viernes, abril 19, 2024
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

OTROS ARTÍCULOS

El Viejo y El Mar

La primera vez que leí «El viejo y el mar», me pareció una narrativa que si bien es sencilla, no comprendí en su momento, quizá por ser demasiado joven o porque nunca había experimentado el sentimiento de soledad que más tarde sensibilizó mi persona.

Tiempo después, cuando me sentí capaz de encontrarle el significado, la perspectiva, decidí volver a leer esta obra con más detalle, por lo que en primer lugar me interesé en conocer el contexto histórico en que el libro fue redactado, comprendí que los estragos de la Primera Guerra Mundial, marcaron al autor como a todos el mundo en el significado y fin de este suceso bélico; la Gran Guerra, desamparó a los que más sufrían, fue injusta y provocó muertes injustificables. Todo lo que se respiraba después de concluida, no fue victoria, sino muerte.  

Hemingway, refleja en su obra el sentido del combate y cómo está ligado con la muerte. Narra en sus páginas la guerra que el personaje principal, Santiago, mantiene contra un enorme pez espada, que reconforta su fracaso de días pasados en los que no había pescados nada.

Durante este embate que llevó días y noches, finalmente el pez, cansado, es lastimado y comienza a sangrar por una herida profunda; esto preocupa a Santiago, quién sabe que en alta mar existen peces mucho más grandes que se verán atraídos por la sangre, y así fue, llega el primer tiburón a robar el logro del pescador,después serán más y más tiburones los que finalmente aprovechen el esfuerzo de Santiago, hasta que solo con el esqueleto regresa al puerto, algunos creerán en su historia, otros probablemente no, solo él y el pez conocerán la verdad.

Así como Santiago, a veces nos empecinamos en ganar batallas que al final no aprovechan a nuestras vidas, sino a otras, como le sucedió a Santiago con el pez, al final su esfuerzo de días terminó devorado por tiburones que solo tuvieron la suerte de encontrarse cerca,de oler la muerte de la debilidad de dos seres.  

Quizá era el destino que no quería ver al pescador regresando con lo que pudo ser su éxito más grande, quizá fue la fortuna de los tiburones y sus capacidades naturales de oler la muerte y la desesperación, o simplemente fue el mismo pescador aferrado a obtener lo que nunca podría ser suyo.

Es de esta forma que el autor, probablemente en su más leída obra, refleja el dolor de la soledad y la inminencia de la muerte, que en un recorrido por alta mar nos la muestra cercana como la ha vivido él, al final quizá nos deja abierta la respuesta a la pregunta que formula entre líneas del texto: ¿todo valió la pena?

También te puede interesar:

Rebelión en la granja de George Owell

José de Sousa Saramago, “Las intermitencias de la muerte”

El Príncipe feliz y otros cuentos de Oscar Wilde

Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar

ÚLTIMOS ARTÍCULOS