A 27 años de su muerte aun recordamos a uno de los mejores cómicos de México.
Hoy recordamos al gran mimo de México, quien murió el 20 de abril de 1993, su nombre Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, nació el 12 de agosto de 1911, fue el sexto de los catorce hijos que procreo el matrimonio de Pedro Moreno Esquivel, quien era empleado de correos y María Soledad Reyes Guizar, de todos sus hijos seis murieron en el parto. Su lugar de nacimiento fue en Santa María la Redonda, barrio de Tepito, donde comer todos los días era más que un lujo, un milagro. Este era un arquetipo del «peladito» mexicano, hombre pobre, sin instrucción, pero astuto buscavidas, tuvo que luchar para sobrevivir.

Fue así que tuvo que emplearse como ayudante de zapatero, lustrabotas, mandadero, cartero, taxist, boxeador, torero, en 1928, soldado de infantería mecanógrafo del ejército, hasta que su padre pidió la baja: se alistó a los 16 años, mintiendo: se agregó cinco años, una argucia de «peladito». Su verdadera pasión era hacer reír y así comenzó a actuar en carpas rodantes, suerte de circos improvisados, en los que no sólo bailaba, realizaba acrobacias y otros oficios, y en donde empezó a dar forma al personaje de Cantinflas. Todavía sin dinero ni oficio, a sus 23 años se casó con la bellísima rusa Valentina Ivanova Zuvareff, recorrió como bailarín, cómico, extraño monologuista en idioma cantinflero, el arte de hablar sin freno y decir nada, y lo que cuadrara, todas las carpas de México ciudad.

Al inicio del oficio, imitó al célebre Al Jolson pintándose la cara de negro y remedando los ampulosos gestos del original…, hasta que un día, como una réplica del día de epifanía de Chaplin, encontró, inspirándose en los vagabundos de los barrios pobres, su uniforme proletario y marginal: un pantalón atado por debajo de la cintura, como a punto de caerse, atado con una soga, camiseta, un sombrero tipo birrete, y más que un bigote, dos mínimas matas de pelo en las puntas. El origen del apodo Cantinflas, tan famoso que así figura en la vereda de estrellas del Paseo de la Fama de Hollywood, y Cantinflear en el diccionario de la Real Academia Española, es difuso, está rodeado de decenas de versiones (algunas, del mismo Mario Moreno), pero uno de sus sobrinos fue terminante:
–Lo creó él, y se llevó la verdad, el origen, a la tumba. Sin embargo, el origen del nombre que lo haría famoso a nivel mundial en realidad no tenía un significado especial, pues lo inventó con el fin de evitar que sus padres se enteraran de su participación en la farándula, ocupación que consideraban vergonzosa.

En un inicio de su carrera en 1930 trabajó a dueto con Miguel Medel, de quien tomó el estilo cómico de “peladito”. Dicho estilo fue una tendencia en México durante los primeros años del siglo XX, que en gran medida mostraba los cambios dentro de la sociedad del mundo rural al urbano, de las personas que migraban de la provincia a la ciudad. En 1930, Mario Moreno conoció al publicista Santiago Reachi Fayad, quien decidió invertir en sus primeros filmes. Tras varios intentos, “Cantinflas” obtuvo el éxito comercial en 1940 con su película Ahí está el detalle. En cuanto a las películas que filmo desde No te engañes corazón (1936) y El barrendero (1981), entre blanco y negro y color… ¡55 films!

Con hitos fulminantes: en 1940, Ahí está el detalle (palabras que usó infinitas veces) arrasó América Latina, hasta hoy figura entre las diez más exitosas de México, y fue el primer escalón hacia la torre de millones de dólares que lo esperaba…, y su personaje de Passepartout en La vuelta al mundo en ochenta días –que recaudó 42 millones de dólares, fue Oscar 1956 a Mejor Película, y Globo de Oro para él–, lo convirtió en el actor mejor pagado del planeta… Pero no fue su última incursión en Hollywood: Pepe (1961) no dio golpe de nocaut, pero una larga lista de celebrities aparecieron fugazmente: Frank Sinatra, Judy Garland, Bing Crosby, Sammy Davis Jr., Dean Martin, Maurice Chevalier, Janet Leigh, Edward Robinson, Gary Cooper, Debbie Reynolds…, y le valió una nominación al Globo de Oro.

