo mes: el 7 de julio.
El libro “Fiesta” del escritor estadounidense Ernest Hemingway contribuyó a extender la fama de esta festividad.
El encierro de los sanfermines se desarrolla a través de las calles más antiguas de Pamplona.

El primer chupinazo disparado desde el Ayuntamiento de Pamplona fue en 1941.
Los actos más multitudinarios son sin duda los fuegos artificiales y los gigantes y cabezudos.
El Riau-Riau, que no se incluye en el programa oficial de fiestas, consiste en que multitud de personas ocupan la plaza del Ayuntamiento y calles adyacentes, cantando y bailando el vals de Miguel Astráin que fue compuesto a mediados del siglo XIX. El Riau-Riau se celebró por primera vez en 1914.
La película de acción “Knight & Day” (2010) protagonizada por Tom Cruise y Cameron Díaz, muestra los encierros de San Fermín; sin embargo, el escenario no fue Pamplona, sino calles de dos provincias andaluzas: Cádiz y Sevilla.
Famosos con pasión por los sanfermines: Ernest Hemingway, Orson Welles, Ava Gardner, Errol Flynn, Deborah Kerr, Charlton Heston, Tyrone Power, Derek Walcott, Spike Lee, Bill Clinton…
Como última curiosidad, el día 6 de julio, antes del famoso chupinazo, el pañuelo se lleva atado en la muñeca en vez de en el cuello. Una vez que se lanza el cohete, pasa de la muñeca al cuello o donde se desee.
Desafortunadamente para todos los devotos de san Fermín este 2020 no se celebrará esta famosa fiesta en Pamplona.
Con información de ABC.es, Diario de Navarra y Muy Interesante