Además de la ronda del tiempo
la caída de la hoja en el césped
rompe el silencio del mundo
y acoraza en líneas y círculos
púas y redondeces de alrededores
que concentran entre hondas
los contagios del amor en espera
que buscan en sonidos y pausas
los nombres exactos de su pureza
en el prurito de acariciar tu náusea
en la lozana manera de besar tu nácar
en la dulce forma de tomar tu desdén.
Pero cada hoja carga su reina
para incendiar aquella sequedad ansiosa
y hacer escándalo de la ronda espumosa
que llega como corazón entre nosotros
la fe que cubre los tiempos imprecisos
la nostalgia de quien ya no está
pervirtiendo nuestra humanidad
con la religiosidad del cuerpo sediento
y la narrativa del deseo que te extiende
con montañas que tiemblan las piernas
los mares que se fugan en tu ombligo
los planetas que devienen como hijos.
Es nuestro silencio de cuya liviandad
emergen nuevas las hojas que te poblarán
para poner encima de ti el mundo sonoro.
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