Para el año 1946 firmó contratos con la estadounidense Columbia Pictures. Durante la década de 1940 y 1950 consiguió tal prestigio como actor que se convirtió en representante de la Asociación Nacional de Actores. Por cierto, la mayoría de sus películas, tanto como «peladito», funcionario, policía, burócrata, evangelista, bombero, diplomático, piloto de avión, médico, abogado y casi todos los oficios terrestres, son simplonas, de argumentos elementales, factura técnica medio pelo…, pero al servicio de un genio del humor. De ese genio del que Chaplin dijo «es el mejor comediante vivo del mundo, y el más querido».Además, recibió el reconocimiento del cómico Charles Chaplin, quien declaró que Mario Moreno era el mejor comediante vivo. Se conocieron en Suiza, año 1964, y Charlot completó el elogio:
–Vos y yo somos únicos…

Pero no sólo únicos en ese arduo trabajo de hacer reír. También en el más arduo y riesgoso: la aventura de pensar. Ambos detestaban los fascismos, el poder abusivo de los grandes líderes, la violencia de los opresores, y apostaban a un tríptico utópico: libertad, paz y fraternidad eternas… En esa línea, y como voceros de los oprimidos del mundo, Chaplin produjo El Gran Dictador (1940), feroz sátira contra Hitler y Mussolini, y Cantinflas Su excelencia (1966), contra la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.

Pero la vida privada de Mario Moreno no fue tan luminosa como las cien o más que vivió en la pantalla. Millonario y casi obligado latin lover, nunca abandonó a la bailarina Valentina Ivanova desde la boda en 1934 hasta 1966, cuando –entre atroces dolores– un cáncer de huesos decretó su fin. Pero entre ambas fechas, Cantinflas no dejó distracción alguna por quedar debiendo. Por caso, la actriz Miroslava Stern, a quien conoció en 1947 mientras filmaba A volar, joven.

Mario y «Valita» no podían tener hijos, pero en 1960 adoptaron a un niño, lo llamaron Mario Arturo Moreno Ivanova…, y no pudieron ocultar la posible verdad: el pequeño –se dijo en los cuatro puntos cardinales– sería hijo de Cantinflas y de Marion Roberts, una rubia texana. Al parecer, Marion quiso que dejara a Valentina, pero al no lograrlo, se suicidó en un hotel de México City. Muerta «Valita», romance con otra rubia: la actriz española Irán Eory. Y en sus últimos años aparecieron otra norteamericana y un escándalo. Ella, Joyce Jett –nombre que nunca se había mencionado en la prensa del corazón– lo demandó en 1989 por 26 millones de dólares, alegando «maltrato físico y psicológico».

Los abogados de Cantinflas basaron su defensa en las figuras de «fraude y chantaje», y él declaró en sorna:–Parece que tenía una esposa tan secreta, que ni yo lo sabía… Sin embargo, en el juicio hubo pruebas: cuentas bancarias y testimonios de dos décadas atrás, fecha del presunto romance. El entuerto se arregló con plata. Cifra desconocida. El rumor: cinco millones de dólares y algunas propiedades en los Estados Unidos.

