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«El Señor de las moscas» de William Golding

¿Son necesarias las reglas para que exista un orden y evitar así el caos? O bien, sin importar las reglas el caos es un mal que sigue a la especie humana? 

William Golding, un audaz escritor británico quién además ganó un Nobel de literatura en 1983, a través de su novela, nos muestra que el ser humano es incapaz de seguir la ley y el orden natural de las cosas por lo que se obliga a crear sus propias leyes y ordenamientos que tratan de regular su vida tan caótica.

¿Cómo pensarías que pueden sobrevivir un grupo de estudiantes adolescentes y niños aún más pequeños en una isla sin nadie más que ellos?

Un grupo de estudiantes para algunos se enfrentan a un reto de sobrevivir solos en una isla sin adultos, para otros quizá nos suene más a una gran oportunidad de poder empezar desde cero y hacer las cosas mejor.

En fin, no podemos exigir mucho porque hay que considerar que nuestros personajes se encuentran en la adolescencia o en la infancia aún, las necesidades son distintas, ellos deciden que solo tienen dos necesidades: Una es sobrevivir hasta que los rescaten y la segunda es hacer que los rescaten.

Obviamente hay que elegir en primer lugar a un líder o, ¿será mejor a un jefe? De entre todos, eligen a quien es más carismático, porque de alguna manera brinda confianza y ante la duda, encontrar a una persona que al menos parezca confiada da tranquilidad.

Nuestra realidad no es muy diferente, elegimos a nuestros representantes como lo hacen los personajes de Golding; no elegimos por el que sea más inteligente, por el que tenga más experiencia, por quien tenga más intención, no, nosotros elegimos por apariencias, quien logre la mejor apariencia, la que le guste a la mayoría será el que gane, no necesitamos más.

Nuestros personajes sin saberlo, al llegar a esa isla sin leyes hechas por el ser humano, recuperaron su libertad natural, y casi inconscientemente lo primero que hicieron fue buscar regular esa libertad otorgada, quizá porque estamos acostumbrados tanto a las reglas humanas que indiscutiblemente a todos nos sería difícil vivir ya sin ellas.

Golding creía que el ser humano no puede subsistir con la naturaleza de acuerdo a las leyes elementales de ésta, agregaría que el ser humano necesita reglas humanas, para poder respetar y convivir no solo con nuestra misma especie, sino con el resto de la naturaleza; porque como bien lo narra Golding en esta obra, cuando existen libertades es necesario contraer las que más se puedan para poder controlar a los más que se puedan. 

Hay una parte interesantísima de la obra, cuando uno de nuestros personajes dice «Escucha, Ralph. No trates de hacer las cosas con sentido común. Eso ya se acabó.» Sin duda, tratar de mantener las libertades esperando que las demás personas respeten los límites naturales es una tarea casi imposible para el ser humano, y a veces, aún con los límites en las leyes escritas que nos hemos impuesto, sigue siendo insuficiente, casi como si hubiéramos olvidado el sentido común. 

Es un libro muy audaz escrito con bastante inteligencia quizá quienes hemos visto al señor de las moscas comprendemos que en este mundo nuestras opiniones pueden dejarnos gravemente lesionados que, mientras a la sociedad la domina el señor de las moscas seguirá viviendo con miedo por siempre.

Y ahí está el ser humano, tratando de regular su vida a través de leyes, porque le es imposible creer en la moralidad de la especie. No ha servido de nada la razón, la conciencia, el libre albedrío que nos diferencia del resto de los animales, seguimos encharcados con nuestro ser más primitivo, como si tantos años de ciencia y filosofía no hubieran servido de nada. Quizá tomar un respiro de nosotros mismos nos haga bien, porque generalmente el primer grito de conciencia se piensa en silencio. 

Qué difícil es tener libertades y no poderlas ejercerlas, pero es aún más difícil no tenerlas porque hemos obviado no merecerlas.

Imagen portada: Imagen de Steve Bidmead en Pixabay

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