La mujer puede ser receptiva sexualmente 24/7 a diferencia del resto de los mamíferos cuyas hembras sólo son receptivas en sus cortos períodos de celo previos a la fecundación de sus óvulos y dejan de serlo hasta su siguiente ovulación o hasta el destete de sus crías.
La actividad sexual del hombre también es 24/7 pero a diferencia de la mujer (que puede tomar voluntariamente la decisión de tener actividad sexual cuando quiera); éste requiere de poder lograr una erección que permita la penetración; la erección funciona fisiológicamente como un reflejo involuntario que se produce por una estimulación física y psicológica y ante todo por el deseo sexual ante la mujer seleccionada. Y no sólo eso, hay otra dificultad; su respuesta eréctil está determinada también fisiológicamente por la llamada «fase refractaria» que, en la mayoría de los hombres, impide una nueva erección inmediatamente después de una eyaculación y hasta nuevo aviso.
A partir del viagra la erección ha pasado de ser de un acto involuntario a un acto cuasi voluntario. Además de que la pastilla azul le permite al hombre ignorar -mientras dure el efecto de la pastilla-, esa fase refractaria (fase que obviamente a ningún hombre nos gusta) y, temporalmente, seguir respondiendo virilmente ante la pareja.
La afectación a largo plazo del uso del viagra sobre el comportamiento masculino no la conocemos, pero si, lo que su uso innecesario en la actualidad está produciendo: a) ha elevado la tasa de relaciones sexuales en donde no existe ni atracción y menos deseo sexual -actos sexuales completamente mecánicos-. b) se ha distorsionado la identidad masculina al magnificar químicamente su poder sexual. c) se ha alterado la regulación bio psicosexual del organismo masculino al tratar de regular voluntariamente la respuesta sexual eréctil.
La erección masculina que era un indicador confiable para aquella mujer objeto de las atenciones del hombre que la hacía sentir deseada, quizás querida y demás, ha perdido su hechizo.