Y más sombras en los últimos años. Su hijo adoptivo y su sobrino Eduardo Moreno pelearon como perros rabiosos por los derechos de 34 películas de Cantinflas, sin éxito: el sello Columbia se quedó con todo. El adoptivo vivió en medio de drogas y escándalos. Uno de sus hijos, Mario Patricio, se ahorcó en el baño de un hotel. Y él murió en 2017, a los 57 años, de un ataque al corazón.
Esas turbulencias, además de sus años y de una carrera terminada, lo impulsaron a bajar un inviolable telón en su vida privada. Sólo silencio, y muchos millones de dólares donados a obras filantrópicas. En especial, destinadas a los niños pobres. Su espejo…
Murió el 20 de abril de 1993, a los 81 años: cáncer de pulmón. Fin inevitable para el gran fumador que fue desde que correteaba por los barrios pobres y entre aquella gente que sería el modelo de su inolvidable personaje de pantalón siempre a punto de caerse.

Casi en el final de la película Cantinflas, de 2014 –impresionante trabajo del actor español Óscar Jaenada–, el verdadero Mario Moreno aparece en un pequeño cuadro al pie de la pantalla (escena tomada de una vieja entrevista), y dice:
–En cualquier circunstancia, todo lo que hice lo tomé del pueblo. Siempre fui pueblo.
A su regreso a México, Mario Moreno fundó su propia casa productora, la cual produjo sus películas hasta su retiro en 1980. En 1993 Cantinflas murió a causa de cáncer de pulmón asociado al tabaquismo. Su repertorio fílmico abarca 20 películas a color y 35 a blanco y negro, mismas en las que su personaje encarnó distintas profesiones y oficios. Fuera de su vida en el espectáculo, Cantinflas destacó por su intensa labor política en contra del charrismo sindical del gobierno. Pese a que mantenía una línea conservadora, mantuvo una constante labor altruista en pro de los más desfavorecidos. A diferencia de “Cantinflas”, Mario Moreno es descrito como un persona reservada y culta. Su forma de ser en gran medida estuvo atravesada ideológicamente por su filiación a la masonería.
La influencia de Cantinflas es tal, que en 1992 la Real Academia Española (RAE) reconoció el verbo cantinflear como una entrada del diccionario. Dicho verbo hace referencia a la forma dispersa y rebuscada de hablar del personaje, misma que se utiliza para el relleno de discursos pero que carece de sustancia.

Frases célebres:
“Estoy aquí porque no estoy en ninguna parte”.
“No sospecho de nadie, pero desconfío de todos”.
“Lo difícil lo hago de inmediato, en lo imposible me tardo un poco más”.
“¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”.
“Algo malo debe tener el trabajo o los ricos ya lo habrían acaparado”.
“Tengo una duda: ¿está todo muy caro o es que yo soy pobre?”.
“Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos”.
“¿No que no, chato?”.
“Yo amo, tú amas, él ama, nosotros amamos, ustedes aman, ellos aman. Ojalá no fuese conjugación sino realidad”.
Le siguieron el satírico Ni sangre ni arena (1941) con el que rompió récords de taquilla y encarnó a un torero vanidoso y a un admirador, El gendarme desconocido (1941), donde personificó al agente de policía 777 (que retomaría más adelante), Los tres mosqueteros (1942), como un hilarante D’Artagnan y El circo (1943).

Y en el pico de su carrera, llegó a ser considerado el cómico mejor pagado del planeta, no sólo obtuvo un Golden Globe por su interpretación en La vuelta al mundo en 80 días, sino una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y fue padrino en la boda de Todd y Elizabeth Taylor en 1957.
Era un hombre rico y como solía decir: “Sé lo que es ser pobre, muy pobre”, así que ayudaba con discreción, sin humillar. Asimismo, su reputación como portavoz de los desprotegidos cimentó su autenticidad y lo situó como una figura importante en la lucha contra las injusticias sociales.
Miles de admiradores se reunieron para su funeral, que duró tres días. Y quien un día fue considerado un irreverente “peladito”, recibió el homenaje de jefes de Estado, e incluso del Congreso de Estados Unidos, el cual mantuvo un minuto de silencio en su memoria. El icónico actor fue enterrado en la cripta familiar de la familia Moreno Reyes en el Panteón Español de la Ciudad de México.
Con información de Infobae, México Desconocido y Vanidades